¡Alexa, obedéceme!

*Por Laura Coronado Contreras.

 

Con más de 100 millones de dispositivos Alexa vendidos alrededor del mundo, los asistentes virtuales son cada vez más cotidianos. Indudablemente, la forma en la que nos apoyamos en ellos se hace más sencilla, constante y podríamos decir que hasta alegre.

Conocer el clima, saber la hora, escuchar música, hacer listas, recordar pendientes, preguntar por restaurantes o incluso, solicitar chistes, son las actividades que le ordenamos a Alexa, es decir, le mandamos, exigimos, disponemos. Por su parte, al dispositivo no le resta más que obedecer, acatar, respetar, cumplir. Después de todo, como el genio de la lámpara, para eso fue creado. No obstante, no podemos perder de vista que son parte de nuestro entorno y la forma en la que nos dirigimos a “ella” a nivel personal y familiar influirá en nosotros y las nuevas generaciones.

Amazon ha mencionado distintas razones por las cuales se le ha dado nombre y voz femeninas. Por ejemplo, señala un homenaje a series de ciencia-ficción como Star Trek en donde la voz del Starship Enterprise era de una mujer. También indica que es una alusión a la Biblioteca de Alejandría siendo una fuente de información, o bien, que otorgarles un toque femenino a los dispositivos aumenta la percepción de humanidad y calidez.

Todas ellas parecen en primera instancia motivaciones sanas. Sin embargo, la mezcla del servicio que brinda sumado a la forma imperativa en la que se le dan indicaciones ha abierto la discusión sobre los estereotipos. Más aun cuando encontramos que otros asistentes virtuales como Siri o Sophia no sólo comparten la idea de feminizar a los robots, sino que mencionan que con ello pueden verse como “más serviciales”.

¿Cómo nos dirigimos a Alexa? ¿Nos hemos tomado el tiempo de configurar voces diferentes o cambiarles el nombre? ¿Estamos ultrasensibles con los temas de igualdad? ¿Éste es sólo un reflejo más de lo que nos falta crecer como sociedad?

Chimamanda Ngozi Adichie, la escritora nigeriana famosa por sus TedTalks y libros sobre feminismo, señala que “la historia única crea estereotipos. El problema con los estereotipos no es que sean mentira, sino que son incompletos”. Y, efectivamente, las voces femeninas pueden ser mucho más agradables, menos cacofónicas y sonar más cercanas en ciertos lugares. También es real, que durante años se ha luchado por contar con más mujeres locutoras, conductoras y periodistas. ¿No será un gran avance la presencia de voces femeninas en la tecnología, pero un retroceso –para hombres y mujeres– que nos dirijamos a ellos de manera déspota, grosera e inhumana en cualquier entorno o que humanicemos a los dispositivos?

El general y estratega chino Sun Tzu mencionaba que “cuando las órdenes son razonables, justas, sencillas, claras y consecuentes, existe una satisfacción recíproca entre el líder y el grupo”. ¿Podremos educar a las nuevas generaciones para que sepan dirigir o seguir a personas –sin importar su género– reconociéndoles en su dignidad? ¿Nos acostumbraremos a dar y recibir indicaciones cómo si fuésemos autómatas?

Actualmente Alexa cuenta con más de 50 mil funcionalidades. ¿Las perderá o dejará de ser eficiente si le pedimos por favor y le damos las gracias? ¿Sabemos distinguir entre las máquinas y las personas?

*Catedrática de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac

@soylaucoronado

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