SOBREMESA
/Lourdes Mendoza /
Las señales venían siendo adversas desde un inicio, pero se han recrudecido los últimos meses de la pandemia. Que si conservadores, que si representantes del viejo régimen, que si defensores de la oligarquía… en fin, toda una serie de frases con las que López Obrador ha calificado a los gobernadores del PAN, quienes hace un año se agruparon en lo que hoy se conoce como la Goan.
Martín Orozco, de Aguascalientes; Carlos Mendoza Davis, de BCS; Rosas Aispuru, de Durango; Diego Sinhue de Guanajuato; Pancho Domínguez, de Querétaro; Carlos Joaquín, de Quintana Roo; Francisco Cabeza de Vaca, de Tamaulipas, y Mauricio Vila de Yucatán.
Al final decidió integrarse Javier Corral, de Chihuahua. Toño Echevarría, de Nayarit, desde un inicio se deslindó de los colores del partido que lo llevó al poder e hizo pública su incondicionalidad hacia AMLO. A quien le tocó abrir brecha, siendo su primer presidente, fue a Cabeza de Vaca.
Han sido varios escarceos azules con el gobierno federal que incomodaron a López Obrador, por haber disentido de él antes y durante la crisis del Covid. Han señalado la mala marcha de la economía del país, la arbitraria imposición de Rosario Piedra en la CNDH, así como el cuestionamiento al intento de bloquear las energías limpias, entre muchos otros.
Pero el momento que terminó con la expectativa de poder construir un diálogo democrático legítimo –más allá de la nula operación de gobernación con todos ellos–, fue la creación del Insabi, pues y a pesar de que los equipos técnicos de la Secretaría de Salud y los gobiernos estatales llegaron a una propuesta final, cuando AMLO los invita a comer a Palacio Nacional les suelta: “Ferrer –el subsecretario de Salud– es un buen hombre, él no sabe de política, yo sí. Desconozco su acuerdo con la Secretaría de Salud”.
Obvio, al salir los panistas reclamaron que la postura del gobierno federal fue de adhesión o rechazo total al modelo original del Instituto de Salud para el Bienestar. A partir de ahí la tensión con gobierno federal no tuvo retorno.
La seguridad los juntó…
Por la descoordinación de la seguridad de Alfonso Durazo de la 4T, es que emerge un nuevo polo de convergencia (tripartita): los estados de la Región Noreste (Coahuila, Nuevo León y otra vez Tamaulipas, el cual se ha convertido en una especie de eslabón del encuentro entre grupos pro federalistas, ¡nada de separatistas!)
El Covid los coordina…
Luego, vino la crisis del Covid, y ante la errática toma de decisiones de López-Gatell, la invitación al país a seguirse abrazando y besando, de AMLO, y cero ayuda federal, los estados azules (Goan) y del norte del país como NL del Bronco, Jaime Rodríguez, y Coahuila, de Miguel Riquelme, comenzaron a tomar medidas ante la pandemia.
Baste recordar, que la OMS el 11 marzo calificó al Covid como Pandemia y que nuestro Consejo de Salubridad General se reunió y dio su primera declaratoria hasta el 26 marzo; para entonces 22 estados ya habían emitido acuerdos de suspensión de actividades, distanciamiento social, y apoyos fiscales y económicos a sus gobernados.
La reapertura los unifica y cohesiona.
A la estrategia federal no se sumaron la mayoría de los gobernadores, por no estar de acuerdo con un semáforo federal, pues cada estado tiene sus particularidades, y tampoco aceptaron los criterios para regresar a la nueva normalidad de López-Gatell.
La Alianza Federalista
Así pues, y como se los adelanté el lunes pasado, de tres que iniciaron este movimiento, ya son ocho los gobernadores que se han autonombrado, La Alianza Federalista, Tamaulipas, Coahuila, Colima, Durango, Michoacán, N.L., Guanajuato y Jalisco.
Quienes ya están promoviendo políticas conjuntas para pedir el pago de los gastos de la contingencia; renegociar la hoy inequitativa coordinación fiscal y mañana –ojo eh– promoverán acciones legales contra la Ley Nahle, por el tema de las energías limpias. Léase, la inconformidad a las políticas federales ya es abierta al afectar a sus estados.
