*Tazones.
/Jorge Fernández Menéndez/
El presidente López Obrador sólo ha dado tres entrevistas durante su mandato. Una, al inicio del mismo, fue a La Jornada, donde dijo aquello de que si “por él fuera desaparecería el Ejército para convertirlo en una Guardia Nacional”, y otra también al inicio de la administración, con la televisión en español de EU.
Ahora jovial, de muy buen humor, le dio una entrevista a , que actualmente trabaja en Canal Red, un canal de televisión por internet que es propiedad de Pablo Iglesias, el líder del depauperado partido español Podemos, que ha dilapidado su capital político de una forma notable. Podemos tiene estrecha relación con el presidente López Obrador, con sus hijos y con Morena, donde desde hace años grupos cercanos como la empresa Neurona manejan redes y campañas de este partido.
Inna Afinogenova es una periodista rusa que mantuvo magníficas relaciones con el Kremlin y con Vladimir Putin y llegó a ser directora de contenidos de Rusia Today en América Latina, donde ha vivido largos años de su vida. Renunció a Rusia Today cuando fue la invasión a Ucrania, pero lo hizo para quedarse en Canal Red, el espacio de Podemos estrechamente ligado a Venezuela y Rusia. Para muchos fue una operación para poder seguir trabajando en la región cuando varios países cancelaron la señal de Rusia Today.
No es el caso de México. Aquí durante el gobierno de López Obrador, Rusia Today ha crecido en forma constante gracias al apoyo público. Se puede ver en el Metro de la Ciudad de México, en algún sistema de noticias, pero sobre todo en los espacios del Sistema de Radio y Televisión.
El presidente López Obrador decidió otorgar la entrevista a Inna el mismo día en que fue asesinado en una remota cárcel de alta seguridad en Siberia Alexéi Navalni, el principal opositor de Putin. A Navalni lo servicios rusos lo quisieron matar una vez con ácido, luego con una sustancia química, pero como sobrevivió y de todas formas regresó a Rusia, fue encerrado y condenado a por lo menos 20 años de prisión acusado de “terrorismo”. Ahora es muerto en una lejana prisión de Siberia. Según el gobierno ruso, tuvo “una muerte súbita” y al momento de escribir estas líneas ni sus familiares sabían dónde estaban los restos de Navalni (por cierto, para conocer esta historia vea el documental Navalny, que está en HBO).
La relación de México con la Rusia de Putin es floreciente. El presidente López Obrador se ha negado a condenar la invasión rusa a Ucrania. El gobierno le sigue comprando a Moscú las vacunas Sputnik, que son las que aplica contra covid-19, aunque no sirven para las nuevas variantes y no están aprobadas por la OMS.
Tenemos un acuerdo espacial con Rusia, y hasta que Putin lo ratificó no sabíamos en México de su existencia. Se firmó cuando ya había una abierta confrontación entre Estados Unidos y la Unión Europea con Rusia por la ciberseguridad y el desarrollo espacial. Pero ahora es más grave, durante toda la semana pasada se ha hablado del nuevo armamento ruso que podría destruir los satélites en órbita, algo admitido por el Kremlin, aunque aún no se le considera operativo, y que ha sido calificado por los Estados Unidos como “una grave amenaza a la seguridad nacional”.
Cuando se divulgó el convenio, la Cancillería argumentó que existen muchos convenios similares con distintos países y que no está contemplada la instalación del sistema Glonass (una suerte de GPS de origen ruso) de geolocalización, que puede ser utilizado, dicen los especialistas, en tareas de geolocalización con fines militares y evidentemente también en espionaje. Cuando se habla en el convenio de utilizar “sistemas ópticos de prevención de situaciones peligrosas espaciales en México”, eso, dicen los especialistas consultados, es precisamente el sistema Glonass.
Estados Unidos le ha propuesto a México, en innumerables ocasiones, la creación de un área regional de ciberseguridad que cubra México, EU y Canadá. No hay una respuesta del gobierno mexicano a esas propuestas.
Al mismo tiempo la agencia de espionaje militar de Rusia, la tristemente célebre GRU, tiene en estos momentos desplegados en territorio mexicano más oficiales de inteligencia que en cualquier otro país del mundo. La denuncia la hizo el general Glen VanHerck, jefe del Comando Norte de la Unión Americana. Lo dijo ante el Comité de Servicios Armados del Senado. “En la actualidad, dijo ante el comité senatorial VanHerck, la mayor parte de efectivos de la GRU en el mundo está en México. Se trata de personal de inteligencia ruso que están al acecho de cualquier oportunidad a través de la que puedan influir en Estados Unidos”.
Hay más. En un cable que se filtró del hackeo de Guacamaya Leaks, en un correo fechado el 24 de agosto de 2022, Sedena informó que, entre el 2 y el 13 de mayo de 2022, cuatro hombres con entrenamiento en Rusia, impartieron cursos de adiestramiento al grupo de autodefensa Policía Comunitaria de Tlacotepec (PCT), en el municipio de General Heliodoro Castillo, Guerrero.
El informe identificaba a Bogdanov Rustam como uno de los instructores. Rustam, dice el informe, está vinculado con la empresa European Bodyguard and Security Service Association (EBSSA), la cual brinda entrenamiento táctico y de manejo de armas en México, pero la Sedena investiga a Bogdanov Rustam por sus vínculos con el crimen organizado. Según el cable hackeado, Bogdanov fue miembro de la Unidad de las Fuerzas Especiales Rusas y de la Unidad de Antiterrorismo.
Por supuesto ni una palabra de esto se habló en la divertida entrevista de López Obrador con Inna Afinogenova. Y uno se pregunta de qué se ríen y recuerda a ese héroe contemporáneo, Alexéi Navalni, asesinado en un gulag siberiano.