**La Política me da Risa .
/ Yazmin Alessandrini /
* El sistema de salud mexicano vive los peores momentos de su historia
* Los culpables (López Obrador, Alcocer, Gatell y Ferrer) ‘ni sudan ni se acongojan’
* Los pésimos manejos en el Insabi suponen un escándalo mayor al de Segalmex
DEL DICHO AL HECHO…- El diagnóstico es contundente: El sistema de salud en México se encuentra en fase terminal. De todos los desastres obradoristas (educación, turismo, medio ambiente, seguridad, derechos humanos, etcétera), sin duda alguna éste es, por mucho el peor de todos. Cierto, el Presidente López Obrador recibió, en el 2018, un país colapasado en prácticamente todos sus rubros. Pero él aseguraba, durante sus días de campaña, tener todas las soluciones para sacar a esta nación de la oscura noche neoliberal. Sin embargo, mil 690 días de distancia de haber iniciado su gestión y ya muy encaminado a la recta final de ésta, el tabasqueño falló garrafalmente en su premonición de que “a partir del año próximo tendremos un sistema de salud como el de Dinamarca”. Lo dijo en 2019, lo dijo en 2020, lo dijo en 2021, lo dijo en 2022, lo dijo en 2023 y lo seguirá diciendo hasta el último día de su administración, porque esa es la única medicina que el Presidente le puede suministrar a los mexicanos: El jarabe de su verborrea.
UNA DECEPCIONANTE RADIOGRAFÍA.- Pero el fracaso obradorista en materia de salud no es culpa de una sola persona (el Presidente López Obrador). Se trata de una responsabilidad compartida en la que los principales señalados y acusados deben de ser el titular de la Secretaría de Salud, Jorge Alcocer Varela y su patiño, el famosísimo #LordEscenariosCatastróficos Hugo López-Gatell Ramírez, quien cobra como subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud. Han sido tantas las pifias y las omisiones de este par, en perjuicio de millones de mexicanos, mucho de ellos ya muertos por cierto (de COVID, de cáncer y de otros padecimientos curables), que en otra circunstancia muy probablemente ya hubieran sido destituidos y quizá enjuiciados. Pero como están cubiertos por el manto protector de Palacio Nacional, la realidad es que seguramente jamás serán tocados por el pétalo de la más mínima investigación. Esa es la gigantesca ventaja de vivir en el país de aqúi no pasa nada.
LOS RESPONSABLES.- Andrés, Jorge y Hugo, principalmente, le deben a todo México y a todos los mexicanos muchas, muchísimas explicaciones. En primer lugar, no fueron 60 mil las personas que murieron por COVID durante la pandemia, sino casi un millón; en segundo lugar, el desabasto de medicamentos aún persiste, aunque se empecinen en asegurar lo contrario y esta coyuntura se ha llevado entre las espuelas a enfermos de cáncer, a personas que requerían tratamientos de hemodialisis, a pacientes de padecimientos crónico-degenerativos y a contagiados de VIH; y mejor ni hablemos del estado que guardan los hospitales, clínicas, consultorios, laboratorios, quirófanos, farmacias y demás infraestructura, todo se está cayendo a pedazos por falta de mantenimento. Igualmente, nuestro personal de salud (doctores, especialitas, enfermeras, camilleros, choferes de ambulancia, etcétera) viven permanentemente en estado de crisis, mal remunerados, maltratados, ninguneados, despedidos, mal equipados y sin insumos necesarios para poder realizar su labor; pero en contraparte estamos manteniendo con todos los lujos a un ejército de cubanos que hacen muy poco o nada en los hospitales a los que fueron enviados para desplazar a los trabajadores de la salud mexicanos. Y sobre los millones de niños mexicanos que durante este sexenio no han podido cumplimentar su esquema básico de vacunación, mejor ni hablemos, porque ese es otro desastre mayúsculo.
RECETA CADUCADA.- El obradorato desapareció de un plumazo el Seguro Popular para imponer a un efímero Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) que, a su vez, también fue borrado de un plumazo a sólo tres años de su puesta en operación. No hay cuentas claras ni información disponible de lo que ocurrió ahí bajo la tutela de Juan Antonio Ferrer Aguilar, cuya negligencia e incompetencia fueron premiadas al ser enviado a la Subsecretaría de Integración y Desarrollo en la Secretaría de Salud Federal.
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