De acuerdo al columnista financiero Darío Celis así fue: El 30 de octubre fue un día que para muchos pasó inadvertido. Sin embargo en el ‘war room’ del Gobierno no. Ese día se echó a andar el andamiaje de la vacuna por la que apuesta la 4T: la CanSino.
Se trata del antígeno chino, con el que el Gobierno de Xi-JinPing vacunó prioritariamente a sus fuerzas armadas. Aquí llegaron 15 mil dosis de prueba. Hasta ahora seis mil mexicanos han participado en la Fase 3.
Entre ellos funcionarios del Servicio Exterior. El Presidente Andrés Manuel López Obrador y el canciller Marcelo Ebrard, así como su círculo más cercano, serían partícipes ya de esa prueba.
La dosis de CanSino, a diferencia de la de Pfizer, que tiene un componente genético, es de tipo tradicional. Al paciente le inocuan una pequeñísima cantidad del Covid-19 que genera anticuerpos.
La vacuna no ha sido sometida ni a autorización por parte de la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios, ni mucho menos a pruebas de laboratorio. No tiene metodología.
La cura, que según el laboratorio que las fabricó, tienen entre 94 y 96 por ciento de efectividad, se está manejando en la opacidad y de manera arbitraria al interior de un sector del Gobierno.
Justo cuando la CDMX y el Estado de México regresan al semáforo rojo y se decretan 23 días de paro de actividades no esenciales, AMLO intensifica giras rompiendo la sana distancia.
Tan seguro se siente, como tener atrás, además a un ejército de médicos cubanos, santeros y chamanes que le hacen periódicamente limpias que lo mantienen a buen resguardo y protegido.
“La fuerza del Presidente es moral, no es una fuerza de contagio”, así reviró el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, el 16 de marzo, cuando la prensa por primera vez le preguntó si estaría dispuesto a hacerse una prueba de coronavirus.
El de la salud de Andrés Manuel López Obrador es un tema lleno de misterio. Más allá del Covid-19 y en aras de la transparencia, el Presidente prometió hacer públicos los resultados de un test general sobre su salud.
A dos años de Gobierno de la 4T, podría decirse que es un compromiso incumplido. Sobre pruebas de Covid-19 al inquilino de Palacio Nacional no volvió a saberse nada, hasta el 8 de julio.
Ese día López Obrador atendió en Washington la invitación de Donald Trump a una cena privada. Como requisito para pisar la Casa Blanca, el tabasqueño debió hacerse un examen para encontrarse con el Presidente de Estados Unidos.