¿AMLO Superstar?

**Sin tacto . 

 / Por Sergio González Levet /

 

En 1970 salió a la venta el álbum conceptual de la ópera Jesucristo Superestrella, concebida por Tim Rice y Andrew Lloyd Weber, que debido a su éxito fue puesta en escena en Broadway y de ahí en los mejores teatros del mundo, además de que se hizo una película que fue de las más taquilleras del año 1973.

El género como tal había nacido en 1957 con el Rock de la cárcel de Elvis Presley, que se considera también el primer videoclip de la historia, y se consolidó con la obra de The Who, Tommy, que fue un éxito en 1969.

El 13 de octubre de 1971 fue el estreno mundial de la puesta en escena de Jesucristo Superestrella en el teatro Mark Hellinger de Broadway, y se convirtió en un clásico de las obras musicales norteamericanas.

En su origen, la ópera fue objeto de muchas controversias con la Iglesia Católica hasta que Roma la aceptó cuando incluyó algunas canciones en el recital del Jubileo del año 2000 decretado por Juan Pablo II.

Una canción polémica fue la que le canta Judas a Jesús y con la que se inicia la ópera. El apóstol le reclama al Mesías porque lo ve solamente como un gran líder social, pero le dice que al abrigo de su éxito como profeta está teniendo ideas distintas a las que le llevaron a buscar la justicia para los pobres.

La Canción de Judas (Heaven on Their Minds, El cielo en sus mentes) se ha convertido en un referente sobre la influencia que tiene el poder sobre los hombres.

Por su vigencia en los tiempos actuales, pongo una versión libre al español.

Dice Judas al Mesías:

“Mi mente está clara ahora. Por fin, descubrí dónde vamos a parar. Si despojas al hombre del mito, verás hacia dónde vamos.

“¡Mesías! Has empezado a creer las cosas que hablan de ti. ¿Realmente crees eso que se dice de que eres un dios? Todo lo bueno que has hecho pronto será barrido. Ha empezado a importar más tu persona que las cosas que dices.

“Escucha, Mesías, no me gusta lo que veo. Todo lo que te pido es que me escuches, y recuerda que yo he sido siempre tu mano derecha.

“Has llenado de fuego a tus seguidores y ellos piensan que encontraron al nuevo Mesías. Pero te harán daño cuando vean que estaban equivocados contigo.

“Créeme, mi admiración por ti no ha muerto, pero cada palabra que dices ahora se ha ido por otro rumbo y te herirán si piensan que les dijiste mentiras.

“Tengo miedo de la multitud, porque están gritando muy fuerte, y nos crucificarán si vamos muy lejos.

“Tus seguidores están ciegos. Hay mucho cielo en sus mentes. Fue bonito al principio, pero ahora hay mucha amargura.

“Escucha, Mesías, mi advertencia, Recuerda que sólo quiero que sigamos viviendo. Ven, ven.

“Oh, ¡no quiere escucharme!”

 

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