Por: Federico Reyes Heroles
Familias con el agua hasta la cintura, cientos de miles de afectados.
Millones de niños sin vacunar. Cien mil muertos por Covid y frente a la patética e irresponsable negación de la utilidad del cubre-bocas.
Algo está mal en las emociones de la 4T.
Decenas de fidecomisos que traían beneficios tangibles, desaparecidos de un plumazo.
Un presupuesto aprobado a rajatabla sin escuchar a los alcaldes y gobernadores inconformes.
Qué ocurre, de donde salió tanta dureza.
Las pasiones y las emociones son un tema viejo en política.
Cuando se desbocan, los nacionalismos extremos, por ejemplo, provocan guerras y muerte.
Pero toda nación, como lo ha sostenido Martha Nussbaum la brillante filosofa estadounidense, necesita de una emoción básica: el amor por los otros y por el país.
Suena cursi, pero en realidad se trata del viejo principio liberal de la simpatía de Adam Smith que se trasformó en empatía y en compassion, sentir el dolor (sorrow) de otros.
Amor en el sentido de Nussbaum es una actitud abierta al entendimiento de lo que el otro está viviendo.
Qué sienten en la 4T cuando los padres de hijos con cáncer ruegan por medicamentos o frente a las mujeres que claman contra la violencia de género y el feminicidio.
Qué sienten al ver las hileras de personas esperando una despensa para auténticamente sobrevivir.
Cómo puede el director de la CFE decir que le da risa el reclamo de un gobernador en cuya entidad decenas de miles han perdido su vivienda y donde los servicios médicos son insuficientes frente a los múltiples males, familias que han perdido todo y trasladan sus alimentos en lanchas.
De qué se enorgullecen cuando amenazan a organizaciones filantrópicas que hoy, más que nunca, necesitamos para atender a los niños en situación de calle, a los nuevos huérfanos provocados por la pandemia, a los ancianos enfermos, a los débiles visuales o con problemas auditivos.
Dónde está esa emoción básica de protección al otro.
No han asumido a cabalidad a los héroes que tanto invocan.
Madero, por tomar al pertinente en estas fechas, como lo recordaba Javier García Diego en su espléndido programa dominguero “Historia para todos” en Opus, 94.5 de FM.
Fue un hombre ante todo sensible, como productor algodonero frente a sus empleados, como organizador de empresarios para defender sus legítimos intereses, como líder de un movimiento -que él no deseaba violento- para reestablecer la democracia en nuestro país.
Ahora resulta que organizar a ciudadanos y gobernantes para recuperar los equilibrios democráticos perdidos en el 2018, como lo propone Sí por México, es un acto de traición.
Qué pensaría Madero de unos diputados que son ovejas del líder y que no escuchan a sus representados, que recurren a las vallas para poder sesionar.
Qué emoción los invade cuando a diario se informa de los cientos de muertos en un solo día, número que podría estar ascendiendo de nuevo. Qué emociones nos gobiernan.
Cómo es posible que no estén asegurados los recursos para la adquisición de la vacuna como lo reportó Excélsior.
Acaso no escucharon al Secretario de Hacienda quién advirtió que nos llevará trece meses vacunar a toda la población.
Qué sienten frente a los brotes de inconformidad de ciudadanos que no pueden regresar al confinamiento y que están dispuestos a correr el riesgo de infectarse para sobrevivir.
Qué imaginan que pasa por mentes de los ciudadanos sin medicamentos cuando ven inundarse, una y otra vez, los cimientos de una refinería que nadie pide.
Algo está muy mal en la capacidad sensible de la 4T, pareciera que cierta embriaguez de poder les endureció la piel y también el corazón.
Para qué invocar al amor en medio de la rigidez, la rudeza, la altives y el desprecio. No se trata de derecha o izquierda.
El balance económico desastroso. Pero lo más grave serán las heridas infligidas por insensibilidad, por carencia de sentido mínimo de humanidad. “Me da risa”.
Esas heridas están abiertas por falta de verdadero amor a México.