*Carolina Elizabeth Díaz, investigadora posdoctoral en el (Ciesas), Unidad Golfo, dijo que esto permite comprender cómo opera este fenómeno y cómo las mujeres resisten.
*Habló de esta corriente metodológica en la sesión del cierre del Seminario “Violencias contra mujeres: aproximaciones teórico-metodológicas para su comprensión”.
*Fue impartido por la Facultad de Antropología y el Departamento de Educación Continua de la Universidad Veracruzana (UV) .
/ Paola Cortés Pérez / Fotos: Omar Portilla Palacios /
10/12/2025, Xalapa, Ver.- La antropología sintiente constituye una vía para estudiar la violencia al reconocer que las emociones y los cuerpos forman parte esencial del proceso de investigación, en lugar de ser elementos que deban ocultarse o neutralizarse, planteó la antropóloga Carolina Elizabeth Díaz Íñigo.
La investigadora posdoctoral en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas), Unidad Golfo, impartió la conferencia “Sentir para entender: enfoques antropológicos feministas en el estudio de la violencia contra las mujeres”.
Su participación se realizó durante la sesión de cierre del seminario “Violencias contra mujeres: aproximaciones teórico-metodológicas para su comprensión”, impartido por la Facultad de Antropología y el Departamento de Educación Continua de la Universidad Veracruzana (UV).
Durante décadas, la disciplina antropológica se sostuvo en la figura del investigador “objetivo”, racional, distanciado y casi siempre masculinizado, un ideal que negó sistemáticamente la emocionalidad por considerarla incompatible con el rigor científico; esta exclusión estuvo atravesada por jerarquías de género, clase y raza: mientras las emociones se asociaban a lo femenino, lo infantil o lo “primitivo”, la capacidad de producir conocimiento legítimo se vinculaba a cuerpos masculinos y blanqueados, destacó.
Esto es lo que Díaz Íñigo denomina colonialidad de la afectividad, régimen que define qué cuerpos merecen sensibilidad y cuáles pueden ser dañados, violentados o despojados sin generar conmoción social. Esta lógica, afirmó, normaliza la violencia –especialmente hacia mujeres, niñas, indígenas y personas racializadas–, y construye tecnologías de poder emocionales que justifican prácticas de dominación, desde la violencia doméstica hasta los feminicidios y los despojos territoriales.
Es así que la antropología sintiente recupera la importancia de las emociones como formas de conocimiento; las violencias tienen un componente emocional inseparable: el daño físico y el emocional coexisten, y fenómenos como la culpa, la vergüenza o el miedo revelan estructuras profundas de desigualdad, porque son efectos de relaciones de poder que disciplinan a las mujeres para ajustarse a mandatos como el de la “buena mujer” o la “víctima adecuada” en procesos judiciales.
La investigadora enfatizó que el análisis emocional permite visibilizar violencias que han sido históricamente silenciadas o naturalizadas, por ejemplo, la vergüenza y la culpa –frecuentemente internalizadas– operan como dispositivos de control social que explican por qué muchas mujeres permanecen en situaciones de riesgo o enfrentan trato desigual en tribunales y ministerios públicos.
Carolina Elizabeth Díaz, investigadora posdoctoral en Ciesas-Golfo
Carolina Elizabeth Díaz indicó que una propuesta central de la antropología sintiente es cuestionar de manera profunda el lugar que ocupa quien investiga (historia personal, motivaciones, su cuerpo y experiencia con la violencia), esta perspectiva incorpora la reflexividad y la autoetnografía como herramientas fundamentales para analizar el proceso de investigación y para transformar la manera en que se escribe y se narra lo que otras, otros y otres comparten.
El enfoque también demanda pensar en los cuidados dentro de la investigación: el autocuidado de quienes realizan trabajo de campo, la protección hacia las mujeres que narran sus experiencias y del conocimiento generado.
Al finalizar, la antropóloga insistió en que sentir también es una forma de conocer; además, el reconocer la dimensión emocional permite comprender de manera más profunda cómo operan las violencias y cómo las mujeres resisten, transforman sus vidas y reconstruyen sus comunidades.
Desde esta mirada, la antropología sintiente no es solo una propuesta metodológica, sino una apuesta ética y política para producir conocimiento situado, crítico y verdaderamente comprometido con la justicia y la vida de las mujeres, concluyó.
En el cierre estuvo presente la directora de la Facultad de Antropología, María Antonia Aguilar Pérez, y la responsable del Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres (OUVMujeres), Estela Casados González.












