**Catalejo.
/Esther Shabot/
La filtración de un documento de la Corte estadunidense que revela la pretensión de revocar a nivel nacional el derecho de las mujeres a la interrupción del embarazo, cobró esta semana en Estados Unidos una gran centralidad, no sólo por la importancia intrínseca de esa facultad reconocida desde 1973 por la Suprema Corte, sino también por el mensaje que transmite respecto a la creciente radicalización de las fuerzas conservadoras, mayormente representadas por el Partido Republicano cobijado por Trump.
De llegarse a concretar tal legislación, el retroceso en cuanto a los derechos de la mujer sería gravísimo, acercando a Estados Unidos a una posición similar en este tema a la de estados calificados como grandes violadores de los derechos humanos en general.
Que la nación que presume ser la democracia más desarrollada del planeta llegara a retroceder 50 años imponiendo una prohibición casi absoluta del aborto, revela sin duda el nivel de riesgo en el que se encuentra EU a causa de la polarización extrema impulsada en buena medida por la gestión de Donald Trump. Si como presidente fue capaz de expresar con todo descaro su misoginia y de apoyar desfachatadamente por cálculos electoreros iniciativas fundamentalistas gratas al cristianismo evangélico, no sorprende la emergencia de la actual embestida contra la libertad de interrumpir el embarazo.
En caso de que la Corte adoptara la legislación prohibicionista, resultaría que varios países del Oriente Medio tendrían una aproximación más laxa y tolerante en beneficio de los derechos de las mujeres. Porque a pesar de que en la mayor parte del mundo musulmán el aborto es condenado, en algunos países de fe islámica no predomina la convicción de que la vida comienza desde la concepción.
Es así que, por ejemplo, en Turquía, desde 1983, el aborto es legal y sin restricciones durante las 10 primeras semanas del embarazo, y ese lapso se prolonga si la mujer corre algún riesgo o el producto tiene una anormalidad importante.
Túnez posee dentro del mundo árabe, la postura más avanzada, ya que el aborto es legal durante los primeros tres meses del embarazo, sin tener que justificar nada ante ninguna autoridad. De hecho, a lo largo del país funcionan diversos “centros de planificación familiar”, cuyo propósito es orientar y facilitar a las familias el abordaje de diversos aspectos de salud reproductiva.
El otro país del Oriente Medio donde el aborto está legalizado y es practicado dentro de las instancias de salud pública abiertas a toda la población, es Israel. Ese servicio se presta sin problema alguno a mujeres menores de 18 años o mayores de 40, así como de manera generalizada en casos de soltería, violación, incesto, adulterio o malformación del feto. La exigencia para mujeres casadas entre 18 y 40 años es que comparezcan ante un panel de autoridades médicas y de servicio social con el fin de exponer los motivos de su decisión, motivos que, por lo general, son aceptados como válidos.
Es interesante que teniendo la ley religiosa judía una injerencia fuerte en muchos aspectos de la vida pública en Israel, no haya, sin embargo, una férrea oposición a esa normatividad vigente desde 1977. La corriente religiosa ultraortodoxa, que es extremadamente quisquillosa ante la profanación del descanso sabático, o ante la infracción de las estrictas leyes dietéticas del judaísmo rabínico, y que en ocasiones ejerce actos de violencia callejera cuando presencia violaciones a las leyes que rigen tales normas, se muestra bastante tolerante en el tema del aborto. Esto es porque no hay consenso absoluto dentro de las interpretaciones talmúdicas acerca de cuándo comienza la vida, siendo dominantes entre las autoridades religiosas las lecturas que consideran que no es, sino entre las semanas ocho y 12 del embarazo, cuando el alma se aloja dentro del embrión. Curioso que la ciencia médica ubica la aparición de la corteza cerebral más o menos en ese mismo lapso.
Dentro de las manifestaciones de protesta que se han empezado a registrar en EU por la amenaza de prohibición difundida a través de la filtración mencionada, participan, desde luego, contingentes liberales, feministas y defenso- res del derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos.
También dentro de la protesta han dejado oír su voz un buen número de mujeres judías que, bajo el argumento de que la prohibición del aborto, es, en este caso, un derivado de la visión cristiana acerca del momento del inicio real de la vida, al imponérseles a ellas tal dogma, se les está violando el derecho consagrado de respeto a su particular práctica religiosa, que es judía, y no coincide, por ende, con los principios sobre los que se está legitimando el cambio en la legislación nacional.