Cdmx, 23 diciembre 2018.- Los diversos “ritos paganos” protagonizados en diciembre por el nuevo Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, evidenciarían el “doble rasero anticlerical” que se vive en el país, según denunció un sacerdote.
López Obrador recibió la “purificación” de miembros de pueblos originarios mexicanos el 1 de diciembre en el Zócalo, la plaza principal, de Ciudad de México, en el marco de su investidura como nuevo presidente del país. Días después, presentó una ofrenda a la “madre tierra” como solicitud de permiso para la construcción de un proyecto ferroviario en el sur de México, conocido como “el tren maya”.
Para el P. Hugo Valdemar, canónigo penitenciario de la Arquidiócesis Primada de México, estos actos son “auténticos rituales religiosos de la cultura indígena ancestral, lo cual viola abiertamente la Constitución y el estado laico”.
El P. Valdemar fue también durante 15 años vocero de la Arquidiócesis de México, durante el gobierno pastoral del Cardenal Norberto Rivera.
En diálogo con ACI Prensa, el sacerdote explicó que “México en su Constitución se concibe a sí misma como una República laica, es decir ajena a cualquier confesión religiosa, ya sea católica, protestante o pagana”.
“Sin embargo, ninguno de los furibundos laicistas ha puesto una denuncia ante la Secretaria de Gobernación” contra López Obrador, a diferencia de “lo que sí hicieron contra el gobernador del estado de Morelos, Cuahutémoc Blanco, por participar en una Misa en honor a la Virgen de Guadalupe el pasado 12 de diciembre”.
“Ahí si los fariseos del laicismo se rasgaron las vestiduras y pusieron el grito en el cielo, además de emprender medidas legales contra el gobernador”, criticó.
Para el P. Valdemar, “esto habla del doble rasero anticlerical que existe en México: se persigue a la fe católica pero se tolera todo lo demás”.
En efecto, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos asegura en su artículo 40 que “es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica, federal”.
En su artículo 115 la Constitución añade: “los estados adoptarán, para su régimen interior, la forma de gobierno republicano, representativo, democrático, laico y popular”.
La carta magna mexicana subraya además que la educación en México es “laica” y “se mantendrá por completo ajena a cualquier doctrina religiosa”.
La Constitución de México, promulgada en 1917 fue la base para la persecución religiosa contra los católicos a inicios del siglo XX, y ejercía graves restricciones que no fueron modificadas hasta los primeros años de la década de 1990.
En la actualidad, si bien hay concesiones con respecto a medios impresos, digitales y radiales, la Iglesia Católica en México no puede poseer un canal de televisión.
El sacerdote mexicano indicó que “hasta donde tengo información, el señor Presidente es católico, aunque se ha jugado con la ambigüedad informativa diciendo que es evangélico”.
“Ahora bien, ese tipo de rituales son supersticiones paganas que son inaceptables para la fe cristiana”, advirtió.
El P. Valdemar lamentó además que “en México se ha puesto de moda un neopaganismo que recurre a las religiones indígenas ancestrales que parecían superadas. Existen, por ejemplo, bodas mayas y especie de bautismos paganos”.
“Estas prácticas son consideradas supersticiones por la fe católica, prácticas irracionales que no solo son folclóricas sino que sabemos bien que las supersticiones son dañinas porque son puertas para la entrada del demonio y sus consecuentes males”, añadió.
“En lo personal, en mi oficio de Penitenciario de la Catedral estoy impresionado del daño que causa la práctica de la brujería, la magia y las supersticiones, no hay duda que el demonio hace favores a quien se lo pide, pero el costo es altísimo tanto para la salud del alma de los fieles como para su salud corporal”, dijo.
Al finalizar, el P. Valdemar destacó que si bien “es muy positivo que el Presidente integre a un grupo que secularmente ha sido excluido y explotado, como son los pue los indígenas de México, es inadmisible para un estado que se declara laico adoptar prácticas paganas y supersticiosas que no son folclóricas sino religiosas”.