Ataques violentos contra universitarios .

* Bajo Sospecha .

/ Bibiana Belsasso /

Pareciera que el mundo está retrocediendo a momentos muy complicados de la historia. Hoy, ir a la universidad, aun siendo de las más reconocidas del mundo, es un tema de alto riesgo.

Y es que después del ataque del grupo terrorista Hamas a Israel, el antisemitismo ha regresado con mucha fuerza y hoy está más presente. Un ejemplo es lo que sucede en las universidades de Estados Unidos donde tres rectoras de las casas de estudios superiores más prestigiadas han tenido que presentar su renuncia por no saber cómo actuar ante los ataques antisemitas en sus instituciones.

Uno de estos casos se da en la Universidad de Harvard, la institución más antigua de ese país, que ahora se ha quedado sin su rectora, Claudine Gay. Ella presentó su renuncia tras la comparecencia en el Congreso de la Unión americano para hablar del incremento de antisemitismo en el campus.

A principios de diciembre, ella y dos rectoras más, de la Universidad de Pensilvania, Liz Magill, y del Instituto Tecnológico de Massachussets, Sally Kornbluth, sostuvieron audiencias en su mayoría con republicanos sobre cómo habían respondido a los casos de insultos, hostigamientos y amenazas en contra de estudiantes y profesores judíos en sus campus.

En el caso de Harvard, la primera denuncia por antisemitismo llegó el 24 de octubre, es decir, 17 días después del ataque de Hamas a Israel. Las agresiones no han parado desde entonces en contra de los estudiantes y profesores.

Muchos judíos hoy dicen que temen por su vida, como si volviera la  persecución de los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Y es que estos estudiantes no tienen la culpa de los atentados que ha realizado Hamas, es una tragedia por donde se vea. Mientras la mayoría de los líderes de este grupo criminal están resguardados, la población palestina y la judía están a su suerte.

Es horrible pensar que en pleno 2024 los estudiantes tengan temor de ir a la escuela por la persecución que se está llevando a cabo, y es que muchos están recibiendo amenazas e insultos por el simple hecho de ser judíos.

Estudiantes, familias y antiguos alumnos aseguran que las universidades han tolerado el antisemitismo. La pregunta clave en la audiencia del Congreso fue cuando la republicana Elise Stefanik cuestionó a las rectoras si “llamar al genocidio de los judíos” violaría el código de conducta de cada universidad.

Las respuestas estuvieron apegadas a la primera enmienda de Estados Unidos, que habla de la libertad de expresión, pues según la organización PEN América: “Cualquier llamamiento al genocidio merecería una condena, pero no es un discurso que pueda ser prohibido o castigado por el Estado” (precisamente por la primera enmienda).

Las tres rectoras se negaron a decir abiertamente que clamar por el genocidio de los judíos era una violación al código de conducta de cada institución. La actitud evasiva de las tres líderes académicas provocó reacciones, pues más de 70 legisladores estadounidenses firmaron una carta exigiendo que los consejos de administración de las tres universidades las destituyeran.

Éstas muy reconocidas instituciones educativas están, además, ante la amenaza de algunos de sus  principales donantes que han dicho que podrían rescindir las donaciones multimillonarias que aportan. Muchas de estas escuelas requieren de ese dinero.

Jeffrey Sonnenfeld, profesor de Yale, asegura ante las agresiones contra estos estudiantes que no se trata de una cuestión de libertad de expresión, sino que mientras se defiende la libertad de expresión de unos alumnos, se pone en riesgo la vida de otros.

Y así han tenido que presentar su renuncia estas rectoras. La primera que dimitió fue la rectora de la Universidad de Pensilvania, Liz Magill. Magill ya había sido señalada desde antes de los ataques de Hamas por hacer comentarios antisemitas y alentar a la participación de estudiantes al “Festival de Literatura Palestina Escribe” en el campus, el cual tenía oradores controvertidos.

El gobernador demócrata de Pensilvania, Josh Shapiro, se refirió a Magill, diciéndole a la rectora: “Si estás hablando de genocidio contra los judíos, genocidio contra personas de color, genocidio contra la gente LGBTQ, todo está mal. Y hay que llamarlo. No debería haber ningún matiz en eso”.

Mientras que Claudine Gay sólo llevaba seis meses como rectora de Harvard. Ella es hija de minorías, es hija de inmigrantes haitianos, formada en Stanford y en el propio Harvard, se convirtió en la primera persona negra y la segunda mujer al frente de la universidad.

A ella la acusan de haber presentado una postura muy tibia ante los ataques a estudiantes judíos. Ahora enfrenta otro problema, y es que se le acusa de haber plagiado unos párrafos de su tesis.

En su carta de dimisión no habló del tema del antisemitismo, pero sí citó las dificultades que se han dado y lamentó que se haya puesto en duda sus “compromisos con la lucha contra el odio y con el mantenimiento del rigor académico”.

Lo cierto es que este odio contra los judíos no sólo se dio en estas tres universidades. Hay denuncias en casi todas las universidades de Estados Unidos, lo cual es un termómetro muy importante para poder sentir lo que sucede.

Por ejemplo, en la Universidad de Tulane, de Luisiana, un hombre que sostenía una bandera palestina usó el poste para golpear a un manifestante pro-israelí después de que ese manifestante intentara arrebatar una bandera israelí que los activistas pro-palestinos estaban a punto de incendiar.

Mientras que, en la Universidad de California, Berkley, grupos de judíos acusaron que dos manifestantes golpearon la cabeza de un estudiante cubierto en una bandera israelí con una botella de agua de metal.

Este tipo de agresiones a estudiantes también se han dado ya en Canadá y en otras partes del mundo.

Nuevamente, el mundo está polarizado. El ataque a Israel, el sufrimiento de los palestinos y la crueldad del grupo terrorista Hamas lo han dejado aún más al descubierto.

Mientras tanto, hoy los estudiantes, aun de las universidades más prestigiadas del mundo, no están seguros. Y no sólo ellos, ¿alguien está seguro en estos momentos?

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