16.11.2023.- La península islandesa de Reykjanes, específicamente la zona cercana a Grindavík, en el suroeste de Islandia, ha experimentado un aumento significativo en la actividad sísmica en las últimas horas. Desde la medianoche hasta el mediodía del miércoles, se registraron más de 800 terremotos, intensificando la preocupación de que un volcán en la región pueda entrar en erupción.
La Oficina Meteorológica de Islandia (IMO) ha estado monitoreando de cerca la situación. Según Benedikt Ófeigsson, de la IMO, el magma bajo Grindavík se ha acercado considerablemente a la superficie, posiblemente a unos 500 metros. Esto ha sido respaldado por el aumento de los niveles de dióxido de azufre (SO2) en la atmósfera, que es un indicador de la proximidad del magma a la superficie.
En respuesta a la creciente amenaza, las autoridades islandesas tomaron la decisión de evacuar la ciudad de Grindavík. Aproximadamente 3,700 residentes fueron obligados a abandonar sus hogares el sábado por la noche debido a la presencia de un túnel de magma de unos 15 kilómetros que discurre bajo la ciudad hasta el lecho marino. Esta evacuación se suma a otras medidas preventivas, como el cierre de la Laguna Azul, una conocida atracción turística en la zona.
Aunque se permitió a algunos residentes regresar brevemente para recoger pertenencias, la situación sigue siendo delicada. Los informes indican que parte del túnel de magma parece estar solidificándose en los bordes, pero aún continúa la entrada de magma, aumentando el riesgo de erupción.
La actividad sísmica no muestra cambios significativos en comparación con días anteriores, aunque los temblores han sido más débiles que los registrados inicialmente. Benedikt Ófeigsson advierte que la probabilidad de una erupción sigue siendo alta y que, en caso de ocurrir, la localización más probable sería el dique volcánico.
Las autoridades han tomado medidas proactivas para mitigar los posibles daños. Se ha iniciado la construcción de barreras de protección de lava, con alturas que oscilan entre 6 y 8 metros, alrededor de instalaciones críticas como la planta eléctrica de Svartsengi y la Laguna Azul. Estas medidas buscan prevenir la destrucción de infraestructuras clave y proteger áreas de importancia económica y turística.
Las labores de construcción de estas barreras de protección se estima que podrían llevarse a cabo entre 30 y 40 días, según informa el medio digital isleño Visir. Mientras tanto, la incertidumbre persiste en la región, ya que la posibilidad de una erupción volcánica sigue siendo una amenaza latente.
La situación en Islandia es tensa, con la actividad sísmica y la amenaza de erupción volcánica manteniendo a la población en alerta. Las autoridades continúan supervisando de cerca la evolución de los eventos y tomando medidas preventivas para reducir los posibles impactos.