**CON SINGULAR ALEGRÍA.
/ POR GILDA MONTAÑO /
Me encontré de sopetón y sin previo aviso a una mujer extraordinaria. Vivió entre dos ciudades sorprendentes. Ella nació 2 de febrero de 1905 en San Petersburgo; fue filósofa y escritora. Se llamó Alissa Zinovievna Rosenbaum, pero era más conocida en el mundo de las letras como Ayn Rand; murió en marzo de 1982 en Nueva York. Decidió volverse norteamericana. Me encantaron sus palabras, nunca las creo más oportunas que ahora:
“Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada”.
“La libertad y la razón son corolarios. Su acción es recíproca. Cuando los hombres son libres triunfa la razón, cuando los hombres son racionales la libertad se impone. La libertad intelectual no puede existir sin libertad política y la libertad política no puede existir sin libertad económica. Una mente libre y un mercado libre son también corolarios”.
Era la mayor de tres hermanas de una familia judía, aunque sus padres no eran practicantes. Desde muy joven sintió un fuerte interés por la literatura y por el arte cinematográfico, y empezó a escribir novelas y guiones a los siete años. Leyó las novelas de Alejandro Dumas y Walter Scott, entre otros escritores románticos, expresando un apasionado entusiasmo por el movimiento romántico. Descubrió al escritor Víctor Hugo a los trece años, tras lo cual quedó prendada por sus novelas. Durante sus años en la escuela secundaria, fue testigo en 1917 tanto de la Revolución de Febrero como de la Revolución Bolchevique. Para escapar de los combates de la revolución, su familia se fue a Crimea, donde ella terminó la escuela secundaria.
Tras años en el país norteamericano, en 1973 dio una conferencia en la Universidad West Point y declaró: “Puedo decir, y no como un mero patrioterismo, sino con el conocimiento completo de las necesarias raíces metafísicas, epistemológicas, éticas, políticas y estéticas, que Estados Unidos es el más grande, noble y, en sus principios fundadores originales, el único país moral en la historia del mundo”.
Las novelas más importantes de Ayn Rand son El manantial (1943) y La rebelión de Atlas (1957). Estas crearon el arquetipo del héroe randiano, un individuo racional digno de vivir en la tierra, ya que puede lograr lo mejor de sí mismo; un hombre cuya habilidad e independencia lo hacen entrar en conflicto con los hombres-masa, pero que aun así persevera, alcanzando finalmente la realización de sus valores.
En 1934 Ayn escribe la obra de teatro La noche del 16 de enero, conocida también como Penthouse Legend, que incorpora la novedad absoluta en el mundo del teatro de invitar al público que desee participar en un jurado, que al final de la obra que debe decidir sobre la inocencia o culpabilidad de la protagonista. En la nota inicial dirigida al productor de la obra, Ayn Rand explica:
“La obra está construida de tal manera que las pruebas de la culpabilidad o la inocencia de la acusada están cuidadosamente contrapesadas, y la decisión se basará en el carácter y valores del jurado. Es realmente a la audiencia a la que se juzga. En palabras del abogado defensor: ¿A quién se juzga en este caso? ¿A Karen Andre, coprotagonista de la obra? ¡No!, son ustedes, damas y caballeros del jurado, quienes están siendo juzgados. Son sus almas las que serán puestas a la luz cuando hayan tomado su decisión.”
Desarrolló un sistema filosófico conocido como “objetivismo”. Rand defendía el egoísmo racional, el individualismo y el capitalismo laissez faire, argumentando que es el único sistema económico que le permite al ser humano vivir como tal, es decir, haciendo uso de su facultad de razonar. En consecuencia, rechazaba absolutamente el socialismo, el altruismo y la religión. Entre sus principios sostenía que el hombre debe elegir sus valores y sus acciones solo mediante la razón; que cada individuo tiene derecho a existir por sí mismo, sin sacrificarse por los demás ni sacrificando a otros para sí; y que nadie tiene derecho a obtener valores provenientes de otros recurriendo a la fuerza física.
¿Será así Estados Unidos todavía?