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Por Sergio González Levet
Se puede leer en el Evangelio de San Mateo, capítulo 6, versículos 3 y 4:
“Cuando tú des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha
“para que tu limosna sea en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”.
También San Lucas, médico de cuerpos y almas, en su Evangelio se refiere al tema:
“Amen, pues, a sus enemigos, hagan bien y den prestado sin esperar nada a cambio. Grande será su recompensa, y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y los malvados”.
Y está por último el refrán también de inspiración bíblica: “Haz el bien sin mirar a quién”.
Viene al caso el tema porque con el motivo de la gran desgracia líquida y lodosa que le cayó a nuestros paisanos del norte del estado, se han multiplicado las organizaciones políticas y civiles, los funcionarios y los eternos aspirantes a un puesto de elección popular -aunque las próximas elecciones estén aún a lo lejos en los meses y los años- que llegan a los lugares de las tragedias bien munidos de despensas y enseres y el inevitable fotógrafo, que tomará la instantánea en que se acercan por un segundo al damnificado para que quede constancia de su sensibilidad social, de su gran magnificencia, de su amor por los semejantes (también conocidos como “el pueblo bueno y honrado”).
El damnificado en ese caso es siempre una venerable anciana o un niño desnutrido o un adulto con las ropas hechas jirones. Busca el maestro de la lente que la expresión del recipiente sea de agradecimiento infinito, y la del o la donante que exprese fehacientemente su amor incondicional por los votantes… perdón, por los afectados de los excesos de la madre naturaleza.
¿Y si le quitamos el color a la ayuda? ¿Y si a los diputados les nace por una vez en su vida curuleca la buena idea de poner orden y anonimato en lo que son las entregas de apoyos a la población necesitada?
Miren, podría ser que todos los que acudan a ayudar “desinteresadamente” tengan que ir vestidos de blanco, sin ningún logo o marca o nombre de dependencia o de partido político. Que las despensas y todas las ayudas en especie vayan en bolsas de plástico trasparente y sin ninguna marca que delate su origen.
¿Y si se prohíbe que se publiquen comunicados que destaquen de cualquier modo la intervención de cualquier personaje público o empresario o religioso o miembro de algún club social o militante de algún partido?
Que ningún gobernante se pare el cuello y salude con el sombrero ajeno de los dineros públicos.
El anonimato tendría que ser obligatorio para que nadie quiera lucrar con la tragedia, para que no se partidicen ni se politicen las acciones de remediación de los males ocasionados por la furia de los elementos o la desidia de los hombres.
Que, por fin, la mano izquierda de los políticos no sepa lo que hizo la mano derecha, o viceversa.
sglevet@gmail.com