Bajar la guardia .

/ Por Ady García /

El partido en el poder (y creímos que ya no se daría este fenómeno político) Morena, por querer complacer al presidente lo hizo pasar un ridículo más, cometiendo un fraude a su estilo, modificando las leyes reglamentarias para esquivar la Constitución.

LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, sí, con mayúsculas porque recobró su autonomía y ahora podemos decir que existe una verdadera divina trinidad de poderes. Los datos, además, son verdaderamente interesantes, por no decir alarmantes. Veamos.

De acuerdo con el informe de Seguridad Conjunta, del 1 al 15 de abril de este año, existen más de 200 mil elementos de la fuerza operativa desplegada en todo el país. Estos elementos integran la Guardia Nacional, el Ejército y la fuerza aérea y Marina.

La Guardia Nacional representa el 42% del total de los elementos de las fuerzas armadas. Creada el 26 marzo de 2019, tiene la mayoría de los militares, más que marinos, más que integrantes de cualquier otra fuerza armada nunca vista en el país. Con una coordinación en cada estado de la República divididas en 266 coordinaciones regionales, produce un gasto al erario de más de 4 mil 700 millones de pesos. En este sentido, es de notar que para que dicho órgano pueda fortalecer sus tareas de prevención, investigación y persecución de delitos, para el año 2023 tal incremento significa un aumento real de más de 10.3 por ciento. ¿Podemos pensar en un país que se conduele de sus pobres una institución millonaria como esta? Un país que confió en la esperanza de ver activarse empleos, apoyos económicos, sustanciosos aumentos a los servicios de salud y educación, siempre expuestos en campañas, mítines, marchas, siendo la punta de lanza del hoy mandatario, ayer contestatario.

Con ello la Guardia Nacional podrá intensificar sus labores en materia de prevención de delitos, combate a la criminalidad, apoyo a la población; así como salvaguardar la vida, integridad, seguridad, bienes y derechos, tanto de las personas como de la nación. Al menos eso es lo que se cree. Los resultados han derivado en agresiones a ciudadanos, a críticas a mandos medios y superiores, en un caos idéntico a los regímenes anteriores cuando se exhibía a los expresidentes como impulsores de cuerpos paramilitares con vías a quién sabe qué necesidades. O planes.

Sin embargo, la cosa no se detiene ahí. El problema de bajar la Guardia Nacional de sus exorbitantes privilegios ya no solo es cosa de vislumbres políticos. Algo camina más hacia otros espacios, otros proyectos, ya queda asentado.

Con el “simpático” TikTokero de Arturo Zaldívar como presidente de la SCJ se había convertido en el titiritero del presidente López Obrador con la decisión de declarar inconstitucional que la Guardia Nacional pasara al ejército mexicano se violaba abiertamente el artículo 21 de la Constitución política mexicana, que dice a la letra “…la guardia nacional, por su carácter civil, debe estar incorporada a la secretaría de seguridad pública federal “ y bajo un mando civil. Hasta aquí la cita.

Con la fusión de la Guardia Nacional al Ejército el país perderá casi un sexenio de no preparar a las policías municipales y estatales que, sin querer vernos como pesimistas, siempre tuvieron, tienen, un pretexto que les impide cumplir con sus tareas. Y digo un sexenio porque ahora vienen los trámites administrativos de compras, equipamiento y un gran etcétera para que se conforme nuevamente la policía federal. O no. Lo más barato puede pagarse con dinero. El presidente y su partido le apuestan a lo más caro. Rehacer las leyes. Pareciera un sin sentido. No lo es, desgraciadamente.

Además, que de dar resultados positivos no hablemos. El país cada día más ensangrentado, el narco apoderado de los estados, más secuestros en especial de mujeres, robos en casa habitación, robos en carreteras, en fin. Panorama muy sombrío y desolador.

El mensaje de la SCJN con esta resolución de regresar la Guardia Nacional al ejército debería ser la esperanza de un México con instituciones sólidas y democráticas. Fue bueno que la gente saliera a las calles a defender al INE y después salir a darle fuerza y poder a la Corte.

Las marchas ciudadanas funcionaron y de eso debemos estar orgullosos. Aunque sabemos que el presidente AMLO no dejará de presionar sobre los ministros. Los ojos de la gente están puestos en ellos y saben que cuentan con el apoyo de los mexicanos.

Cómo también sabemos que no se puede contar con Loretta Ortiz, la bachillera Yasmín Esquivel Mossa ni con Arturo Zaldívar que, al recibir una orden de Palacio ya sea modificar, componer, transgredir leyes o tirarse a las vías del Metro, lo harán. Ese es otro tipo de sabotaje.

El presidente de México anunció que el 1 de septiembre de 2024 insistirá en militarizar a la guardia nacional y en otras reformas. Veremos. Hay dos factores que, no sé si el ejecutivo ya percibió.

1.- Cómo quedarán compuestas las cámaras de diputados y de senadores;

2.- A ningún presidente electo le gusta que le dejen amarrados temas tan importantes como estos.

Un mes es un lapso muy corto para que una cámara entrante pueda procesar tantos temas.

Falta mucho por ver y escribir. El tiempo y la Historia colocarán a cada quién en su lugar.

Por lo pronto, Norma Piña, una mujer íntegra, profesional y comprometida con la Constitución y con nuestro país ha sacado la casta junto con sus compañeros de la corte. Los que se niegan a ser una oficina más de la presidencia, por muchos buenos dividendos que ello pueda otorgarles.

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