Buscadoras Desplazadas. Víctimas de la desaparición Forzada #Veracruz

* En total Indefensión. Sin acceso a la justicia y a merced grupos criminales con o sin placa.

Redacción/ Testigo Púrpura / Ana Alicia Osorio/

Veracruz, 08 marzo 2020.- La impunidad provocó que Elba fuera agredida sexualmente por seis hombres. La falta de acción de los gobiernos para buscar a su hijo llevaron a que tuviera que irse de su casa, su tierra, su ciudad.

Desde que su hijo, Bryan de Jesús, desapareció en 2016 ha sido ella, como cientos de madres y padres de personas desaparecidas, quien ha tenido que hacer el trabajo de búsqueda que le tocaría al Estado y ha sido ella quien ha tenido que enfrentar la violencia una y otra vez.

“Empiezo a buscar en donde debía y donde no debía (…) fui, me vendaron los ojos, yo sentí que di muchas vueltas pero yo escuchaba que decían elotes y más tarde lo volvía a escuchar y yo sentía que había avanzado mucho (…) ese grito lo traigo aún”, contó sobre el día en que se entrevistó con integrantes de la delincuencia organizada con la esperanza de que le dieran una pista para poder volver a verlo.

“Me paré frente a un hombre que tenía una gorra (…) me golpeó muy feo, me pateó muy feo -silencio- me violaron seis hombres -llora, silencio- no me dijeron nada -llora y pronuncia palabras que no se le pueden entender-“

Ella decidió ir sola a ese encuentro tras pedir y observar a las personas de la delincuencia organizada que operaban en Poza Rica, pues se convenció de que si ella no es quien busca a su hijo nadie lo hará ya que tan solo para presentar la denuncia ante la entonces Procuraduría General de la República tuvo que acampar 15 días en Ciudad de México pues nadie se la quería recibir. De buscarlo ni hablar.

Después de la violencia sexual le pidieron 100 mil pesos para darle los datos sobre su hijo. Remató su casa, le quitaron el dinero. No obtuvo ninguna información sobre el paradero de Bryan de Jesús a quien según las pistas se lo llevó una camioneta de la Fuerza Civil- institución policial de élite-.

Elba, aún con la violencia que vivió y las amenazas, se negaba a irse y ser parte de las mujeres que viven un desplazamiento forzado, que según la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos considera que se presenta cuando las personas deben migrar debido a la violencia, violaciones a derechos humanos y algunos otros factores.

De la violencia sexual no presentó denuncia, solo una ampliación a la carpeta de investigación de desaparición de su hijo. Nada más.

“En ese entonces estaba la guerra de los carteles y busqué por otro lado, por otro lado fue lo mismo con la diferencia que me dijeron que me iban a visitar a mi casa y lo hicieron (…) fui a ampliar mi declaración, me dijeron que si estaba segura, que como eran los hombres, que qué arma tenía, que si yo andaba provocando”, narró.

Las medidas de protección del Mecanismo de Protección a Defensores de Derechos Humanos y Periodistas no sirvieron para protegerla, por lo que decidió irse unos meses y regresar a la ciudad donde su hijo desapareció solo para volver a ser violentada, de nuevo, por grupos armados que le advirtieron dejara de buscar y, de nuevo, por la propia policía.

“Se paró una patrulla ‘nena donde vamos’ y mi hijo le dice ‘qué le pasa, no le falte al respeto a mi mamá’ ‘te mandan saludos de allá del cuarto oscuro’ – llora- tengo el número de patrulla pero ese día esa patrulla no estaba de guardia según el reporte, no hay nadie con las características, entonces dije que aunque tengo medidas emergentes no me sirven de nada”

Las pistas, según lo que ella misma ha investigado, señalan que fue justamente elementos de Seguridad Pública – Fuerza Civil- quienes desaparecieron a su hijo. Por eso cuando recibió esa amenaza decidió que para continuar la búsqueda tenía que irse del estado y buscar a la distancia.

Las mujeres tienen mayor riesgo de convertirse en desplazadas porque sufren desproporcionadamente las violencias que existen en el país, según el informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos Desplazamiento interno por violencia en México. Eso es justamente lo que le pasó a Elba, ha vivido la violencia en carne propia una y otra vez.

El informe impacto del desplazamiento forzado sobre las mujeres en Colombia señala que lo viven las mujeres desplazadas, tanto las razones para irse como al estar en otros sitios, es distinto a los hombres y menos investigado; es decir, viven otros tipos de violencia de género, esa que ha desatado movilizaciones en los últimos meses.

Las desventajas de la distancia
Para Elba la distancia no ha sido fácil. Le costó que la Fiscal que llevaba su caso en la Fiscalía General del Estado no hiciera un solo documento durante un año, ni qué decir de las búsquedas. Por eso ya presentó una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos y cambiaron el expediente de persona.

“Tengo una queja contra de ella, por mal funcionaria porque en ese año que no hizo nada pudo haber localizado a mi hijo (…) por no estar aquí no había nada, no llevaba nada”, contó.

Elba no es la única que ha vivido una situación similar, pues aunque no existe una cifra oficial tan solo en los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas son muchas las historias de mujeres – y algunos hombres- que han tenido que migrar por la violencia que se enfrentan al buscar.

La Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos documentó que en Veracruz hay una queja ante la CEDH por desplazamiento forzado, pero no da más detalles al respecto.

Sin embargo, también señala que no existe una legislación acorde a la situación de desplazamientos forzados que viven las personas en el país aunque la Ley de Víctimas sí incluye atención como psicológica, médica y algunas otras acciones; según la Comisión resulta insuficiente.

Regresar a buscar
Cuando a Lidia le desaparecieron a su hija Marion, también le quitaron la oportunidad de vivir en la casa donde su hija creció, la ciudad donde habitaba desde chica, todo lo que conocía.

Para poder buscar a su hija, la más pequeña, desaparecida en Poza Rica el 14 de enero del 2011, ella y su familia tuvieron que tomar la decisión de irse del estado de Veracruz.

El riesgo de seguir viviendo en su casa era muy alto, pues sus propias investigaciones encontraron que el caso estaba ligado a la delincuencia organizada.

“Tomamos esa decisión en familia de que era mejor que si yo me iba a adentrar más a las investigaciones y a lo mejor iba a salir muchos nombres, entonces que era necesario para poder hacerlo, sino muchas investigaciones no se iban a poder hacer por miedo (…) si yo quería hacer una investigación exhaustiva nos tenemos que salir”, contó.

En los ir y venir, en las investigaciones a la distancia y las diligencias que no se pueden hacer desde lejos, Lidia se encontró con Elba, otra mujer que se encuentra en la misma situación que ella pues tuvo que abandonar su casa, su tierra, para poder buscar a su hijo desaparecido. Juntas y con otras tantas mujeres conforman el Colectivo Unidas por Amor a Nuestros Desaparecidos.

Elba y Lidia regresaron a Poza Rica, de donde se llevaron su hijo e hija, acompañadas de 300 personas de todo el país para buscar en vida y en fosas clandestinas a quienes han desaparecido en la región.

“Estamos a escasos pasos de donde fue nuestra casa muchos años, donde mi hija creció, donde tuvo su vida, muchos eventos para ella, ella llegó aquí de seis meses entonces toda su vida la vivió aquí, toda la gente la conocía (…) tal vez pueda estar tan cerca y yo sin saber”, dijo Lidia mientras que las y los buscadores clavaban varillas en un terreno justo atrás de la que era su casa, el último lugar donde vio a su hija.

Pero las dos se tuvieron que ir. Regresar a los estados donde viven ahora, para intentar huir de la violencia mientras siguen con el trabajo que le tocaría a las autoridades: investigar y encontrar a sus seres queridos.