Búsqueda en barrancas de Álvaro Obregón exhibe violencia contra familias de desaparecidos en Cdmx

*Texto y fotos: Eliana Gilet.

25.05.2025 /Desinformémonos/ Amenazadas para que no continúen sus búsquedas, las familias que tienen personas desaparecidas en la alcaldía Álvaro Obregón, de la Ciudad de México, temen hablar de sus casos públicamente, dicen, porque conviven con los perpetradores de los crímenes. Con sigilo y bajo reserva de sus identidades y las de sus familiares buscados, cuatro de las familias presentes durante una nueva búsqueda en la barranca de Tarango, confirmaron a desinformémonos, este temor.

“Muchas familias de aquí están buscando por su cuenta, la mayoría de las que he encontrado, se mueven de forma independiente, ni en colectivos y tampoco quieren andar con mucha gente, porque se van cuidando de dar información de sus casos”, explicó una de las presentes. En general, su trabajo de denuncia se concentra en pegar fotovolantes y lonas impresas con las pesquisas de sus familiares, algo notorio durante el recorrido camino al sitio de búsqueda, que culminó este viernes 23 de mayo.

“La mayoría vivimos cerca de dónde desaparecieron a nuestros familiares. Entonces, ese es el miedo que a uno le da, porque aparte conoces a otras que ya les han sacado armas, además de amenazas verbales, y esa es una situación en la que nadie quiere estar”, agregó.

El silencio obligado por la violencia, y atizado por la sugerencia de los funcionarios ministeriales, que indican a las madres que es mejor que no comenten los avances que puedan lograr, hacen de la alcaldía Álvaro Obregón un espacio al márgen del escrutinio público, usualmente promovido por la denuncia de las víctimas. La desconfianza es tal, que las familias excluyeron expresamente convocar a las autoridades locales de participar en la semana de búsqueda en Tarango.

“La expectativa de ésta búsqueda es encontrar hallazgos, porque ya ha habido indicios positivos referente a casos de desaparición reportados. El lugar está lleno de cuevas y queremos ver si, a lo mejor, hallamos cuerpos allí o evidencia que sea útil. Sabemos que alrededor de las barrancas hay muchas bandas que se dedican al crimen y pues, cada vez que estamos aquí, hay halcones viendo qué hacemos”, explicó otra familia.

Vigiladas
Exactamente del otro lado de la barranca, recortada como una silueta frente a un camión refresquero que surte una tienda, un hombre vestido de negro recuesta su cuerpo sobre el alambrado, mirando hacia las buscadoras, con las manos en alto. “Es el mismo de toda la semana, ni siqueira se ha cambiado de ropa”, apuntó una de las presentes.

Cuando dos de los policías encargados del resguardo de las brigadistas llegaron a dónde el hombre estaba, ya se había ido. Tampoco lo buscaron. “Las autoridades nos dicen que no hay nada, que no te preocupes, que no pasa nada y lo que hacen es acelerar un poco más la búsqueda, pero no detienen a nadie. No entrevistan a esa gente del por qué nos está amedrentando, hacen como si no pasara nada. Y eso que aquí está más tranquilo, por lo menos se han acercado sigilosamente, contrario a otras áreas como Jalalpa, que sí nos han amenazado directamente a todos los de las búsquedas: ´qué hacen aquí, lárguense de aquí´, nos dijeron. Llegan a dónde estás, a hacer que te vayas”, explicaron las familias.

Tampoco hacen tareas de recolección de información, incluso cuando como en este caso, hubo dos agentes del Ministerio Público encargados de algunas de las carpetas de las presentes, que pasaron la jornada sentados: no se acercan a los vecinos a conseguir datos, no preguntan nada.

“Sería algo lógico, ¿no? Que ya que están aquí, se desplieguen, ¿Por qué no preguntarle a los vecinos que han sabido, cómo está la zona, o con el pretexto de ayudarles, ganar confianza para que puedan hablar un poco del problema de inseguridad que tienen, pero no lo hacen”

Precaria y peligrosa

Las barrancas son un punto de interés para la búsqueda de personas desaparecidas desde el año 2021, cuando lograron entrar por primera vez a buscar restos óseos en una de ellas. Previo a esta semana búsqueda, han trabajado en el deprimido que va desde el Panteón Tarango hasta el nuevo Panteón Jardín, también han hecho jornadas de trabajo en la barranca de Canotillo, que dado su menor tamaño logró completarse, y en la mencionada Jalalpa, dónde se logró buscar sólo en la parte superficial, debido a la gran cantidad de basura que acumula el sitio, y a la inseguridad antes mencionada.

A la barranca dónde buscaron entre el lunes 19 y el viernes 23 de mayo, ya habían acudido previamente dos veces en los últimos dos años, pero entrando a la zona de interés por la parte de abajo. Esta es la primera vez que la brigada de búsqueda accede entrando por el barrio, llamado el Queso, que es una pequeña ratonera con una sola vía de entrada y salida. Incluso, la comisión de búsqueda de la ciudad de México envió unidades más pequeñas para el traslado de las buscadoras, ya que los camiones escolares o del RTP que utilizan usualmente, no caben.

Parados casi en vertical, el calor del día sumado a los olores que desprende el basurero dónde se busca, complicaron la tarea. Con cuidado de no resbalar, de no cortarse con los vidrios y el cascajo que abunda en la zona, las familias completaron la revisión del área prevista, sin hallazgos óseos, pero con cientos de prendas de ropa que rescataron cada día y extendieron en el piso para visualizarlas mejor. La ropa fue recogida por los funcionarios, y puesta en bolsas de basura, que luego desecharon.

“Creo que esta zona está así abandonada por otros intereses. Desde el Gobierno de (Marcelo) Ebrard -al frente del entonces Distrito Federal, entre 2006 y 2012- empezaron las especulaciones de que quieren quitar las barrancas para hacer unidades habitacionales, comenzaron los incendios y se empezó a ver el abandono”, explicaron las familias.

La ocupación desregulada del espacio, junto al mal manejo de las aguas negras de las casas que vierten su drenaje directo a la barranca (un grueso caño negro no dejó de verter agua sucia durante toda la semana de búsqueda) y al nulo planeamiento urbano, que da su particular característica al lugar de calles empinadas y cerradas aportandole al barrio una sensación de laberinto, son causas estructurales que afectan tanto a quienes la habitan como a quienes llegan a ellas para buscar pistas de los suyos.

“Todo el lugar es un peligro, no sólo para nosotras. Si ocurriese un deslave por las lluvias, o el vertido del drenaje constante, porque las barrancas no están pensadas para que hubiera tanta vivienda. Pero las autoridades no hacen limpieza del lugar, ni campañas para que los mismos ciudadanos colaboren, todo el mundo lo sigue haciendo”, explicaron. Sólo las familias se acercan a limpiar, porque es la forma que tienen de revisar más abajo, de hallar indicios, y de mover a las instituciones encargadas, más allá de su estática costumbre.