Calderón, EPN y AMLO espiaron con Pegasus .

  • ÍNDICE POLÍTICO .

/ FRANCISCO RODRÍGUEZ /espionajeMuchos miles de millones del presupuesto nacional, asignado a las pomposas oficinas de inteligencia, se han gastado en importar armamentos obsoletos con moches por adelantado, mantener orejas y matones y perseguirnos al 99% de mexicanos que nunca estuvimos en el nicho de protegidos y favoritos del régimen.

Cayó la cortina de humo después del reportaje del The New York Times de 2015 que descubrió la red de coyotes mexiquitas al mando de Enrique Peña Nieto atrás de la compra del equipo israelí Pegasus, grabando imágenes y audios de inconformes, fueron para “combatir al crimen organizado”, cubriendo las espaldas de la pandilla de Los Pinos.

“Preocupantes”, dijeron en todos los tonos los observadores más acreditados desde el exterior, los fenómenos de corrupción, impunidad, espionaje y sometimiento al narcotráfico y al crimen organizado. “Complicitados, el conservadurismo feroz y los criminales de baja estofa”, añadieron.

Desde el fin de semana Peña Nieto está nuevamente en el huracán del espionaje y la corrupción del que quiere salir sin que nadie crea que tal sea posible.

Y es que justo el sábado 5 de julio, Aristegui Noticias dio a conocer que “el diario israelí The Marker reveló un arbitraje secreto entre dos empresarios de esa misma nacionalidad, Avishai Neriah y Uri (Emanuel) Ansbacher, en el que se sostiene que ambos ‘invirtieron’ de manera conjunta 25 millones de dólares en el expresidente Enrique Peña Nieto entre los años 2012 y 2018.

“En una nota firmada por el periodista Gur Meggido, se revela que Neriah y Ansbacher “agasajaron” a Peña Nieto con esos 25 millones de dólares para obtener ‘lucrativos contratos con su administración’.

“El artículo lleva un título más que sugerente: ‘Invertimos 25 millones de dólares en el presidente: El arbitraje secreto que revela cómo Avishai Neriah y Uri Ansbacher se repartieron México’”.

NSO Group, empresa exitosa y perseguida

El software Pegasus fue creado por la empresa NSO Group que nació en 2010 en Herzliya, una ciudad de menos de 100 mil habitantes situada cerca de Tel Aviv. Lo hizo de mano de Niv Carmi, Shalev Hulio, y Omri Lavie, tres antiguos agentes del cuerpo de ciberinteligencia del ejército de Israel. Lo hizo, según sus propias palabras, para permitir a los gobiernos “monitorizar y capturar a terroristas, traficantes de droga, pedófilos y otros criminales con acceso a tecnología avanzada”. Hoy la empresa vale más de mil millones de dólares.

Shalev Hulio dirige NSO Group. Estados Unidos lo ha acusaso de espiar más de mil 400 celulares, mientras que su empresa ha sido relacionada con el ‘hackeo’ al móvil de Jeff Bezos, CEO de Amazon, con un ciberataque a WhatsApp e incluso con más de una decena de ciberespionajes a personalidades públicas y activistas de los derechos humanos en países como Arabia Saudí, Israel, Estados Unidos, Turquía, Tailandia, Qatar, Kenia, Uzbekistán, Mozambique, Marruecos, Yemen y Hungría. Esta es la larga y (muy) polémica historia de Shalev Hulio y NSO Group.

El primer gran contrato conocido de esta empresa israelí llegó en 2012, cuando el gobierno de Peña Nieto le pagó 20 millones de dólares para luchar contra el narcotráfico. Una de sus mayores víctimas fue El Chapo Guzmán, atrapado precisamente gracias a la tecnología israelí. La popularidad de NSO subió tanto que en 2014 el fondo Francisco Partners decidió comprarla por 130 millones de dólares… y apenas un año después, con cerca de 500 empleados, la puso en venta por 1.000 millones de dólares, casi 10 veces lo que había pagado por ella en 2014. La ‘oferta’ no tuvo mucho éxito, pero en 2019 Hulio y Lavie consiguieron recomprar su propia empresa gracias a la ayuda del fondo londinense Novalpina Capital.

¿Fuerza bruta para avanzar en democracia?

Para los observadores internos e internacionales, durante el peñato la sociedad cumplió un papel catatónico, testimonial. Los desatados fruncionarios tomaban decisiones a su antojo y medida, sin obedecer un solo parámetro legal que se respetara. Todo a la deriva, argumentaron: el país esperando que lo engulleran, que lo masacraran, que lo avergonzaran.

Funcionarios de seguridad, respaldados por plumas y loros radioeléctricos a modo, se atrevieron a decir durante seis largos años que se usaba la fuerza bruta para hacer avanzar la democracia y la libertad, como única garantía de estabilidad en un mundo que debía apoyarse en la barbarie de los sistemas dizque políticos. ¿Le suena eso?

El paranoico de Los Pinos, Peña Nieto, llegó a expresar ante las críticas sobre la compra del aparato de espionaje: “cierto; a veces yo mismo me siento espiado”. Lo decía el mismo delincuente social que según la Comisión Económica para América Latina había impulsado la más injusta distribución hemisférica del ingreso.

Todo el aparato gubernamental de seguridad, al servicio de las órdenes de los Estados Unidos, sin saber que allá los tenían “clavados”. Confesaba públicamente sus arrojos de espía Peña Nieto, el que había provocado que 200 mil personas con acciones en la Bolsa de Valores acaparasen el cincuenta por ciento de la riqueza nacional.

 

El círculo de Gamboa Patrón tras la venta de Pegasus

Pero como hasta para espiar y exterminar fueron incapaces, las investigaciones ciudadanas llevaron a descubrir el secreto: el grupo de interés que rodeaba a Emilio Gamboa Patrón estaba metido hasta el cogote en el espionaje.

Uno de sus lavadores y mendicantes de dinero, Rodrigo Ruiz de Teresa, era el vendedor del equipo de espionaje Pegasus, el sujeto resultó ser hijo de Guillermo Ruiz de Teresa, el mismo que había recibido de Gamboa Patrón el regalo de la Coordinación General de Puertos y Marina Mercante de la SCT.

El círculo se cerraba en torno de Genaro Borrego, sucesor de Gamboa en el IMSS y alto ejecutivo y paniaguado de El Diablo Fernández, dueño de la embotelladora regiomontana de Coca-Cola Femsa y de la cadena Oxxo. Una auténtica pandilla al servicio de la claque mayor, la llegada de Atracomulco.

¿Hubo moche$ para quienes compraron equipos de espionaje en ese sexenio? Sí. Lo acaban de confirmar los dos empresarios israelíes en pugna.

¿Vendió con sobreprecio, como se acostumbra en estos casos, la empresa de Rodrigo Ruiz de Teresa, para hacer llegar el tributo correspondiente a quienes le consiguieron los “bisnes”? Sí. Por supuesto.

Felipe Calderón, primero en usar el software

Y le digo que es “como se acostumbra”, porque el 13 de Junio de 2013 le platiqué aquí que “a cambio de apoyos poco claros para la frustrada campaña presidencial del panista Ernesto Cordero Arroyo, el fallido gobierno calderonista permitió y quizá hasta alentó que la Secretaría de la Defensa Nacional hiciera un sobrepago de casi 105 millones de dólares al proveedor de equipos de cómputo para espionaje –intervención de conversaciones en teléfonos móviles, extracción de mensajería (SMS), correos electrónicos, listas de contactos, fotografías– al proveedor José Susumo Azano Matsura, quien hoy se dice muy cercano al favorito de Palacio Omar García Harfuch… por aquello de la compra-venta de aparatos de espionaje.

En aquella ocasión le platiqué que, según la prensa israelí, los equipos vendidos por Azano Matsura –el sistema de espionaje Pegasus, entre otros— tuvieron un costo de 15 y medio millones de dólares y él los revendió a la Sedena, en varias etapas, en un monto superior a los 120 millones de dólares, lo que representa un margen bruto de utilidad del 875% sobre el precio de venta. En otros dispositivos vendidos al Ejército, el margen “de utilidad” –un verdadero robo– varió del 40% hasta el 60% del monto de sus contratos, basados en la información pública a la que se tuvo acceso.

Todavía más: La Sección Segunda del Estado Mayor de la Sedena (Inteligencia) informó a sus superiores, en su momento, sobre el artículo aparecido en uno de los medios informativos de Israel el 18 de octubre de 2012, donde se da cuenta del verdadero costo de Pegasus, pero dicen que por discreción e institucionalidad –cualquier cosa que por tal entiendan los uniformados— nunca prosperó una investigación ordenada al respecto.

¿A dónde, entonces, fueron parar esas exorbitantes “ganancias” de José Susumo Azano Matsura?

Muy buena parte de ellos a la campaña de Cordero que nunca llegó a buen puerto.

La historia retrata de cuerpo entero la corrupción de los blanquiazules que antes y después de usufructuar el poder público para su beneficio, se desgarraban las vestiduras y se mesaban las barbas apuntando con índice flamígero a los corruptos priístas.

Hoy la pregunta es: ¿La 4T sigue usando Pegasus?

La respuesta es sí. Tal como ya lo hizo en el primer sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

Indicios

Son siete softwares de los que se tiene evidencia que han sido contratados por gobiernos federales y estatales mexicanos, según lo documentado por organizaciones especializadas. Estos son son FinFisher, Galileo y DaVinci (de la empresa Hacking Team); y Geomatrix, Narus, Verint y Pegasus (este último de la firma NSO Group). * * * Por hoy es todo. Le envío mi reconocimiento por haber leído este Índice Político y le deseo, como siempre, ¡buenas gracias y muchos, muchos días!

https://www.indicepolitico.com
indicepolitico @gmail.com
@IndicePolitico
@pacorodriguez