“Cambios estructurales en el cerebro”. Otra cara de la tormenta.

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/Raúl Zibechi/

Cuando hablamos sobre la tormenta, en general nos referimos a las guerras en curso o a las que vendrán (desde la guerra militar entre Estados hasta las guerras de despojo contra los pueblos) y a los fenómenos climáticos que, habitualmente, se nombran como cambio o caos climático. Sabemos que existen otras dimensiones de la tormenta, o de esa gigantesca Hidra Capitalista como la nombra el EZLN, aunque raras veces le entramos a esas variantes.

Días atrás se publicó un interesante reportaje sobre el papel de la internet en los cambios cerebrales y de conductas, que recoge diversos estudios académicos y científicos, bajo el título “‘Podredumbre cerebral’ o lo que el abuso de contenido basura en internet puede hacerle a la mente” (El País, 26/12/2024).

Para quienes desconocemos las cuestiones relacionadas con el funcionamiento del cerebro, el subtítulo de la nota es muy preocupante: “La adicción a las redes sociales reduce la materia gris, acorta la capacidad de atención, debilita la memoria y distorsiona procesos cognitivos”.

He comprobado que muchas personas sabemos que la capacidad de atención se debilita con la permanente exposición a las redes sociales, que la reducción del umbral de atención hace más difícil el aprendizaje que naturalmente requiere concentración y no solamente pasar de una pantalla a otra en busca de novedades. El hecho de que el foco de atención salte de modo casi permanente, hace casi imposible dicha concentración que, como se sabe, ha sido una de las variables más importantes en el desarrollo de la humanidad.

En relación a la atención, uno de los estudios citados por El País destaca que “el uso desordenado de pantallas puede afectar negativamente las capacidades cognitivas”, ya que “la atención se considera fundamental para otros aspectos del pensamiento, ya que es el cuello de botella cognitivo tanto para procesar la información entrante como para desplegar recursos atencionales hacia afuera” (https://link.springer.com/article/10.1007/s11065-023-09612-4).

Pero hay muchísimo más, y realmente grave. Un estudio publicado en la revista científica Nature destaca que se constata “una reducción de la materia gris de la amígdala craneal izquierda, la corteza cingulada anterior izquierda y la corteza prefrontal dorsolateral” (https://www.nature.com/articles/s41380-021-01315-7).

Consulté con especialistas para entender algo, y aseguran que las regiones craneales afectadas están relacionadas con la defensa ante el peligro, con la sobrevivencia y también con la capacidad de razonamiento y de abstracción, en ese orden.

Pasolini y la revolución burguesa

Como he dicho, no soy especialista en las cuestiones que comento y, probablemente, existe cierto alarmismo y contra tendencias que no se han tomado en cuenta. Sin embargo, para quienes estamos vinculados a la resistencia de los pueblos al capitalismo y a los movimientos que buscan superarlo, las consecuencias de este desarrollo de la tecnología pueden ser tremendas para el proceso emancipatorio de nuestras sociedades.

Hace ya medio siglo, en le década de 1970, Pier Paolo Pasolini consideró que los grandes medios y el consumismo –que iniciaban su influencia devastadora en esos años en el seno del capitalismo desarrollado– promovían una “mutación antropológica”. Una de las comentaristas de su concepto lo define como “la desaparición de toda diferencia o de una multiplicidad de modos diversos de poder ser auténticamente hombres” (Edith Beatriz Pérez en http://www.scielo.org.co/pdf/lthc/v20n1/0123-5931-lthc-20-01-00227.pdf).

Medio siglo después, podemos apreciar en toda su tremenda dimensión el papel del consumismo, los grandes medios y la televisión, en el achatamiento de las resistencias en nuestras sociedades. En “Escritos corsarios”, el cineasta dice que “el poder ha decidido que seamos todos iguales […] el ansia de consumo es un ansia de obediencia a un orden no mencionado”. Y va más lejos al decir que la tolerancia es “la peor represión de la historia humana”.

Como es fácil comprender, Pasolini rechazaba el progresismo y pensaba que Italia vivía una “revolución de derecha”. Agrega que vivimos un nuevo fascismo que promete “comodidad y bienestar” y que el consumismo ha desacostumbrado a las personas a la resistencia y el sacrificio, ideas que lo vinculan a Walter Benjamin en sus “Tesis sobre la Historia”.

La mutación de los valores, “la uniformidad de la muchedumbre” que Pasolini observa en las calles, es sencillamente la erosión de las diferencias, de la cultura obrera que impregnó las sociedades europeas hasta la década de 1960, cuando era posible no sólo resistir sino imaginar otro mundo. Sin cultura propia, sin esa diferencia primordial, no es posible ni resistir ni construir, como nos enseñan estos años los pueblos originarios. Por eso en “Cartas luteranas” concluye: “Entre 1961 y 1975 algo esencial ha cambiado: ha habido un genocidio, culturalmente se ha destruido un pueblo”.

Redes sociales y emancipación

La exposición a las redes sociales parece estar cerrando el círculo de la “mutación antropológica”, pero de modo más profundo si cabe: ahora estamos no sólo ante cambios en las conductas, ante el planchado de las diferencias, sino también ante modificaciones estructurales en los cerebros.

Cómo esto habrá de traducirse en la acción colectiva es, por ahora apenas, una interrogante o hipótesis. Pero no cabe duda de que está fortaleciendo los poderes de arriba y, por lo tanto, debilitando los de abajo. Son tecnologías que el sistema difunde sabiendo que debilitan las resistencias, atomizan a las personas y los movimientos, y reducen así los riesgos del capitalismo. Para los movimientos, es momento de conocer, debatir y tomar decisiones. ¿Cuáles? Cada quien a su tiempo podrá hacerlo.

Aquí sólo puedo recordar que las bases de apoyo del EZLN señalan que utilizan la internet, pero que la controlan, que no se dejan modelar por las redes sino que las utilizan en su propio interés y según sus modos y tiempos.

Conozco la experiencia de los guaraní mbya en Brasil, en el Territorio Indígena Tenondé Porá, en los bosques de Sao Paulo. Las comunidades decidieron regular la conexión a internet, de modo que cada día la abren durante un tiempo limitado, a una hora en que las niñas y niños están preparándose para dormir.

Pueden existir otros modos de regular y filtrar las influencias del afuera. Las autonomías se manifiestan también en esas regulaciones: no niegan la tecnología pero la subordinan a sus intereses, sabiendo que no hay nada neutro en el mundo. Tiempos de aprendizajes, tiempos de resistencias.