*En el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, la exigencia no es solo simbólica: se trata de reconstruir un sistema que dignifique la vida de las mujeres, sin importar su código postal, condición laboral o nivel socioeconómico.
19.10.2025 México.- En el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, México enfrenta una realidad crítica: la enfermedad sigue siendo la principal causa de muerte por tumores malignos entre mujeres. A pesar de los esfuerzos institucionales, la detección tardía y las barreras de acceso continúan marcando la diferencia entre la vida y la muerte.*
En 2025, el cáncer de mama se mantiene como la primera causa de muerte por cáncer en mujeres mexicanas. Las cifras más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) revelan un incremento sostenido en la incidencia y mortalidad:
Casos nuevos: Se estiman cerca de 30,000 nuevos diagnósticos anuales, más del doble que hace una década.
Defunciones: En 2024 se registraron 8,384 muertes, el 99.2% en mujeres.
Edad crítica: La tasa de mortalidad más alta se concentra en mujeres mayores de 80 años, con 79.6 defunciones por cada 100,000 mujeres, seguida por el grupo de 70 a 79 años con 57.2.
Zonas urbanas: El 88.4% de las muertes ocurrieron en áreas urbanas, lo que revela una paradoja entre concentración de servicios y persistencia de diagnósticos tardíos.
Casos en hombres : Aunque minoritarios, se reportaron 67 casos en hombres, lo que representa el 0.8% del total.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo siguen siendo los mismos, pero su prevalencia se ha intensificado en ciertos grupos poblacionales:
– Antecedentes familiares de cáncer de mama.
– No haber tenido hijos o haber tenido el primero después de los 30 años.
– Menopausia tardía y no haber amamantado.
– Obesidad, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol y sedentarismo.
– Uso prolongado de terapia hormonal de reemplazo.
Estos factores se combinan con determinantes sociales como el nivel educativo, el acceso a servicios de salud y la cobertura de programas preventivos.
Diagnóstico y tratamiento: avances y rezagos
La mamografía sigue siendo el método más eficaz para la detección temprana. Sin embargo, el 90% de los casos aún se diagnostican en etapas avanzadas (fase 3 o 4), lo que reduce drásticamente las posibilidades de supervivencia.
Diagnóstico: Se realiza por palpación de bultos o mediante mamografía. La autoexploración sigue siendo una herramienta útil, pero no suficiente
Tratamiento: Incluye cirugía, radioterapia y quimioterapia. Cuando se detecta a tiempo, los tratamientos son menos invasivos y con mejor pronóstico.
En el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, la atención oncológica en México revela profundas brechas estructurales. Cuatro obstáculos persisten y se agravan:
L marginación territorial, la escasez de servicios de detección, la discontinuidad en el tratamiento y el debilitamiento presupuestal del programa nacional. Estos factores no solo dificultan el diagnóstico oportuno, sino que condenan a miles de mujeres a enfrentar la enfermedad en condiciones de desventaja institucional.
Territorio marginado: el cáncer como reflejo de desigualdad
En 2025, las mujeres que habitan zonas rurales, indígenas o periféricas enfrentan barreras sistemáticas para acceder a mamografías y atención especializada. Según el informe “Reduciendo la brecha de equidad en la atención oncológica para la mujer en México” de Economist Impact, factores como la distancia geográfica, la falta de transporte público, el desconocimiento de los servicios disponibles y la escasez de personal médico capacitado limitan el acceso a diagnósticos oportunos.
En estados como Guerrero, Oaxaca y Chiapas, menos del 30% de las mujeres en edad de riesgo acceden a una mamografía anual. La infraestructura hospitalaria es insuficiente y los centros de salud comunitarios carecen de equipos de imagenología. Esta marginación territorial convierte al cáncer de mama en una enfermedad más letal en contextos rurales que en zonas urbanas.
Detección temprana: una promesa incumplida< La mamografía sigue siendo el método más eficaz para detectar el cáncer de mama en etapas iniciales. Sin embargo, en muchas regiones del país, los servicios de detección temprana son escasos o inexistentes. El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) reporta que la cobertura de mastografía ha disminuido en términos reales desde 2020, ubicándose por debajo de los estándares internacionales. La pandemia de COVID-19 provocó una caída abrupta en los programas de tamizaje, y aunque algunos servicios se han reactivado, la recuperación ha sido desigual. En 2025, solo el 43% de las mujeres entre 40 y 69 años accedieron a una mamografía en el último año. En zonas con alta marginación, la cifra desciende a menos del 20%. Tratamiento discontinuo: el riesgo de la fragmentación. Una vez diagnosticadas, muchas pacientes enfrentan otro obstáculo: la falta de continuidad en el tratamiento. La atención integral —que incluye cirugía, quimioterapia, radioterapia, seguimiento psicológico y rehabilitación— no está garantizada, especialmente para mujeres sin seguridad social. El informe del INEGI sobre defunciones por cáncer de mama en 2024 señala que el 88.4% de las muertes ocurrieron en zonas urbanas, pero muchas de ellas corresponden a mujeres que no pudieron completar su tratamiento por falta de recursos, desabasto de medicamentos o interrupciones en el sistema público. Organizaciones civiles han documentado casos en los que las pacientes deben esperar meses para recibir quimioterapia o trasladarse cientos de kilómetros para acceder a radioterapia. Esta fragmentación institucional vulnera el derecho a la salud y reduce las posibilidades de supervivencia. Presupuesto en retroceso: el debilitamiento del programa nacional El Programa Nacional de Prevención y Control del Cáncer de Mama, creado para coordinar acciones de detección, tratamiento y seguimiento, ha sufrido una reducción presupuestal sostenida desde 2022. El Centro de Estudios de las Finanzas Públicas advierte que, en términos reales, el financiamiento destinado a este programa ha disminuido, afectando la compra de insumos, la capacitación de personal y la operación de unidades móviles. En 2025, el programa opera con recursos limitados, sin capacidad para ampliar su cobertura ni garantizar atención integral en todo el país. Esta reducción presupuestal contradice el discurso oficial de combate al cáncer y deja a miles de mujeres fuera del sistema de protección. Los cuatro obstáculos descritos —marginación territorial, escasez de servicios de detección, discontinuidad en el tratamiento y debilitamiento presupuestal— configuran un escenario de desigualdad estructural. El cáncer de mama no solo es una enfermedad biológica, sino un síntoma de las fallas del Estado en garantizar el derecho a la salud con equidad.












