*En el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, México enfrenta una realidad que no mejora: el cáncer de mama sigue siendo la principal causa de muerte por tumores malignos en mujeres. A pesar de campañas, reformas y avances tecnológicos, la detección tardía, la desigualdad territorial y las fallas estructurales en el sistema de salud mantienen la enfermedad como una sentencia silenciosa para miles de mexicanas cada año.
Radiografía epidemiológica: más casos, más muertes, menos tiempo
En 2025, el cáncer de mama se confirma como la primera causa de muerte por cáncer en mujeres mexicanas. Las cifras más recientes del INEGI y del Instituto Nacional de Cancerología (INCan) revelan un incremento sostenido:
– Se estiman más de*30,000 nuevos casos anuales, lo que representa un aumento del 114% respecto a la década anterior.
– En 2024, se registraron 8,384 muertes por cáncer de mama, el 99.2% en mujeres.
– La edad promedio de diagnóstico se mantiene en 58.2 años, pero con un aumento de casos en mujeres menores de 45 años, especialmente en zonas urbanas.
– El 88.4% de las muerte* ocurrieron en áreas urbanas, lo que revela una paradoja: mayor concentración de servicios, pero persistencia de diagnósticos tardíos.
– Aunque minoritarios, se reportaron 67 casos en hombres, lo que representa el 0.8% del total.
Detección tardía: el talón de Aquiles del sistema mexicano
El dato más alarmante se mantiene: el 90% de los casos se detectan en etapas avanzadas (fase 3 o 4). Esto implica tratamientos más agresivos, menor tasa de supervivencia y mayor carga económica para las familias y el sistema de salud.
La mamografía sigue siendo el método más eficaz para la detección temprana, pero su cobertura es limitada. En 2025, solo el **43% de las mujeres entre 40 y 69 años** accedieron a una mamografía en el último año, según datos del Observatorio Mexicano de Cáncer.
Factores de riesgo: entre lo biológico y lo estructural
Los factores de riesgo siguen siendo los mismos, pero su prevalencia se ha intensificado:
– Antecedentes familiares de cáncer de mama.
– No haber tenido hijos o haber tenido el primero después de los 30 años.
– Menopausia tardía y no haber amamantado.
– Obesidad, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol y sedentarismo.
– Uso prolongado de terapia hormonal de reemplazo.
A estos se suman determinantes sociales: nivel educativo, acceso a servicios de salud, violencia estructural, precariedad laboral y desinformación.
Diagnóstico y tratamiento: avances tecnológicos sin cobertura universal
En los últimos cinco años, México ha incorporado tecnologías como la mamografía digital, la biopsia guiada por imagen y tratamientos personalizados con inmunoterapia. Sin embargo, estos avances no están disponibles en todo el país.
– El diagnóstico temprano sigue dependiendo de la autoexploración y la mamografía, pero en muchas regiones no hay equipos ni personal capacitado.
– El tratamiento** incluye cirugía, radioterapia, quimioterapia y hormonoterapia. Cuando se detecta a tiempo, los tratamientos son menos invasivos y con mejor pronóstico.
– En 2025, el acceso a medicamentos oncológicos sigue siendo desigual. El desabasto persiste en al menos 12 entidades federativas, según reportes de organizaciones civiles.
Retos estructurales: el cáncer como síntoma de desigualdad
A pesar de campañas institucionales, jornadas de concientización y reformas legales, persisten obstáculos graves:
– Las mujeres en zonas rurales y marginadas enfrentan mayores dificultades para acceder a mamografías y atención especializada.
– En muchas regiones, los servicios de detección temprana son escasos o inexistentes.
– La continuidad en el tratamiento y la atención integral no está garantizada, especialmente para pacientes sin seguridad social.
– La cobertura del Programa Nacional de Prevención y Control del Cáncer de Mama se ha reducido en términos reales desde 2022, según el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas.
El Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama en 2025 no solo debe ser una jornada de sensibilización, sino un llamado urgente a rediseñar las estrategias de salud pública. Es necesario fortalecer la infraestructura, garantizar el acceso universal a la detección temprana y asegurar tratamientos oportunos y dignos. La vida de miles de mujeres depende de ello.