/ Por Denise Dresser (*) /
Carta abierta a Luis Cresencio Sandoval:
Usted tiene el pecho lleno de medallas, repleto de condecoraciones.
Usted es secretario de la Defensa Nacional, general del Ejército, hombre de poder.
Pero al verlo en el Senado, sentado en silencio, impasible ante los reclamos, parecería que no comprende su papel en una democracia.
Al negarse a rendir cuentas, la amenaza tanto o más que los criminales que dice combatir.
Su papel es servir, pero no sólo a un Presidente o a un gobierno.
Usted sirve al Estado mexicano, construido sobre una Constitución, edificado sobre leyes que todos estamos obligados a cumplir, aunque los poderosos se rehúsen a hacerlo.
El silencio que guarda, los secretos que oculta, las respuestas que no quiere proveer son una señal ominosa.
Hay tanto que urge aclarar, y que los mexicanos tenemos derecho a saber.
Los motivos detrás del espionaje militar a periodistas y activistas.
Las razones por las cuales el Ejército sabe cómo opera el narcotráfico, pero no necesariamente lo desarticula.
La transformación de las Fuerzas Armadas en un conglomerado administrativo, político y empresarial.
Todo lo que #SedenaLeaks ha revelado y continuará revelando.
Y usted, en vez de explicar, se escabulle.
En lugar de informar, sonríe con sorna.
Como si bastara con pararse al lado del Presidente, o detrás de la secretaria de Seguridad Pública, y buscar que ellos hablen por usted.
Pero no basta, y seguiremos recordándoselo luego de cada Guacamayazo.
Porque el hackeo evidencia lo que está ocurriendo mientras la clase política aplaude la militarización y convence a la ciudadanía de hacerlo también.
Cosas que usted sabe y ha callado.
Según una investigación reciente difundida por “El Universal” y basada en decenas de reportes militares obtenidos por los #GuacamayaLeaks, el 72% del país está ocupado por uno o más cárteles del narcotráfico.
La primera minoría en territorio es la del Cártel de Sinaloa, la segunda es la del CJNG, y la tercera es el Cártel del Golfo.
Hay más de 80 grandes organizaciones y 16 bandas delictivas reportadas entre 2017 y 2022.
Hay grupos delictivos crecientes, dedicados al robo de combustible, y al tráfico de migrantes.
México se está convirtiendo en un país disputado, estado tras estado, metro por metro.
Mientras usted y la Secretaría que encabeza reciben recursos a manos llenas, megaobras para construir y contratar, leyes que los protegen, beneplácito presidencial que los ampara.
Parecería que hacen de todo, menos aquello para lo cual se les empoderó desde 2007.
El crimen crece, la violencia acecha, el narco avanza.
Pero la Sedena prioriza la vigilancia a feministas, el ocultamiento de información sobre Ayotzinapa, la planeación de una línea aérea, el seguimiento al embajador estadounidense Ken Salazar, y la elaboración de leyes para acumular más poder sin vigilancia civil.
El Ejército no está protegiendo a la población, ni deteniendo a quienes la asolan.
Se ha convertido en cabildero, guía de turistas para la familia presidencial, gestor de obras, escolta del director de Pemex, aduanero, tapadera, chambista multiusos.
Y convidado de piedra a una bacanal de corrupción.
Según los #SedenaLeaks, usted estuvo enterado de los lazos entre funcionarios y el crimen organizado en Tabasco, pero no dio órdenes para actuar.
Conoció los movimientos de Caro Quintero, pero no lo mandó aprehender.
Sabía de la pugna entre cárteles de la droga en CDMX, pero no se coordinó con autoridades de la ciudad para impedir su expansión.
Fue advertido que el crimen organizado atacaría Caborca, pero ignoró esa información.
La Sedena sabía que el AIFA no cumpliría con los requisitos para ser rentable, y aun así prosiguió con la construcción.
Está al tanto de marinos y militares apoyando a huachicoleros en cuatro estados.
Está consciente que ha disminuido la destrucción de plantíos de mariguana y amapola.
De ahí la urgencia y la relevancia de las preguntas para usted.
¿La parálisis de la Sedena frente al avance territorial del crimen organizado y el narcotráfico deviene de una orden presidencial?
¿Comparte la información que posee con López Obrador o se la guarda?
¿Su lealtad sigue siendo al gobierno civil del país? Porque su pecho convertido en bodega despierta dudas legítimas.
Su evasión prende focos rojos.
En México está surgiendo un Estado criminal, y hoy —mi general— no sabemos en qué bando está.—
Ciudad de México.
Correo: denise.dresser@mexicofirme.com
*) Periodista