/ Por Beatriz Pagés /
Señoras y señores legisladores del PRI:
López Obrador les ha dicho que tienen la “oportunidad histórica” de decidir de qué lado están. De si “van a seguir siendo salinistas o si van a retomar el camino de Lázaro Cárdenas”. De si insistirán en ser neoliberales o corregirán el rumbo para regresar al nacionalismo revolucionario. Los retó a escoger entre el pueblo y los empresarios.
La exhortación que les hace el presidente a ser leales a sus orígenes sociales es falsa. Por no decir hipócrita. Detrás de su arenga moralista y de ese llamado a su conciencia histórica hay una amenaza bastante clara: Estas conmigo o contra mi. La invocación del cardenismo, del juarismo o indigenismo son meros recursos de su acostumbrada simulación democrática.
La verdadera disyuntiva no está en ser fieles al país que existió hace ochenta años sino al México que tenemos enfrente. El verdadero reto no estriba en saber responder al pasado, sino en tener el valor de enfrentar el presente para dejar la puerta abierta al futuro.
Dejen de engañarse y de pretender engañar a otros. La única razón por la cual ustedes votarían a favor de la reforma eléctrica propuesta por el régimen es por miedo. Temor a lo que todos sabemos. ¿Para que repetirlo?
El presidente no se equivoca al pedirles que aprovechen esta “oportunidad histórica” para que los mexicanos sepan de una vez, por todas, de qué lado están. De si están a favor de consolidar la dictadura en ciernes que encabeza López Obrador o si todavía piensan en algún momento, –ya no en ustedes–, sino en el país.
En este caso el dilema no puede ser más obvio: autocracia, represión, fin de la división de poderes, de las libertades, del Estado de derecho o democracia. Así de simple. La pregunta que ustedes tienen que hacerse es si están dispuestos a condenar al pueblo de México a seguir viviendo bajo un autoritarismo degradante y destructivo que socava día a día los cimientos de los república o si, por primera vez en mucho tiempo, están dispuestos a exponer un poco de “pellejo” por la nación.
El PRI no necesita de foros o de parlamentos abiertos –que nadie atiende– para saber que esta reforma conecta directamente al país con el abismo. Sabe que se trata de una iniciativa eminentemente expropiatoria que, al permitir otra vez, los monopolios públicos, abriría la puerta a la “venezolización”. Después de dar a la CFE todo el control del sistema eléctrico vendrían, ¿por qué no?, otros intentos de concentración de poder. ¿Qué tal un monopolio informativo, uno bancario o de producción de alimentos?
Hay quien ha dicho: “El PRI no se dejará presionar, ni por el gobierno, ni por empresarios, ni por sectores o partidos”. Lo cierto, sin embargo, es que la sociedad y los electores sí tienen derecho a exigir que ese partido se defina, y pronto, ante la reforma eléctrica.
Un poco de humildad señores priistas. Mírense al espejo y reconozcan que las curules que hoy tienen se las deben a los electores. No se las deben al presidente, ni al gobernador. A hombres y mujeres que, sin creer ya en un partido que los ha decepcionando, decidieron darles un voto de confianza para impedir que el partido del tirano controle el Congreso.
A ustedes la gente les dio un claro mandato: “Garanticen el equilibrio de poderes, impidan que México se convierta en el país de un solo hombre. Defiendan las instituciones que ustedes, por cierto, construyeron y que hoy, incomprensiblemente, están ayudando a destruir tal vez por temor, complicidad o mezquina comodidad”.
Los 71 diputados y 13 senadores del PRI tendrán que decidir qué quieren hacer de México. Ya no hay quien les ordene desde Los Pinos. Ahora tienen que preguntarse a sí mismos, en la soledad, si están dispuestos a hacer de México –como lo quiere el obradorísmo– un “apestado internacional”, un cementerio de empresas , un sepulcro de empleos y futuras inversiones.
Muchos mexicanos se preguntan: ¿Qué pretende ganar el PRI con su indefinición? No se si ya estén enterados, pero ese lenguaje político ambiguo, críptico, que dice y no dice, utilizado para esconder lo que se piensa, ya no gusta, ni engaña a nadie.
No entren en discusiones inútiles. No se trata de defender la reforma de Enrique Peña Nieto o la de López Obrador. Esto no es un asunto de personas, sino de país. Y esta, es la más destructiva que se haya atrevido a presentar la 4T y cualquier otra administración. Para decirlo rápido: la redactó un anti mexicano.
El México del siglo XXI ya no ve bien a los partidos que le hablan a medias. Menos, cuando el país está inmerso en una de las peores crisis de su historia gracias a un gobierno que ha deteriorado su calidad de vida y cancelado legitimas aspiraciones.
Pero, concretemos la pregunta: ¿Qué espera ganar el PRI con decir que no tiene prisa para fijar una posición sobre la reforma eléctrica? ¿Acaso busca ganar tiempo para negociar salvoconductos? ¿Quedarse con algunas gubernaturas? Porque, la verdad sea dicha, es muy difícil, por no decir imposible, que les regresen la presidencia de la república.
Por lo pronto, López Obrador ya logró lo que ningún presidente pudo hacer: partir al PRI en dos. El maestro de la polarización ha sabido usar las debilidades de ustedes, los priístas, para que un par de gobernadores hagan las veces de “caballos de Troya”.
Al final, se van a quedar sin nada y de votar a favor de la reforma eléctrica van a cargar con el oprobio de haber utilizado la confianza ciudadana para entregar el país a un dictador. Para decirlo claro y con el respeto que todos ustedes se merecen: se van a quedar sin honor y sin partido porque la apuesta del régimen es acabar de matar al PRI.
@PagesBeatriz