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17.12.2024.- La reciente edición del Festival de Cine Latinoamericano de La Habana, una cita regional fundada en 1979, referente para los realizadores de todo el mundo en décadas pasadas, cerró este 2024 con más reclamos y sombras que alegrías. Desafortunadamente, el evento va perfilándose como un espacio de propaganda y de censura a aquellas películas que cuenten la realidad de Cuba.
Uno de los casos de silencio -casual o intencionado- en esta 45 convocatoria sobre cintas cubanas que no fueron proyectadas en en el evento a pesar de estar seleccionadas, y hasta programadas en algún momento, fue Matar a un hombre, del cineasta Orlando Mora Cabrera.
El propio realizador relató detalladamente en su perfil de Facebook los percances que sufrió su película en los días del Festival, al punto de no ser vista en ningunas de las salas de cine oficiales que pusieron a disposición del público los materiales audiovisuales.
El texto, de lo que Mora considera “constituye otro episodio de exclusión y censura en el cine cubano”, destaca los hechos desde el 20 de noviembre, cuando se realizó la conferencia de prensa del 45 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano y se anunció la selección de Matar a un hombre dentro del concurso de cortos y mediometrajes, hasta este 15 de diciembre, día en que se cerró oficialmente el evento y la cinta no llegó a ninguna pantalla.
Orlando enfatizó en que el 7 de diciembre el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) incluyó su trabajo en la Cartelera Cine y Video, incluso, destacó su obra como una de las recomendaciones del circuito.
Sin embargo, el estreno, previsto para días posteriores, no se llevó a cabo, supuestamente por problemas eléctricos en el Multicine Infanta, donde estaba programada Matar a un hombre. Además, el director fue informado de que su película no sería proyectada para no retrasar la siguiente tanda en caso del restablecimiento de energía.
Situación similar se repitió el lunes 9 de diciembre, en este caso, en el Cine 23 y 12, que permaneció sin servicio eléctrico justo a la hora de dichas proyecciones. La presencia de la productora Priscilla Valdez en la sala donde se vería la cinta, acredita que el resto de la zona capitalina tenía fluido eléctrico.
Aunque Mora Cabrera buscó dialogar con las autoridades del festival para garantizar una nueva proyección, según cuenta en su mensaje, nunca obtuvo respuestas claras. Las denuncias en redes sociales tampoco fueron atendidas.
El martes 10 de diciembre se anunció una reprogramación de Matar a un hombre en el Cine Acapulco, pero la proyección fue nuevamente cancelada una hora después, tras una llamada de la institución.
Así sucesivamente, hasta este domingo, se vieron truncados los esfuerzos de Orlando Mora y su equipo para lograr llevar a la pantalla grande de Cuba su material audiovisual.
En su declaración, el cineasta dijo que intuye que “Matar a un hombre ha sido censurada por razones esencialmente homofóbicas, por poner en relieve un discurso crítico sobre diferentes manifestaciones de violencia, dominación o control que se pueden ejercer sobre nuestros cuerpos. Me entristece que se convierta en otra película censurada y excluida por las autoridades políticas y culturales cubanas”.
A decir del creador, su película es “una cinta más que espera por un espacio para su estreno y circulación nacional”, como otra treintena que días atrás denunciaba la Asamblea de Cineastas de Cuba en un mensaje que envió al Festival.
Mora denunció que “quienes forman parte de este entramado perverso, no solo ejercen violencia institucional sobre las obras y sus creadores, sino también sobre el público y el propio Festival, que se vuelve indigno e inmoral, como lo son quienes mienten a los cineastas y se vuelven cómplices de la infamia”.
El realizador señaló que el evento, de fama internacional, “se ha convertido en un festival incoherente: un festival de excesos, en tiempos que claman austeridad. Un festival de encuentros deshonestos entre partes que hace mucho no miran de frente a la realidad”.
Un festival-agregó-“ que censura una película de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, mientras se abren las puertas al imperialismo cultural y se sirve como plato principal la superproducción de una empresa de entretenimiento estadounidense. Un festival donde se habla oportunistamente del sufrimiento del pueblo palestino cuando no son capaces de reconocer las propias contradicciones de nuestra nación”.
En su alegato Mora Cabrera hizo un aparte para reconocer al equipo de programación del Festival, -cuyo trabajo y criterio también se han visto vulnerados, dice-; que fueron también quienes intentaron programar su película, como muchas otras, hasta el último día.
“Hay demasiado miedo a las imágenes y sonidos, a la capacidad transformadora del arte. ¡Vergüenza!”, concluyó el cineasta su declaración en redes sociales.
La denuncia de Orlando Mora Cabrera se une a las críticas sobre la falta de libertad artística en Cuba y el control ejercido por las instituciones culturales, que tan visibles han sido en los últimos tiempos.
Según la sinopsis publicada junto al cortometrtaje, Matar a un hombre cuenta la historia de Javi, “quien se presenta por última vez en un club nocturno después de trabajar durante mucho tiempo como bailarín erótico. Sin embargo, la historia se complica cuando el joven tiene que lidiar con Castillo, un cliente habitual, quien se resiste al hecho de no verlo nunca más”.
Días antes la Asamblea de Cineastas Cubanos (ACC), en un comunicado que compartió a través de sus redes oficiales, también alzó la voz sobre el tema: el Festival llegaba este 2024 con flaquezas, deudas y mutaciones.
“Luego de 44 ediciones, la que fuera gran cita de los cineastas del continente se encuentra emplazada por la grave fractura que define al cine cubano del presente. Un panorama marcado por el continuo éxodo de sus más jóvenes creadores, un cine que recorre el mundo y obtiene premios, pero que rara vez puede apreciarse al interior del país”, comenzaba exponiendo la carta, firmada por el grupo de representantes de dicho gremio.
De acuerdo al texto, la ACC ha colocado en el centro de su atención el tema de la censura y las políticas públicas de control y exclusión que desde hace décadas empañan la producción audiovisual de la isla, sobre todo la referida a la gran pantalla.
Pero frente a los problemas de censura y de las limitaciones que vive el gremio de cineastas en la isla, el discurso del oficialismo intenta negar esta realidad. Exportar una imagen de “apertura, libertades, respeto a los realizadores y diálogo” es una de sus estrategias clave, que cada año se refuerza con reuniones y “charlas” entre los altos mandos de la dictadura y los “invitados correctos” al Festival.
Justo esta semana los medios de propaganda de la dictadura anunciaban una reunión, en el Palacio de la Revolución, de Miguel Díaz-Canel con cineastas, productores y realizadores de una decena de países que participan en la edición 45 del Festival de Cine.
En el encuentro el dictador cubano describió el festival como “un promotor de la cultura y la identidad de los pueblos de América Latina y el Caribe, descolonizador y contrahegemónico”, mientras que a realizadores nacionales que pertenecen a la independiente Asamblea de Cineastas se les ha negado esta posibilidad.
Este año 110 filmes entraron a concurso -89 menos que el año pasado-, provenientes de 42 países, entre ellos, Cuba, México, Venezuela, Argentina y España. Entre apagones, censuras y otros “percances”, no se tiene certeza de cuántos, finalmente, pudieron verse en el marco del oficialista y deprimido Festival de Cine de La Habana. @ADNCuba