¿Chantaje sindical?

Sin tacto

Por Sergio González Levet

Un problema con tanto poder que le dieron al presidente Andrés Manuel los millones y millones de votos que le arrimaron otros tantos ciudadanos, es que sus dichos se vuelven órdenes que todos se apresuran a cumplir, o se convierten ipso facto en sentencias demoledoras contra quienes sufren la indignación o la ira presidencial.
Y todo eso es por obra y gracia de la obediencia que le rinden desde los otros poderes de la nación quienes debieran ser los pilares del equilibrio.

Cuando Andrés Manuel pontifica tempranamente desde la tribuna máxima de la mañanera no sólo marca la agenda mediática para toda la jornada, sino que muchos de sus subordinados toman sus opiniones como instrucciones que se deben cumplir al pie de la letra, o más bien al pie de lo que cada uno de ellos considera que es la letra presidencial.

Por esa sola razón, el líder máximo y único del Movimiento de Regeneración Nacional y de todas las instituciones gubernamentales debiera templar su lengua y guardar prudencia y discreción… pero no lo hace.
Un botón de muestra es su condena contra el paro de universidades públicas a que convocó la Confederación Nacional de Trabajadores Universitarios (Contu), con el fin de pedir apoyo económico para 12 instituciones de educación superior que están en quiebra financiera y no podrán pagar sueldos y aguinaldos a sus docentes el próximo diciembre.

López Obrador -que no quiere a las universidades públicas y en cambio ama a sus universidades patito-populares- se enojó porque los maestros sindicalizados en las principales universidades del país se atrevieron a parar por un día las labores académicas y administrativas, como un medio de hacerse escuchar ante los oídos sordos de las autoridades federales.

El Presidente tuvo una respuesta airada para los académicos que sustentan la educación superior de calidad en nuestro país: les llamó chantajistas y les advirtió que él no se dejaría someter por esa forma de presión.
Con toda seguridad se rieron mucho de esa afirmación los jerarcas de la CNTE, los alumnos de las normales rurales, que toman carreteras y secuestran autobuses; los taxistas de la Ciudad de México, que amenazan con crear el caos vial a la menor provocación; los jovencitos anarquistas, que destrozan impunemente comercios y oficinas; los vecinos de muchos pueblos, que agreden a soldados, policías y autoridades… podría seguir con una larga lista, pero con esos ejemplos nos podemos dar una idea de cómo el chantaje se ha vuelto una forma de vida y de sustento para muchos desocupados, que hasta hace poco eran chairos chairos chairos.

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