Cinco jóvenes más asesinados por las fuerzas armadas .

Maite Azuela

“Desde Martín y Brayan en 2010 veo el mismo patrón de conducta criminal por parte de los militares. Primero silencio, negación de los hechos, alteración de evidencia, criminalización e impunidad. Lo relaciono con el caso de los estudiantes del Tec de Monterrey que los abaten directamente, los hacen pasar por delincuentes y les siembran evidencia. Me queda claro que fue algo muy parecido, o a otros que han ocurrido en Nuevo Laredo; acuérdate de aquel video donde un militar ordena a otro ‘mátalos a la fregada’ que fue el 3 de julio del 2020, que fue la ocasión por la cual a mí me empiezan a espiar con Pegasus”. Así me responde Raymundo Ramos, presidente del Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo a la pregunta que le hago sobre las acciones repetitivas en las violaciones a derechos humanos cometidas por el Ejército mexicano. Nada parece haber cambiado: militarización, criminalización de jóvenes, falta de debida diligencia en las investigaciones, graves violaciones de derechos humanos, espionaje a defensores y periodistas, etc.

Luego de que la madrugada del domingo varios soldados acribillaron a cinco jóvenes que viajaban en una camioneta, la discusión pública ha girado en torno a lo mismo de siempre: que los jóvenes eran criminales (ojo que no hay todavía ninguna conclusión oficial) y que quienes exigen justicia son solo defensores y cómplices de esos criminales. Gustavo Pérez Beriles, Wilberto Mata Estrada, Jonathan Aguilar Sánchez, Gustavo Suárez Castillo y Alejandro Trujillo Rocha podrían ser hermanos, amigos o hijos de cualquiera de nuestros lectores.

La Sedena publicó una respuesta escueta a simple vista, pero que revela su objetivo en el discurso político. Efectivamente, el comunicado no hace afirmaciones irresponsables ni anticipadas sobre los hechos. No dice que los jóvenes hayan formado parte de un grupo del crimen organizado ni que se haya tratado de un enfrentamiento. Esto, pareciera representar un avance, pero en términos del discurso político es intrascendente, pues la tribuna presidencial es la que marca la agenda.

Ayer en la mañanera encabezada por Andrés Manuel López Obrador, un reportero de los que suelen asistir hizo afirmaciones sobre los hechos que ni siquiera el comunicado contiene. Dijo que se trató de un enfrentamiento, que los muchachos eran parte del crimen y que el defensor Raymundo es también un criminal. El presidente se abstuvo de responder al reportero con la contundencia necesaria para hacerle saber que el Estado está del lado de las víctimas y respeta el trabajo de los defensores.

¿De qué sirve entonces un comunicado que cuida las formas si el presidente criminaliza desde la tribuna que tiene alcance a nivel nacional? El comunicado de la Sedena y la ‘voluntad’ de investigar quedan opacadas cuando el presidente da su veredicto.

El asesinato de los cinco jóvenes es una evidencia de cientos de que el modelo de seguridad no funciona desde que se inició el protagonismo de las fuerzas armadas en la estrategia con el gobierno de Felipe Calderón. Al respecto, Raymundo Ramos me señala que “las políticas del Presidente de empezar a jalar a los jóvenes a trabajos formales mediante oficios o becas, es una contradicción. Este sector de baja economía está criminalizado, y el criminalizarlos por sus tatuajes, por sus creencias en la muerte, por ejemplo, por no estudiar o no tener un trabajo fijo, no entran en esos programas, no entran en ese beneficio o en esos planes del presidente de México, por lo tanto, se convierten en delincuentes para las fuerzas armadas” .

Después de los hechos de Nuevo Laredo, ¿dónde queda el argumento de que en las entidades federativas la gente sí quiere y pide a los militares? Raymundo Ramos explica que “a lo mejor en el sector popular hay un rechazo muy grande hacia los militares, que es donde están regularmente las víctimas; pero en la clase media y en la clase alta pudiera ser que es ahí donde hay la aceptación, porque ahí no se meten los militares.”

Mientras el presidente defiende la política fallida, cinco jóvenes se suman a las víctimas de un modelo de seguridad que está listo para matar si escucha un estruendo. No dejemos de vigilar la integridad y seguridad de Raymundo Ramos quien ha dado la cara y ha llevado probadas defensas de varias víctimas de asesinato a manos de las fuerzas armadas.

@MaiteAzuela

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