Claudia Cardinale: la indomable que encarnó la libertad femenina en el cine europeo

*Fallece Claudia Cardinale, leyenda del cine italiano, a los 87 años

23.09.2025.- La muerte de Claudia Cardinale no solo marca el fin de una era dorada del cine europeo, sino también la despedida de una figura que encarnó —dentro y fuera de la pantalla— una forma de libertad femenina que desafió moldes, silencios y estereotipos. Su legado va más allá de la belleza mediterránea que la convirtió en ícono: fue una mujer que resistió, que eligió, que rompió con las reglas del juego sin dejar de jugar.

En una industria dominada por directores varones y narrativas masculinas, Cardinale se abrió paso con una presencia que no se limitaba al deseo. En Il Gattopardo (1963), su personaje de Angelica Sedara no era solo objeto de fascinación aristocrática, sino símbolo de una nueva clase social que ascendía con fuerza. En 8½ (1963), Fellini la retrató como el ideal femenino, pero ella lo desbordó con una mirada que no pedía permiso.

Cardinale rechazó contratos de exclusividad en Hollywood, prefirió trabajar en Europa y conservar su independencia creativa. “Nunca me desnudé en pantalla. No por pudor, sino porque no lo necesitaba”, dijo alguna vez, en una frase que resume su ética actoral y su autonomía.

A los 19 años, fue víctima de una violación que derivó en un embarazo. Dio a luz en secreto y crió a su hijo como si fuera su hermano menor, durante años. Esta experiencia, lejos de quebrarla, la convirtió en una defensora silenciosa de la dignidad femenina en una época donde el abuso era invisibilizado.

Su vida personal estuvo marcada por relaciones complejas, como su matrimonio con el productor Franco Cristaldi, quien intentó controlar su carrera. Cardinale resistió, se separó y reconstruyó su trayectoria desde el teatro, el cine independiente y el activismo.

En el año 2000 fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO, desde donde promovió los derechos de las mujeres, la educación y la cultura como herramientas de emancipación. En sus últimos años, participó en películas de denuncia social y en proyectos que visibilizaban la migración, la violencia de género y la memoria histórica.

Cardinale fue también símbolo de la Italia mestiza, nacida en Túnez, hija de inmigrantes sicilianos, políglota y cosmopolita. Su identidad desbordaba fronteras, como su cine.

Claudia Cardinale no fue solo una actriz: fue una mujer que encarnó la posibilidad de ser libre en un mundo que no lo permitía. Su cuerpo en pantalla no fue mercancía, sino territorio de resistencia. Su voz, antes doblada por su acento francés, se convirtió en símbolo de autenticidad. Su carrera, tejida entre contradicciones, es hoy memoria viva de una libertad que se construye, se defiende y se celebra.