- Palabra de Malinche.
/ Escrito por Cirenia Celestino Ortega. /
En una conversación con mujeres neoyorkinas les pregunté sobre cómo era la vida con su presidente, su respuesta al unísono fue “nosotras tenemos presidentA”.
De acuerdo con la encuesta nacional Mitofsky, la popularidad de Claudia Sheinbaum Pardo, registra una aprobación del 69.8%, incluso algunas otras encuestas hablan de un 80 por ciento de aprobación.
Su mandato no es sencillo. Desde la doble exigencia por ser mujer, por ser heredera de la 4T y por el contexto en el que le ha tocado operar en el ámbito nacional e internacional. Un elemento que destaca es la relación con Donald Trump, el que negaron las newyorkinas.
El rol político y económico de Estados Unidos a nivel mundial hace que las decisiones y ocurrencias del presidente estadounidense tengan un gran impacto en todo el mundo. Las guerras e inversiones parecieran andar en incertidumbre.
Así, la presidenta Claudia ha destacado como negociadora y estratega para lograr plazos razonables para la amenaza de aranceles de Trump para los productos mexicanos. Ahora en el 50 por ciento sobre el acero y aluminio (hasta la escritura de esta columna, quizá en un par de días cambie).
Frente al poder masculino, dominante, bélico y depredador, una apuesta feminista es la deconstrucción de esa hegemonía y la posibilidad de imaginar una reconstrucción del poder desde las mujeres, uno distinto. Quizá horizontal, no centralizado, abierto, de paz y libertades.
En el sector económico, frente a la bolsa de valores en Nueva York representada con una estatua de un toro de bronce de 3 mil 200 kilos elaborado por Arturo Di Modica simboliza el poder y la fuerza (instalado en 1989), se encuentra la estatua de “La niña sin miedo” (instalada en 2017) de la artista uruguaya Kristen Visbal. Dos esculturas antagónicas que nos recuerdan que las mujeres y las niñas pueden ser valientes aún en ese sistema.
Sin embargo, la valentía de esa niña y la confianza de las neoyorkinas, para las mexicanas, Claudia y el sistema nos han fallado y cobra relevancia la reciente elección del poder judicial.
El pasado 14 de mayo, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), resolvió por unanimidad la sentencia de la ministra Ana Margarita Ríos Farjat en el que se reconoce la calidad de víctimas a la madre y padre de Fátima Varinia Quintana Gutiérrez, quien fue víctima de violencia feminicida en el estado de México durante 2015 y además estableció medidas de reparación integral del daño.
El proyecto 5363/2023 ordenó al tribunal colegiado el reconocimiento de familiares de víctimas de feminicidio para asignarles la calidad de víctimas, sin que estos deban exigir formalidades adicionales sobre todo cuando se habla de feminicidio infantil.
También en el estado de México, el feminicidio de Mariana Lima Buendía en 2010, de la que el presunto feminicida -y entonces esposo de Mariana– trabajaba como policía ministerial de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México, tras perpetrar el asesinato aseguró que Mariana se había quitado la vida, pese a que las pruebas indicaban que él la agredía física, sexual y emocionalmente.
El caso llegó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y se logró que el 25 de marzo de 2015 el máximo tribunal del país dictara la sentencia histórica “Mariana Lima Buendía”, a partir de la cual se ordenó investigar todas las muertes violentas de mujeres como feminicidio, juzgar con perspectiva de género.
Son solo dos casos de los registrados en los que las víctimas y las organizaciones lograron mover el sistema judicial para recordarnos que el valor de las niñas y las mujeres pueden desmontar los grandes poderes y pensar en que la justicia es posible.
La renovación del gran toro que es la SCJN resultado de la elección del 1 de junio tiene un gran reto, perseguir la justicia para las niñas y mujeres víctimas valientes de este país.