Claudia y Xóchitl: la dificultad de decir no .

*Análisis sin Fronteras.

/ Ana María Salazar /

Fue el INEGI quien le proporcionó las pocas buenas noticias que tuvo esta semana Andrés Manuel López Obrador: la percepción de inseguridad en México mejoró al concluir el 2023, con solo el 59.1% de la población que consideró que es inseguro vivir en su comunidad. Es difícil de creer, pero este porcentaje es el nivel más bajo registrado.

En años anteriores este porcentaje llegó hasta un 80%, reflejando el extraordinario temor que han vivido los mexicanos ante la realidad de que nuestro país tiene altísimos niveles de violencia. Es importante recordar que esta encuesta solo refleja percepciones de la población, no necesariamente la realidad de la violencia.

La percepción de la violencia que tengan los encuestados puede cambiar dependiendo de la información que obtienen de los medios de comunicación o de las redes sociales. Pero también la credibilidad del gobernante y la percepción de que tiene bajo control la situación también podría afectar la percepción de la población.

Por eso, los gobiernos en las últimas tres décadas han buscado controlar lo que se publica y se informa sobre la situación de seguridad, y han tratado de influir en el mensaje a la población, en parte para no asustar más a la población, a futuros inversionistas, pero también porque un país violento podría impactar el voto.

Lo interesante es que México es uno de los pocos países donde los altos índices de violencia en contra de la población parecería no tener costos políticos para los gobernantes y sus partidos.

Tan poco impacto político ha tenido la incapacidad de los gobernantes ante la inseguridad que la candidata Claudia Sheinbaum, en este momento, sigue en la delantera en las encuestas, a pesar de que el sexenio de López Obrador se considera el más violento en la historia reciente. Pero obviamente, los altos índices de violencia le preocupan a tal punto que han buscado chivos expiatorios para explicar los altos índices de violencia y han manipulado los datos de inseguridad.

Con bombos y platillos, el presidente anunció que se había reducido un 20% desde que inició el sexenio, la realidad es que solo se ha reducido un 5.61%, según los mismos datos Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Es importante reconocer una disminución, por poquito que sea.

Pero el problema adicional es que desde en los últimos cinco años se disparó el número de desaparecidos. Y aunque el presidente lo niegue y trate de “esconder” a los desaparecidos, manipulando la base de datos, lo que no puede esconder es que sigue siendo este sexenio donde se reportaron más desaparecidos en la historia.

Para Claudia Sheinbaum, uno de los grandes retos será cómo responder, sin criticar la estrategia del presidente, a la pregunta de si detendrá y reducirá la tasa de violencia, homicidios y desapariciones en el país. También hay que señalar que la candidata a la oposición, aunque ha criticado a la Cuarta Transformación y ha hecho un acercamiento a las víctimas de la violencia, tampoco ha presentado una propuesta de cómo abordaría la problemática a corto y mediano plazo.

Pero tampoco es claro si los electores que han decidido votar por Morena cambiarán su voto si la oposición presenta una estrategia viable para reducir homicidios y feminicidios. Pero sí creo que los electores podrían cambiar su percepción de las candidatas ante la corrupción y la violencia que se ejercen desde el gobierno ¿Por qué no pedirles a ambas candidatas hacer una promesa de que no respaldarán candidatos o candidatas que tengan vínculos con el crimen organizado?

Exigir a ambas candidatas que hagan una promesa de que su equipo revisará los antecedentes penales de los candidatos y su capacidad financiera. Lo interesante de estas elecciones es que las candidatas parecen tener poco o nula influencia en la selección de los y las candidatas a gobierno, alcaldías y legislaturas.

Las candidaturas parecerían estar en manos de Morena y la alianza de la oposición, y las candidatas a la presidencia tienen poco que decir. Distanciarse de candidaturas de corruptos o personas vinculadas al crimen organizado debería ser fácil

¿En verdad quieren asumir la responsabilidad de las actividades delictivas y de corrupción de candidatas y candidatos que no respaldan directamente? Distanciarse no sólo les daría más credibilidad a ambas candidatas, enviaría un importante mensaje de lo que no estaría permitido en el siguiente sexenio.