Columbia, el epicentro del movimiento propalestino en EE. UU.

30.04.2024.- Desde el 15 de abril, tiendas de campaña multicolores han sido levantadas en los jardines de Columbia, en Nueva York.

Las decenas de estudiantes y graduados piden a la dirección del prestigioso centro universitario que corte sus lazos con empresas vinculadas a Israel.

“Millones de palestinos en Gaza duermen a la intemperie todas las noches sin acceso a comida ni abrigo”, clamó Yazen a la AFP, que no quiso dar su apellido.

Las universidades se han convertido en centro de debate en Estados Unidos desde el ataque sin precedentes del grupo islamista Hamás en suelo israelí del 7 de octubre, que causó la muerte de 1.170 personas.

Israel respondió con una vasta represalia en la Franja de Gaza, donde en seis meses de guerra han muerto más de 34.000 personas, la mayoría mujeres y niños, de acuerdo con el Ministerio de Salud del territorio palestino.

Otros campus estadounidenses se han unido al movimiento de protesta, incluida la Universidad de Yale.

Este miércoles estallaron manifestaciones en la Universidad del Sur de California y en la Universidad de Texas. En esta última se produjo un tenso enfrentamiento entre estudiantes y policías antidisturbios, con más de 20 detenidos.

Ante el aumento de las movilizaciones, la Casa Blanca aseguró que el presidente Joe Biden “apoya la libertad de expresión” en las universidades, pero aclaró que rechaza esas manifestaciones “cuando hay retórica de odio” o “violencia”.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, consideró como “horrendas” las protestas propalestinas en los campus estadounidenses y pidió actuar para detenerlas.

De visita en Columbia, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, sugirió que si las manifestaciones no se contienen pronto sería “un momento apropiado para (que intervenga) la Guardia Nacional“.

Dijo que exigirá “medidas” a Biden y advirtió que estas protestas “ponen una diana en la espalda de los estudiantes judíos de Estados Unidos“.

Es probable que sus comentarios susciten fuertes emociones en un país en el que la muerte en los años 1970 de estudiantes desarmados en manifestaciones contra la guerra de Vietnam a manos de la Guardia Nacional sigue viva en la memoria popular.

En el campus neoyorquino, los manifestantes, entre los que también hay varios alumnos judíos, han negado haber cometido actos de antisemitismo.

Pero otros han señalado incidentes de ese tipo, y sostienen que las universidades están fomentando la intimidación y la incitación al odio.

Yazen fue uno de los primeros en instalarse en los jardines de Columbia, donde el número de participantes en el campamento fluctúa a lo largo del día, pero a veces llega a varios centenares. Y está decidido a quedarse a pesar de las presiones.

“Como palestino, ¿es mi responsabilidad estar aquí y mostrar mi solidaridad con la gente de Gaza? Por supuesto”, afirmó.

La semana pasada, las tensiones aumentaron cuando el rectorado autorizó a la policía a entrar en el campus y detener a los manifestantes. También suspendió a un centenar de estudiantes.

En un arriesgado ejercicio de objetividad, las autoridades de Columbia afirman que quieren permitir la libertad de expresión, al tiempo que condenan los comentarios y actos antisemitas.

Melissa Saidakestudiante judía, denuncia que la manifestación atrajo a individuos agresivos y a menudo violentos.

“Una persona me gritaba, me increpaba, me llamaba sionista y asesina. Estaban golpeando una olla o algo así”, dijo la alumna, que porta una placa en solidaridad con los rehenes israelíes tomados por Hamás y una Estrella de David alrededor del cuello.

La rectora de ColumbiaNemat Shafik, había fijado la medianoche del martes como fecha límite para terminar la protesta.

Pero inmediatamente después de ese anuncio, cientos de personas más acudieron a la acampada, desbordando las aceras y otra zona verde del campus.

En medio de la confusión, los manifestantes se apresuraron a desalojar el campamento. Sin embargo, las autoridades universitarias ampliaron el plazo otras 48 horas y acordaron no llamar a la policía ni a la Guardia Nacional.

Este miércoles por la mañana, el campamento había retomado su programación habitual y, a pesar del nuevo plazo que se avecina, no parece que vaya a cesar.

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