Combatir la Trata

La pandemia modificó los hábitos cotidianos de la población y de un segmento delincuencial. Los tratantes cambiaron la forma de enganchar víctimas, los sitios y las modalidades de explotación

Salvador Guerrero Chiprés.

Situar a la Trata de Personas como uno de los tres delitos más lucrativos se ha convertido casi en un lugar común. Los datos de origen ciudadano más recientes nos indican que los presuntos responsables pueden participar de diversas prácticas criminales y que han duplicado la utilización de las redes sociales para el reclutamiento.

Si bien es cierta la notoriedad del tráfico ilegal de armas y de droga junto a la Trata, también lo es que la conexión que hacen los delincuentes, especialmente durante el periodo de pandemia más intenso en 2020, elimina esa barrera imaginaria. Todos los que incurren en Trata son parte de otros delitos.

Al mismo tiempo, ni a nivel global ni nacional contamos aún con una campaña clara y determinada para visibilizar y combatir el fenómeno y con él a los demás que están asociados.

La pandemia por COVID-19 y la consecuente contingencia sanitaria modificaron sustancialmente los hábitos cotidianos de la población y de un segmento delincuencial. Los tratantes cambiaron también la manera como enganchan víctimas, los sitios donde lo hacen y las modalidades de explotación. Esto, indudablemente, dificultó la investigación y persecución de los criminales, escondidos detrás de “inmejorables” ofertas de trabajo o en el anonimato del mundo virtual.

Hace dos semanas, el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México presentó el Informe Trata de Personas México 2019-2020, el primero en su tipo en Latinoamérica proveniente de un organismo civil que además gestiona la Línea Nacional Contra la Trata de Personas (800 55 33 000). Se analizan los casi 4 mil 500 reportes recibidos en ella.

El reporte enfatiza la importancia de la información y el trabajo coordinado para el combate y erradicación de este delito, en el que los tratantes se apropian de la voluntad, el cuerpo y el trabajo de otros. Una campaña global o hemisférica contundente, para contribuir a que las víctimas se reconozcan como tales y se les empodere para denunciar, es indispensable si queremos disminuir en buena parte la cifra negra, que asciende a 99 por ciento.

El conocimiento es fundamental. Testigos en ocasiones no identifican que detrás de un menor de edad que pide dinero en la calle está una conducta calificada como mendicidad forzosa, mientras que víctimas directas no llegan a asumirse como tales, a veces al creer que la situación de explotación sexual es momentánea y solo por el tiempo en el que su pareja sale de una supuesta dificultad económica.

La Trata de Personas implica estructuras organizadas, desde quienes enganchan, trasladan, cuidan o explotan a las víctimas, hasta quienes operan los recursos financieros de los grupos criminales.

Al ser un delito global, el combate requiere articulación desde todos los frentes. En el económico, el trabajo de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), a cargo de Santiago Nieto, ha permitido bloquear más de 147 millones de pesos a cuentas relacionadas con tratantes.

El conocimiento sobre el delito limita las probabilidades de ser víctimas y potencializa las oportunidades de denunciar conductas sospechosas.

El autor es Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la CDMX.

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