Pero también es cierto que la frase ha abierto un debate necesario. Muchas mujeres preguntan con razón: ¿Realmente llegamos todas? Si aún nos matan, si aún muchas no tienen trabajo, si la violencia sigue golpeando hogares, si hay niñas que no pueden estudiar, ¿De qué llegada hablamos?
Ahí está el punto; “Llegamos todas” no es un punto final, sino un punto de partida, y por eso, desde Guanajuato, creamos un programa que también es una pregunta, una invitación a reflexionar y a actuar, ¿Cómo llegamos todas?
Este no es un programa institucional ni una consigna; es un movimiento que nace desde la conciencia de que sí, estamos avanzando, pero no lo estamos haciendo todas al mismo ritmo ni con las mismas condiciones. Por eso decidimos ponerle nombre a este proceso colectivo. Porque si algo nos enseña el tiempo de las mujeres es que no basta con estar, hay que abrir camino.
“¿Cómo llegamos todas?” es eso, un espacio de aprendizaje, de escucha, de acompañamiento. A través de talleres, charlas, conferencias y conversaciones permanentes en nuestra Oficina de Enlace, trabajamos con mujeres de todas las edades y contextos para sembrar una nueva cultura de igualdad y respeto, donde entendamos la perspectiva de género no como un discurso, sino como una herramienta para transformar nuestra realidad.
Porque transformar es urgente, los datos lo confirman: en México, cada día son asesinadas en promedio 10 mujeres. Solo el 45% de las mujeres participa en el mercado laboral, frente al 75% de los hombres, y cuando lo hacen, ganan alrededor de un 15% menos que ellos por el mismo trabajo. Además, dedican el doble de tiempo al trabajo de cuidados no remunerado, lo que limita seriamente su desarrollo profesional, personal y económico.
Al mismo tiempo no podemos dejar de celebrar que hoy estamos aquí, que desde el Senado ya dimos pasos importantes. En este primer año legislativo, logramos que la igualdad sustantiva sea reconocida como principio rector del Estado mexicano. Impulsamos reformas para erradicar la brecha salarial, integrar la perspectiva de género como criterio obligatorio en todas las políticas públicas y reconocer los cuidados como un derecho humano y, además, dimos pasos firmes para la creación de fiscalías especializadas que investiguen y sancionen con seriedad la violencia contra las mujeres.
Estas reformas no cambian todo de un día para otro, pero sí cambian el rumbo. Son señales de que algo se está moviendo. De que esto que llamamos el tiempo de las mujeres no es una ilusión, sino un proceso que nos compromete a todas.Por eso comparto mi historia, por eso construyo desde este lugar, porque ser mujer y estar en el poder no puede significar acomodarse, sino responsabilizarse de que otras también lleguen.
¿Cómo llegamos todas? es la pregunta que nos obliga a no conformarnos. Porque si bien estamos aquí, lo más importante es que no seamos las últimas.