Cómo me infiltré en el régimen de Teherán y conocí al Ayatolá.

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01.07.2025 Catherine Perez-Shakdam era judía de origen francés, algo que sus acompañantes ignoraban, pero consiguió infiltrarse en el régimen de Teherán y reunirse con el Líder Supremo de Irán, el Ayatolá Alí Jamenei

El coche sin distintivos y con los cristales tintados llegó a recoger a Catherine Perez-Shakdam de su hotel en Teherán a última hora de la tarde.

Vestida de pies a cabeza con hiyab y abaya, la acomodaron en los asientos traseros entre dos mujeres miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI).

La llevaban a reunirse con el solitario Líder Supremo de Irán, el Ayatolá Alí Jamenei. Pero guardaba un peligroso secreto: era judía de origen francés, algo que sus acompañantes desconocían.

El lider supremo irani, el ayatola Alí Jamenei (centro), escucha al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, general Mohammad Hossein Bagheri, en Teheran, Iran, el lunes 3 de octubre de 2022. (Oficina del Lider Supremo Irani via AP)

A pesar de ello, en ese viaje, en febrero de 2017, ya se había reunido con varios altos funcionarios del régimen y le habían informado de un plan secreto del CGRI para “mapear” figuras judías clave en todo el mundo para los escuadrones de la muerte de Irán.

“La idea era identificar todas las ONG prominentes dirigidas por judíos, quién hacía qué en cada sector empresarial, los rabinos importantes”, declaró Perez-Shakdam, de 41 años, al Jewish Chronicle. “Querían averiguar su influencia y dónde vivían con sus familias para atacarlos.

“Querían comprender mejor cómo y dónde atacar, para que si Israel alguna vez se atreviera a atacar a Irán, la diáspora se llevara una sorpresa muy desagradable”.

Más tarde, se dirigía a reunirse con el propio Ayatolá Jamenei.

“Estaba nerviosa”, recordó. “Pensé que era mejor no intentar mirar por dónde íbamos”. El encuentro formó parte de una odisea encubierta por el corazón del régimen iraní, en la que la madre de dos hijos se ganó la confianza de las más altas esferas de la dictadura teocrática iraní.

Las fotografías la muestran sonriendo junto a Ebrahim Raisi, (entonces) presidente de línea dura de Irán, y el difunto Nader Talebzadeh, el cineasta de propaganda, apodado “el Goebbels de Irán”.

Catherine con Nader Talebzadeh

También fue fotografiada junto al ruso Aleksandr Dugin, asesor clave del presidente Putin, y con la hija del infame general Qasem Soleimani, el cerebro del terrorismo asesinado por un ataque con drones estadounidenses en 2020, a quien también conoció en un viaje posterior a la región.

A pesar de los enormes riesgos, por no mencionar la posible amenaza para el bienestar de sus hijos, que entonces eran escolares, se sintió obligada a aprovechar la oportunidad de codearse con algunos de los peores enemigos de Occidente.

Un matrimonio fallido con un musulmán yemení en el año 2000, durante el cual sufrió un feroz antisemitismo por parte de los familiares de su marido, le brindó la oportunidad de forjar vínculos proiraníes.

Había escrito entradas de blog y análisis de Oriente Medio que llamaron la atención de los ayatolás y le valieron una invitación a Teherán.

Así fue como se encontró a punto de conocer al ayatolá Jamenei. “Entramos en un patio arbolado”, recuerda. “Me condujeron a una sala de estar. Había una alfombra y tapetes sobre ella, con fotos de Jomeini y Jamenei.

Esperaba algo presidencial, pero esto era modesto. Había sofás y cojines de estilo árabe en el suelo. Me sirvieron té dulce en un vaso con un palillo para remover cubierto de cristales de azafrán y nueces para picar.

Hubo un alboroto en la puerta y entró Jamenei. Me indicó, a través de un intérprete, que me sentara en el suelo. Él se sentó en una silla. Me habían advertido que no lo mirara a los ojos y que no hablara a menos que me hiciera una pregunta.

Jameni estuvo charlando un rato, dijo. Luego empezó a hablar del Fin de los Tiempos, de cómo él sería quien marcaría el regreso del Mahdi [el líder mítico que anunciará el apocalipsis].

Su voz era baja y aguda. Habló de la gran guerra que se avecinaba y de cómo Al-Aqsa debía ser liberada para que el Mahdi regresara a salvar a la humanidad. Habló de las guerras que Irán libraba en Yemen y Siria y de su misión divina.

Básicamente, intentaba justificar crímenes contra la humanidad, diciendo que había que dañar a los enemigos de Dios, quienes no debían ser vistos como seres humanos.

Dijo que matar inocentes estaba bien, porque en realidad no eran inocentes.

Catherine visita Teheran

Un error que cometemos es asumir que le importa su país. No es así. Literalmente lo verá arder si eso significa que el islam triunfará.

Añadió que Jamenei parecía tener miedo de una sola cosa: un ataque israelí. “Cree en las amenazas de Netanyahu y sabe que, por ahora, Israel es militarmente superior. Y siente que el régimen iraní no puede soportar una derrota”.

Después de media hora, dijo, el líder iraní se levantó bruscamente y se fue. “Después, sentí como si hubiera tenido una experiencia extracorpórea. Estaba de vuelta en el coche y pensando: ¿Qué demonios acaba de pasar?”.

El encuentro le dejó una profunda sensación de la amenaza iraní. La ideología expresada por Jamenei, Soleimani y Raisi era, según ella, tan aterradora como el «Mi lucha» de Hitler.

“Si nos tomamos en serio la lucha contra el terrorismo y el radicalismo islámico, y nos atenemos al Estado de derecho, debemos proscribir al CGRI”, declaró. “Ahora sabemos que Churchill tenía razón y que enfrentarse a los nazis mucho antes habría salvado muchas vidas”.

Al regresar de uno de sus viajes, contó que un funcionario del Ministerio del Interior la apartó en el aeropuerto, la interrogó y que posteriormente volvió a contactar con ellos.

“Quería que se utilizara la información que había adquirido”, afirmó. “No es que tuviera información específica que cambiara las reglas del juego. Pero entendía la ideología y cómo preparaban a la gente que creían que podían utilizar”.

Perez-Shakdam atribuye su valentía a su abuelo, quien, según ella, luchó en la Resistencia francesa.

Se crió en un hogar judío laico cerca de Versalles, donde su padre era un alto funcionario. Su madre, maestra, falleció cuando era niña.

En el año 2000, se mudó a Londres para estudiar en la LSE y conoció a Faris, un musulmán yemení. Se casaron poco antes de que ella cumpliera 19 años y, tras graduarse, se mudaron a Saná, la capital de Yemen. “Fue un gran choque cultural, como vivir en la Edad Media”, comentó.

La pareja tuvo un hijo y una hija, pero el matrimonio no duró, en parte, según explicó, debido al antisemitismo que experimentó por parte de la familia y los amigos de su esposo.

Nunca se convirtió al islam, afirmó, sino que simplemente “lo aceptó” para que sus suegros mantuvieran una apariencia de respetabilidad.

Sin embargo, incluso después de regresar a Londres en 2012, seguía sintiéndose atraída por la cultura de Oriente Medio.

“Sentí que había algo hermoso y tolerante en ella, que estaba siendo pervertido por los radicales islamistas”, comentó.

Ya había empezado a escribir en inglés para medios yemeníes y continuó haciéndolo en Londres. El régimen de Teherán, profundamente comprometido con los rebeldes hutíes que luchan en Yemen, leía sus artículos con avidez.

“Criticaba la intervención occidental en la región y a los saudíes, y esto les llamó la atención.

“También capté la atención de la gente del Líbano y me pidieron que colaborara con una cadena de televisión chií cercana a Hezbolá”, dijo.

Fue esto lo que la condujo a su audiencia con el ayatolá. “El régimen tenía los ojos puestos en personas que creían que podían utilizar, personas cuyas ideas parecían bastante cercanas a las suyas”, recordó.

“Al principio no estaban seguros de mí. No tenían ni idea de que era judía. Pero finalmente, decidieron que sería la persona perfecta para transmitir su perspectiva y ganar nuevos adeptos para su causa”.

Decidió, dijo, “seguirles el juego, seguirles la corriente”.

“Pensé que infiltrarme en el régimen le daría un propósito a mi vida. Con mi matrimonio, había cometido un error, y esta era una forma de expiar mis errores”. Quería comprender el radicalismo chiita, descubrir cómo pensaban, cómo actuaban. Cuanto más me adentraba, más me daba cuenta de lo grave que era.

Empezó a colaborar con RT, la cadena de televisión rusa controlada por el Estado. Esta, según ella, era otra razón por la que los iraníes la valoraban.

“Para ellos, si superabas la prueba de Rusia, eras bueno”, dijo. Pronto le pidieron que escribiera artículos de opinión y entrevistas para agencias de noticias iraníes cercanas al CGRI.

Entonces llegó el punto de inflexión: una invitación a asistir a una conferencia en Teherán en febrero de 2017 llamada Nuevos Horizontes, de su fundador, Talebzadeh.

Catherine en la conferencia Nuevos Horizontes

“Cuando llegué a Teherán, no sabía quién era Talebzadeh“, dijo. “Pero él sabía exactamente quién era yo. Su esposa era encantadora y hablaba un inglés perfecto. Fue un proceso de seducción”. Más tarde me di cuenta de que era el Goebbels del régimen, increíblemente cercano tanto a Jamenei como al CGRI.

Jamenei inauguró la conferencia con un discurso en el que describió a Israel como un “tumor canceroso”. Soleimani estaba allí, junto con el líder de HamásIsmail Haniyeh, altos mandos de Hezbolá, el asesor de Putin, Dugin, el futuro presidente Raisi y decenas de “antiimperialistas” occidentales de extrema izquierda y derecha, incluyendo algunos del Reino Unido.

Su primer encuentro con agentes del CGRI, vestidos de traje oscuro, tuvo lugar tomando un café en la sala de conferencias. A esto le siguió una invitación a una cachimba.

“Para los estándares iraníes, los del CGRI visten bien”, dijo. “Una vez que conoces al régimen, los percibes. Nadie tiene que decirte quiénes son”.

“Empecé a hablar con entusiasmo del ayatolá Jomeini, diciendo que había leído sus libros. Les encantó. Me preguntaron a quién me gustaría conocer y dije: Jamenei“. De vuelta en la conferencia, Talebzadeh le pidió que asistiera a un taller especial, solo por invitación, para discutir el plan de mapear la diáspora judía.

“Dijo que todos los judíos son realmente sionistas, incluso aquellos que afirman no serlo, por lo que deben ser perseguidos y, en última instancia, destruidos. Estaba muy claro que se refería a asesinar judíos”, dijo Perez-Shakdam.

“Le pregunté: ‘Cuando habla de ataques, ¿a qué se refiere?’. Y la respuesta fue contundente: ‘Matar gente’.

Según su punto de vista, matar judíos facilitaría disuadir a Israel de atacar a Irán o, si lo hiciera, obligarlos a pagar las consecuencias.

Esto coincide con las afirmaciones de los funcionarios de inteligencia israelíes tras el asesinato del coronel del CGRI, Hassan Sayyad Khodaei, de que este había estado coordinando complots para atacar objetivos judíos en todo el mundo.

Perez-Shakdam afirmó haber realizado varios viajes más a Irán en 2017, todos facilitados por Talebzadeh.

Catherine entrevista a Ebrahim Raisi en el canal de propaganda ruso Russia Today

En mayo, cubrió las elecciones iraníes para RT y entrevistó a Raisi, quien entonces se presentaba a su primera y fallida candidatura presidencial.

“Todas las preguntas fueron revisadas por su oficina”, dijo. La entrevista tuvo lugar cerca de la costa del Caspio y, de regreso a Teherán a bordo del avión de campaña de Raisi, fue citada a una nueva audiencia con él.

“Ahí fue donde tuvo lugar la verdadera conversación”, dijo.

Sus respuestas durante la entrevista fueron insulsas. Pero en privado se mostró mucho menos reservado. “Me dijo que no le importaba si Irán entraba en guerra cuando él fuera presidente”, dijo. “Al igual que Jamenei, dijo: ‘No me importa si Irán arde mientras nuestro proyecto tenga éxito’. Dijo que se pondría fin a la influencia de los sionistas”.

En octubre recibió otra citación. Se reunió con Talebzadeh en Nayaf, Irak, a 160 kilómetros al sur de Bagdad, y la llevaron a cenar a una casa particular. Tiempo después, llegó Soleimani. “Me pareció muy aterrador”, dijo. A diferencia de Jamenei, me miró fijamente, como si intentara leerme el alma. Tenía apodos para todos y se reía mucho.

Dijo que había intentado proporcionar información a los estadounidenses sobre el paradero de Abu Bakr al-Baghdadi [el difunto líder del Estado Islámico], pero que no habían actuado. Poco después, hacia finales de año, llegó su último viaje a Irán. “Me detuvieron en el aeropuerto y me interrogaron agresivamente”, dijo.

Sentí que, de alguna manera, sabían quién era: judía. Les dije que llamaran a Nader y me dejaron entrar.

Pero cuando regresé a Inglaterra, oí que alguien le decía a la gente que era judía. Pensé que se estaban acercando demasiado.

Durante mucho tiempo no dijo nada, trabajando como analista de Oriente Medio e investigadora en el centro de estudios Henry Jackson Society. Pero en abril, se reveló y escribió un blog sobre sus experiencias. Ahora planea escribir un libro. “Sentí que había llegado el momento”, dijo. Medios afines al régimen la denunciaron como agente israelí, algo que ella niega rotundamente.

Un reportaje de David Rose publicado en The Jewish Chronicle en febrero de 2023

Fuente: ©EnlaceJudío