Cómo todo nos une.

Con singular alegría

Por Gilda Montaño

 

La globalización puede tener una implicación histórica, pero en un contexto contemporáneo, tiene mayor repercusión por el desarrollo inusitado de los medios electrónicos de comunicación. El culto a la tecnología se acrecienta en las sociedades “modernas”: Cuanta tecnología se maneje, tanto más se vale. En este nivel, la informática y las comunicaciones son las hijas predilectas de la tecnología y las herramientas eficientes para decir que el mundo se achicó en todas sus dimensiones perceptibles, o en las que percibimos a diario. Este desarrollo tan vertiginoso de los medios de comunicación, confirma y al mismo tiempo reafirma el sustento argumentativo que enuncia lo siguiente: …la globalización no sólo es una realidad, sino que ya se encuentra bastante avanzada y desarrollada en grandes proporciones. Tal afirmación resulta ya tan cotidiana, que hasta los medios de comunicación la han tomado como un slogan comercial para vender incluso la imagen de algunos consorcios internacionales. A manera de ejemplo, están las firmas internacionales conocidas como American on line, Terra, Coca Cola, Mercedes Benz y otras tantas empresas comerciales de distintas nacionalidades.

 

Quienes más convencidos están de este fenómeno son sin duda los inmiscuidos en el ámbito financiero. Incluso hay personajes que se atreven a afirmar la caída de los Estados como la parte organizadora y rectora de la vida social. Keniche Ohmae, es uno de ellos y ha dicho: Vivimos ahora en un mundo sin fronteras, en el que el Estado-nación se ha convertido en una ficción y los políticos han perdido todo poder efectivo. Tal afirmación, va en el sentido de los impactos tan bruscos que tienen algunas decisiones económicas, las cuales se salen del cauce de la normatividad del estado-nación tradicional y clásico del concepto.

 

México es un país que avanza paulatinamente hacia la modernidad. Los conceptos de globalización y cosmopolita, no deben aplicarse en su sentido estricto. Sin embargo, sentimos su influencia en el diario acontecer de los hechos. La tecnología rebasa los límites establecidos por la imaginación. La televisión no sólo presenta programas de entretenimiento, sino ahora desnuda a la realidad. La opinión pública asume un lugar determinante, en las decisiones gubernamentales, aun cuando a veces sean violentadas las decisiones. Cuando a veces se diga que se dice, y no se diga nada.

 

La sociedad civil rechaza, con el abstencionismo, las promesas no cumplidas por la clase política y dirigente del país. México se transforma poco a poco, pero –por ejemplo- las diferencias entre el hombre y la mujer siguen siendo abismales no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo.

 

En este momento, en el Estado de México, por primera vez en la vida, se pone de candidata a una mujer para ser gobernadora, y la colocan a competir contra otra, por el mismo partido, que también quería ser. Muy buenas las dos, pero parece que no hay equilibrio. En lugar de apoyo, hay competencia dentro. Triste. Mal. Poco inteligente. Estas diferencias abismales entre hombres y mujeres, las mujeres las tienen que acortar.

 

Por otro lado, la nación que hoy vivimos, cada vez se vuelve más intolerante. Para no ir más lejos, la brecha entre ricos y pobres se hace cada vez más ancha. Y todo esto lo sabemos diario, a pie juntillas porque la revolución informática establecida hace más de treinta y cinco años, avasalla los centros educativos y de comunicación. Por eso, las generaciones anteriores de hombres que no logran vincularse a los cambios de manera automática se relegan y se vuelven obsoletos.

 

Modernidad con tecnología; facilidad con automatización; eficiencia con eficacia; conceptos que a muchos mexicanos les son ajenos y que en sus prácticas diarias les cuesta trabajo entender y, por ende, desarrollar. Ante este panorama se hace necesario que las políticas públicas se comprometan a vincular e incorporar a un número cada vez mayor de mexicanos en las nuevas tecnologías, ya que éstas se encuentran influyendo de manera determinante en nuestra forma de vida, de conocer y trabajar de relacionarnos con el mundo.

 

Estamos inmiscuidos dentro del ámbito mundial. Tenemos competencia en diferentes aspectos. Existe una modernización absoluta. Por eso, he tratado de desarrollar, en todos los lugares en los que he trabajado, y para tratar de evadir la pobreza, el cómo y de qué manera la globalización puede ayudar a conformar una conciencia mundial, que la gente no entiende, de lo que es, pero debería ser: la planificación familiar, concepto delicado en el ámbito político sobre todo en México, por la naturaleza en que surge y cómo es concebido en un contexto de patriarcado y de religiosidad. Y por supuesto de hombres. El gobierno tiene que entender que este es un problema urgente. Utilizar toda la capacidad técnica que tiene a su alcance, para acercarse a la población.

 

 

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