Competencia

FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO

DESDE A JANELA

Se han preguntado ¿Por qué en ciudades coloniales, zonas arqueológicas o en lugares con una belleza natural muy grande se suelen encontrar tantos turistas norteamericanos, asiáticos o europeos? Y si no solo eso, sino que al abordarlos y platicar con ellos o incluso con solo verlos, nos enteramos que no son ni magnates ni políticos ni forman parte de alguna élite, sino que son cualquier hijo de vecino que simplemente tomaron la decisión de viajar en sus vacaciones, porque encontraron alguna oferta, tienen alguna suscripción o simplemente se quisieron dar el gusto.

Si aparte conversamos con algún turista de los que mencioné y entramos en el tema costumbrista, muchas veces nos dirán que en sus hogares no se preocupan por los gastos básicos del hogar, porque sus costos son muy bajos; claro, tienen otro tipo de preocupaciones como hipotecas, educación superior, los impuestos que pueden llegar a ser muy altos pero lo que aquí interesa es que sus necesidades básicas e intermedias las pueden solventar con relativa facilidad, cosa que desde luego no ocurre con la gran mayoría de la población promedio de un país como el nuestro ni mucho menos en países con sistemas más controladores como Cuba o Corea del Norte en los que sólo las verdaderas élites pueden darse un viaje de placer.

Entonces lo que pensamos es ¿Cuál es el secreto de esa comodidad financiera que comprende a tantas personas que no son ricas? O mejor dicho ¿Por qué en esos países cuyo Estado no pregona distribuir la riqueza entre los más pobres en realidad la distribuyen mucho mejor que los que sí lo pregonan?, porque la gran mayoría de esos turistas tienen empleos propios del grueso de la población pero que son suficientes para cubrir sus necesidades básicas y aparte para viajar fuera de su país una o dos veces por año.

Para responder lo anterior hay que tomar en cuenta muchos factores, pero hay uno en especial que explica la razón por la que el dinero rinde más en esos países y esa razón es la competencia tan grande que existe entre los proveedores de alimentos, servicios básicos e intermedios como los ya mencionados viajes al extranjero y en general en la oferta al público de casi cualquier producto, de hecho entre más desarrollado esté el país es mayor oferta de productos a bajo precio disponible en su mercado.

Y eso hace que la riqueza se distribuya mejor, porque el éxito económico de un país no reside en repartir dinero o bienes a la población sino que consiste en hacer que el poco o mucho dinero que se tenga rinda para adquirir más cosas y eso es precisamente lo que sucede cuando el Estado respeta y fomenta la libre competencia.

Y es que esa competencia aparte de bajar precios y aumentar la oferta de productos también genera más emprendimiento y con ello más disponibilidad de empleos, ya que en un país de economía liberal la movilidad laboral, salvo crisis específicas que son la excepción a la regla, es mucho mayor a la de países con economía controlada que no pueden ofrecer a la población más empleos que los que el Estado puede crear.

Y todo esto viene a cuento, porque aquí en México se está buscando justo todo lo contrario a lo que está demostrado que funciona en muchas partes del mundo, es decir se está destruyendo la competencia para tratar de resucitar monopolios estatales aunado a que se busca que el Estado controle los precios y la distribución de los productos en el mercado.

Siendo un ejemplo de ello lo que está sucediendo en la materia energética en donde a pesar de que la Corte declaró inconstitucional un decreto que elimina cualquier posibilidad de que la CFE adquiera energía producida por particulares a un costo menor que la que suele producir, el gobierno vuelve a la carga ahora con una reforma constitucional que permita eliminar cualquier resolución judicial en ese aspecto.

Más eso en lugar de generar riqueza va a fomentar la pobreza, ya que la energía eléctrica será cara y por consiguiente una preocupación en muchos hogares, amén de los empleos que van a dejar de crearse por ya no poder establecer empresas que se dediquen a producir energía.

A muchos quizá no les preocupe, porque la competencia en la producción y distribución de energéticos en nuestro país es relativamente nueva y por ello no se han visto de manera masiva sus bondades, pero para eso es bueno establecer comparaciones y por ello bien podemos remitirnos a las telecomunicaciones en donde ya hay más camino recorrido en cuanto a la competencia y por lo mismo sí se pueden ver muchas de sus bondades.

Hace treinta años cuando existía un monopolio estatal de telefonía las llamadas de larga distancia eran cobradas por minuto a un precio muy alto y las locales también tenían su costo, si no mal recuerdo éste se denominaba servicio medido; luego el monopolio se volvió privado y la situación siguió siendo parecida aunque por el deseo de ganancias de su dueño empezó a adquirir insumos y servicios para revender de mercados en donde existe competencia y así hacer masivo el servicio de telefonía tanto fija como móvil.

Después se permitió la competencia y con cierta ayuda del Estado, porque este debe de evitar los monopolios entraron nuevos actores en el mercado y los servicios ofrecidos aumentaron, así como los costos bajaron y lo hicieron tanto que ahora casi cualquiera tiene un celular y las llamadas locales y nacionales no tienen un precio que preocupe, ya que generalmente van incluidas en paquetes.

Siendo ese un ejemplo de como la libre competencia mejora la economía de las personas y las familias y de cómo en México la preocupación presupuestal de estas es mucho menor en servicios de telefonía que en energía eléctrica, agua potable o gasolina.

En resumen, un país no es rico por tener un Estado que reparta dinero que además le cuesta producir por no tener una sociedad próspera que se lo dé sino que lo es cuando permite que su sociedad prospere y esa prosperidad solo se obtiene a través de la libre competencia, la cual permite que el dinero rinda más.

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Twitter: @FelipeFBasilio