*Silvia Beatriz Adoue.
Viajando en el tiempo con El Eternauta
La serie argentina dirigida por Bruno Stagnaro1 y distribuida por la plataforma Netflix nos propicia un viaje en el tiempo del país del sur. En su actualización percibimos “fallas”, anacronismos que, en sí mismos, ayudan a reflexionar sobre los cambios históricos.

La obra original, en forma de historieta, con guión de Héctor Germán Oesterheld y dibujos de Francisco Solano López2, fue publicada de 1957 a 1959 en la revista Hora Cero Semanal. Hubo, después, una nueva versión, con dibujos del uruguayo Alberto Breccia3, publicada en 1969 por la revista semanal Gente. La primera versión, concebida como novela gráfica por entregas, de alguna manera, documenta transformaciones en la perspectiva de mundo del guionista. Juan Salvo, su alter ego, es el protagonista, obligado a salir de su vida pacata de suburbio de clase media, para luchar, primero por los suyos, frente a una amenaza al principio desconocida, y, después, por todos frente a la destrucción llevada adelante por una invasión extraterrestre, que tiene la complicidad de las elites terrestres. Salvo pasa del egoísmo ampliado de la familia y los amigos a la confianza en aliados hasta entonces desconocidos.
El Eternauta, de Oesterheld, y Operación Masacre, de Walsh
Esa transformación del escritor tiene paralelo con la del periodista y también escritor Rodolfo Jorge Walsh, que en 1956 también fue publicando un reportaje de investigación en la revista Mayoría que adquiría la forma de folletín, es decir, una novela por entregas: Operación Masacre4. Se trataba de una investigación periodística sobre fusilamientos ilegales cometidos por el gobierno militar vigente contra un grupo de trabajadores que se habían reunido para escuchar la transmisión de la pelea final de un campeonato de box, mientras ocurría un putch, intento de revertir el golpe por oficiales del ejército leales a Perón y civiles con ellos confabulados. La obra de Walsh también registra el cambio en las posiciones políticas del autor, pero, al mismo tiempo, la autoría va contando con testigos con los cuales el autor compone un texto polifónico5. Recordemos que en 1955 había ocurrido el golpe de Estado que destituyó al presidente electo Juan Domingo Perón. La clase media miraba con desconfianza a los trabajadores industriales que apoyaban al presidente depuesto. Walsh pasó de apoyar al gobierno militar a denunciarlo como “revolución fusiladora”, y a combatirlo sumándose al movimiento que quedó conocido en la historia argentina como Resistencia Peronista. Así como Operación Masacre, el enredo de El Eternauta también comienza con un encuentro de amigos. En este caso, para jugar truco, el popular juego de cartas del Río de la Plata. Tanto Oesterheld como Walsh se tornaron militantes de la organización armada peronista Montoneros, ambos fueron desaparecidos por la dictadura que comenzó en 1976. El mismo destino sufrieron las cuatro hijas del autor de El Eternauta y una de las dos hijas del autor de Operación Masacre.

La segunda versión de la historieta de Oesterheld, así como las sucesivas ediciones del reportaje de investigación de Walsh dan cuenta de una nueva postura de los autores y del crecimiento numérico y organizativo de la Resistencia Peronista. Ficción y no ficción recogen una transformación en el estado de espíritu del público en el que las obras circulaban. Público, este, que reconocía y se reconocía en los paisajes cotidianos de Buenos Aires y el conurbano. Es decir, son dos obras cuyo sentido no puede ser observado sin considerar el contexto histórico de su producción como work-in-progress, su circulación y su recepción.
El Eternauta, la serie
La serie lanzada en 2025 cuenta con un equipo numerosísimo. Bruno Stagnaro reunió no sólo actores experimentados (Ricardo Darín, César Troncoso, Marcelo Subiotto, Andrea Pietra, Carla Peterson, etc.), sino también un gran equipo técnico para construir escenarios en que se reconoce la Buenos Aires actual. El pasaje de la historieta para el video exigió un esfuerzo enorme para tornar realista el relato de una invasión extraterrestre, con seres inventados, como los cascarudos gigantes, la nieve letal y los paisajes catastróficos.
La opción por actualizar el enredo, que en la serie se desenvuelve en los tiempos actuales, no exige un esfuerzo menor. Salen personajes, como Franco, el obrero; entran personajes, como Inga, la migrante venezolana entregadora de aplicativo; cambian las características de personajes, como es el caso de Pablo, en la serie un adolescente descendiente de migrantes orientales. Hay un intento de dar protagonismo mayor a las mujeres que no consigue gran suceso. Juan Salvo es un veterano de la guerra de Malvinas, lo que, por un lado, justifica su conocimiento de armas y también la soltura con que se mueve en situaciones extremas.
El uso de soluciones técnicas hoy consideradas obsoletas para enfrentar las adversidades resulta, en cambio, bastante verosímil: las tecnologías electrónicas son inutilizadas por la acción de los invasores sobre los campos magnéticos. El recurso a tecnologías de la época de la versión original genera dos resultados en la construcción de sentido: valorizar la capacidad de inventar, la astucia como inteligencia popular, por un lado; y, por otro, permite extrapolar el recurso a tecnologías obsoletas también en el campo de la acción política. Intencionalmente o no, ese ha sido uno de los efectos de la recepción de la serie. De ahí sale un lema que circula ahora popularmente: “Lo viejo funciona, Juan”, le dice el ingeniero Favalli, el inventor, a su amigo Juan Salvo. Carteles con esa frase son recurrentes en las movilizaciones de todos los miércoles, realizadas por los jubilados, y brutalmente reprimidas por la ministra de seguridad Patricia Bullrich.

Otra frase ahora repetida como un mantra es “Nadie se salva solo”, que aparece en la voz de la esposa de Favalli, que recrimina el individualismo de su marido.
Anacronismos
“Nadie se salva solo” va a contramano de las transformaciones en la subjetividad de la sociedad, propiciadas, entre otras causas, por los cambios en las relaciones de trabajo en la nueva dinámica del capital. “Lo viejo funciona” viene siendo leído no sólo como la reivindicación de una faja etaria. Se refiere a la recuperación de formas de lucha del pasado que, sin embargo, no parecen funcionar, o que, por lo menos, no resultan tan efectivas.
Vemos, sin embargo, entre las actualizaciones, algo un tanto inverosímil. En 1957, era creíble que al menos una parte del ejército pretendiese coordinar la lucha contra la invasión. Recordemos que hubo un putch contra la dictadura, en la que participaron militares como los generales Juan José Valle y Raúl Tanco, en junio de 1956. Valle fue inmediatamente fusilado. Tanco consiguió huir y buscó asilo. En los años siguientes, hubo una purga dentro de las fuerzas armadas, que permitió la represión brutal de la dictadura iniciada en 1976. En la primera versión de El Eternauta, la reacción inicial de los personajes frente a los militares que dicen enfrentar la invasión es crédula. En 2025, después del fiasco de la Guerra de las Malvinas y del papel del ejército en el exterminio de 30 mil personas, entre ellas, el historietista y sus cuatro hijas, esa credulidad de los personajes no es verosímil. Es más, en los cuarteles de Campo de Mayo, donde en el enredo de la serie se reúnen las personas para organizar la resistencia, funcionó un campo de tortura y exterminio de militantes. Ese movimiento de la perspectiva con relación a las instituciones militares por parte de los personajes y los lectores de la historieta no puede repetirse en 2025.
Creo que hay una intención, una expectativa de efecto de recepción, que es tomar el núcleo paranoico de la subjetividad que hoy predomina y, por, medio de pequeños pasos, ir del desconocimiento, o del conocimiento fragmentado, al gran relato del héroe colectivo. Es el procedimiento de Walsh y de Oesterheld. En el final de los años ‘50 y en los ‘60, ese procedimiento fue efectivo porque fue acompañado por pequeños pasos que no eran solamente narrativos, sino que acciones políticas. Relato y acción se alimentaban mutuamente. No es este el caso, en que, a pesar de ser una serie, aparece al público en una entrega de toda la temporada. Y ese sector que se espera que cambie de perspectiva aún no se manifiesta en una acción política que lo transforme.
Creo que la serie nos alcanza, sobre todo, a nosotras y nosotros, la generación de sobrevivientes de la dictadura, muchos ya jubilados. Porque, a pesar del intento de aggiornamento, tratamos de reconstruir un tiempo en que las aspiraciones de transformación social estaban relativamente intactas. Ese intento de aggiornamento salta, entre otras cosas, por arriba de los balances críticos de las contradicciones del peronismo y de lo que se llamó «la lucha armada». Es como si pudiéramos reconstruir ciertas condiciones históricas que ya no existen. Recuperar, oníricamente, un tiempo definitivamente agotado.
El aggiornamento trata de introducir determinados elementos que precisan entrar en el balance, como los cambios en las relaciones de trabajo (como es el caso de la entregadora de aplicativos), aunque no hay un foco en ese tema. La perspectiva es todavía bastante próxima al patriarcado de los años ’50 y ‘60, pese al papel de las esposas y de la trabajadora migrante venezolana. Digamos que el papel heroico y abnegado de las mujeres es reconocido, pero lo que hace avanzar el enredo continúa siendo la acción masculina, limada, en sus rasgos más «sacados» (paranoicos) por las mujeres.
Creo que también nos alivia a los viejos en la afirmación de que nuestros conocimientos, nuestras formas de actuar en el mundo, ya «pasadas de moda», pueden ser eficientes. Eso produce alguna satisfacción. Pero una satisfacción ilusoria, conquistada a fuerza de ignorar los desafíos de la nueva configuración del capital y la imposibilidad de restituir el Estado de bienestar. De alguna manera, las luchas que predominan contra el presidente Javier Milei y los intensos ajustes neoliberales son luchas defensivas, por la restitución de derechos sociales y democráticos que ya no resultan convenientes para el capital. La república burguesa, aun esa república que fue más una promesa que una realidad, está derritiéndose, como régimen.

El eternauta es el viajero del tiempo en que se convirtió Juan Salvo y advertía desde el futuro que se preparasen para conjurar el desastre. No podemos, como en la ficción, volver en el tiempo para evitar la catástrofe en cuyo cono de sombra ya estamos. No se puede reconstruir las formas de dominación contra las cuales aprendimos a pelear. Es preciso enfrentar la situación actual con astucia e inventiva a la altura de los nuevos desafíos, y guardar en el corazón, aquellos aprendizajes útiles del pasado, que El Eternauta también nos señala:
1 Ver: El Eternauta, serie de Bruno Stagnaro, Argentina, Netflix, 2025.
2 Ver: OESTERHELD, Héctor Germán, y SOLANO LÓPEZ, Francisco .El Eternauta, Barcelona, La Biblioteca Argentina, Serie Clásicos, 2000.
3 Ver: OESTERHELD, Héctor Germán, y BRECCIA, Alberto. El Eternauta. Buenos Aires: Colihue, 1998, p. 81-132.
4 Ver: WALSH, Rodolfo Jorge. Operación masacre. 21ª. Ed. Buenos Aires: de la Flor, 2000.
5 Ver: ADOUE, Silivia. Walsh, el criptógrafo : escritura y acción política en la obra de Rodolfo
Walsh. Trad. Carlos Boyle. Vicente López : Dialektik Editora; Buenos Aires: El Colectivo, 2011.