Conflictos de mujeres de cuarenta y muchos

Imagen de la Mujer

/ Por Carmen Escalante /

Subir una foto a las redes si no eres joven, be­llísima y flaca es casi un suicidio.

La negativa de las personas a ver envejecer a las mujeres ha hecho que muchas empiecen a invisibilizarse. Te acusan de ser una ridícula que niega su edad.

El edadismo a todo lo que da.

El tapabocas ha sido un regalo. He visto muchas mujeres mayores en la calle, vistién­dose como les da la gana, sin tabúes.

De ahí que ante la noticia de que muchos países estaban quitando el uso del cubrebocas, ha llega­do el espantoso momento de la desesperación del ¿y ahora qué?

Dos años encerradas han hecho estragos, no es lo mis­mo los tres mosqueteros que, enciérrate en una pandemia, pásala como puedas y enveje­ce en dos años, lo que no ha­bías envejecido en cuarenta y muchos.

Y es que, hay que decir la verdad, a esta edad todo se em­pieza a colgar, los cachetes, la papada, la panza, bueno, hasta las axilas. Sí, como lo lees, hasta las axilas, es por eso que se te empieza a irritar más esa zona del cuerpo.

La buena noticia es que seguimos vivas y completas desde que nos podemos quejar así. ¿Y es que cómo no que­jarnos si las oportunidades de trabajo y de todo tipo se van reduciendo conforme tienes más edad?

La única ventaja que le veo a ser mayor, es que ya me dan el asiento en el Metro, eso, créeme que es un regalo porque siempre ando cansada.

Pero volvamos a la foto. Las redes están llenas de cuerpos y caras perfectas.

Varios días he querido encontrar mujeres normales de cuarenta y tantos con cara, cuer­po y vida normales, y nada más el santito no me hace el milagro.

Me fui a ver series a ver si encontraba, ¿qué hacen las mujeres de cuarenta y muchos? ¿Es­pecíficamente las divorciadas?

Es decir, ya no tienes hijos pequeños que cuidar y no tienes marido ni nada que hacer, bueno sí, trabajar, pero… ¿en dónde están esas historias?

Lo más que pude encontrar fue la película de una cincuentona divorciada con hijos que viven lejos, que dedica sus fines de semana a ir a un antro para gente mayor y se pone a bailar sola, ahí encuentra un novio, que más tar­de la deja botada en otro país, ella tiene que hablarle a su madre para que la recoja, porque, encima, el tipo la dejó sin dinero, esta mujer finalmente, regresa a su trabajo y a su vida triste.

¿Es en serio? ¿Es lo único que tienen para ofrecernos?

Hay muchas series de mujeres chambeadoras, activas, con novios guapos que valen la pena y traba­jos espectaculares con ascensos exitosos y grupos de amigas que se aman, pero a las de cuarenta y muchos nos pintan como la vieja decrépita que anda como fantasma por la vida, peor si es divorciada y ya no se volvió a casar.

No queridas, somos más que eso.

Somos la paz que muchas no éramos y te­nemos la libertad que tanto trabajo nos costó conquistar, somos dueñas de nuestro tiem­po y nuestra vida, así que tomémonos esas benditas fotos, vistámonos como se nos dé la gana y a vivir, que a la vida no se viene dos veces y cuando estemos, de verdad muy, muy mayores, vamos a pensar ¡me hubiera tomado esas fotos!

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