*Se fue el Peruano, Pero Restan por lo Menos 10 en Latinoamérica
/ NIDIA MARIN /
Uno menos. Sí, hay que restar un populista en América Latina y en el mundo.
La crisis político-judicial que tiene asolados a los gobiernos populistas de Latinoamérica empieza a cobrar presuntos responsables.
Sí, el trance más reciente en Perú, con la destitución del presidente Pedro Castillo y la prisión domiciliaria de la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirshner (cuyo mandato como presidenta también fue considerado populista), abren la puerta para que otros personajes de izquierda y de derecha, de diversas naciones considerados amantes del populismo (Nicolás Maduro, en Venezuela; Gustavo Petro Urrego, en Colombia; Nayib Bukele, en El Salvador; Xiomara Castro, en Honduras; Andrés Manuel López Obrador, en México y Lula Da Silva, en Brasil, entre otros), pongan sus barbas a remojar.
No olvidemos que las naciones latinoamericanas ingresaron al siglo XXI con mandatarios y mandatarias populistas (“pandemia política” le denominaron en 2020 Gerardo Trujano Velásquez y Yussef Farid Núñez, de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México), al señalar entre otros planteamientos:
“La utilización del discurso como un mecanismo ideológico requiere de estrategias en torno a la comunicación gubernamental. Un ejemplo de ello es el “discurso vacío”, caracterizado como ese relato que se acomoda a las necesidades de la población. Puede ser disruptivo, pero también conciliador, por ello se adoptan conceptos como: pueblo, nación, clase, revolución, ciudadanos, entre otros, los cuales construyen la opinión pública y evocan a sentirse representados (Ungureanu y Serrano 2018). Por esa razón, es interesante analizar la representación que logran los Gobiernos populistas”.
Ellos, en su investigación, dan cuenta de los trabajos más recientes de Fitzi et al. (2019), Temelkuran (2019), Pappas (2019), Casullo (2019), Fassin (2018), Bonilla e Isern (2017), Peruzzotti (2013), Vargas (2017) y Lynch (2016) “…sobre este fenómeno interesante: cómo los políticos que llegan al poder después de una crisis de partidos, económica e ideológica, transforman el sistema político de su nación para preservarse en el poder. Así sucedió con Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Cristina Kirchner en Argentina y Alan García, junto con Fujimori en Perú, quienes desarrollaron Gobiernos centralistas, alejados de la idea de la separación de poderes y que enfrenaron fuertes críticas sobre la libertad de expresión e igualdad política de sus ciudadanos”.
Trujano Velázquez y Núñez, al mencionar a México precisan:
“En México, el ocultamiento de la verdad para el caso de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa mostró una de las caras del modelo presidencial exacerbado que tuvo el ex Presidente Enrique Peña Nieto; pero que su sucesor, Andrés Manuel López Obrador (amlo), ha utilizado también para permanecer en el poder, al fortalecer su alcance a través del ejercicio diario en las ruedas de prensa, llamadas «mañaneras». Este espacio construye por medio del discurso una verdad sobre los acontecimientos del país, justifica sus acciones y gana adeptos. Sandel (2020), uno de los politólogos más importantes por su obra ‘La tiranía del mérito’, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales en 2018, destaca que el populismo como discurso comenzó a construirse en las recientes décadas. Sin embargo, no solo como un mecanismo para llegar al poder, sino también como producto del desgaste de la democracia y resentimiento hacia la élite; así el discurso de Trump en Estados Unidos ganó adeptos, pero polarizó y reconstruyó la desigualdad en la retórica, en la información y las noticias”.
Hay quien dice que el populista usa y abusa de la palabra para quedarse con ella. En México eso está muy claro.
También aseguran que “fabrican sus verdades” y “utilizan discrecionalmente los fondos públicos”, además de que fomentan el odio de clases, desprecian a las instituciones, así como el orden legal.
Así, en Perú, ocurrió la destitución del presidente. Al respecto, el periódico “El Clarín” señaló:
“El presidente de Perú, Pedro Castillo, intentó evitar su destitución este miércoles, con un golpe de Estado que duró apenas un par de horas. Su anuncio de cerrar el Congreso y gobernar por decreto no llegó a concretarse: el Parlamento de todos modos sesionó, aprobó sacarlo del poder y enseguida quedó detenido”.
Ante la crisis política en esa nación, hay quien señala que de haberse celebrado en México la reunión de la Alianza del Pacífico, Castillo podría haber pedido asilo a México. Pero el Congreso de Perú rechazó la solicitud de don Pedro prevista para el 25 y 26 de noviembre pasado y hoy se observa en aquella nación una auténtica división de poderes.
Lástima Margarito, pero… Amlo no pudo salvar al peruano…