Coronavirus: Entre negligencias y ocurrencias.

La política me da risa.

Yazmin alessandrini.

SONRISAS.- Los resultados (o, mejor dicho, los “no resultados”), los números (que simplemente son eso: números, no son fifís, ni conservadores, ni neoliberales) y la realidad (que al final siempre es el peor adversario) hablan por sí solos y son contundentes: En México jamás se diseñó plan de acción alguno para enfrentar la pandemia del coronavirus.

Ni el Gobierno Federal, ni la Secretaría de Salud, ni los funcionarios a quienes se les delegó la responsabilidad para dar respuesta a esta crisis de salubridad mundial jamás imaginaron las dimensiones que alcanzaría esta tragedia, que al día de hoy con 304 mil 435 personas contagiadas y 35 mil 491 fallecimientos, nos enseña que ni “está domada” y mucho menos se ha logrado aplanarle curva alguna.

Podrán presentarle a los mexicanos todos los argumentos y todos los pretextos que quieran para justificar su inacción, pero lo cierto es que no se puede tapar el sol con un dedo. Los cuatro líderes del mal manejo del COVID19 a nivel mundial están plenamente identificados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS): Estados Unidos, Brasil, el Reino Unido y México -¿por qué siempre México?-, países que comparten una muy preocupante coincidencia, los cuatro transitan en estos momentos bajo regímenes populistas.

*** Y los mensajes que se le envían a la población desde la parte gubernamental, más que alentarla y orientarla, la confunden, la deprimen y la enojan. El discurso o la retórica cambian a diario. Tenemos a un Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud que todos los días aparece para decirnos que “estamos en el pico de la epidemia” y que lo mismo sale a decir que el “Modelo Centinela” será su guía de cálculo y medición (aunque semanas después lo deseche rotundamente) o que, según sus proyecciones, México registrará de 6 mil a 8 mil muertos… ¡no, esperen!, serán 20 mil… ¡un momento!, tengo un nuevo pronóstico: para octubre morirán 30 mil mexicanos y así transcurren sus conferencias vespertinas desde Palacio Nacional, entre imprecisiones, irresponsabilidades y chambonadas. Y de los semáforos sanitarios mejor ni hablemos…

*** Pero el buen manejo de la crisis y el éxito de nuestras autoridades queda en evidencia una y otra vez con los más bizarros y surrealistas ejemplos: Los talleres de nuestras fuerzas armadas trabajan a marchas forzadas confeccionando vestuario quirúrgico para nuestros especialistas de la salud (¿apenas?); el CONACYT rompe el silencio para anunciar “con bombo y platillo” que ya están listos los prototipos de los dos ventiladores “libres de neoliberalismo” que debió haber entregado hace dos meses y medio (hasta los bautizó con los lindos “Gätsi” y “Ehécatl 4T”, como si fueran naves espaciales); el ya referido Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, quien se aferró meses en su argumento de que el cubrebocas no sirve de nada, de buenas a primeras aparece frente a las cámaras utilizando uno; y como para que ya no cunda el pánico se anuncia “la compra inmediata” de medicamentos en el extranjero (¿cuánto tiempo tardará en surtirse, enviarse y llegar a México un “pedido urgente” de medicinas?).

*** Hoy por hoy somos mal ejemplo mundial en el manejo de una crisis de salubridad. La coyuntura y la tragedia nos han rebasado a niveles inexplicables. Los muertos se seguirán acumulando y aparejados a estos, aparecerán otros “fallecimientos” que no se van a contabilizar en la columna de muertes oficiales. Me refiero al aniquilamiento de miles de empresas y millones de fuentes de trabajo; de inversiones que se van a retirar para nunca más volver; el turismo, la industria de la construcción y la industria automotriz están en estado de coma y no se ve para cuándo despertarán de este terrible nocaut. ¿Es en serio, si llevaban meses preparándose para el coronavirus?

RISAS.- Decepcionado de que la llamada 4ª Transformación prácticamente le haya dado la espalda, pues lo dejó morir solo en su intentona por alargar su gestión de dos a cinco año, el gobernador de Baja California, Jaime Bonilla Valdez parece estar decidido a convertirse en una verdadera piedra en el zapato para la cuatro-té hasta el último día de su mini-gubernatura, pues a la par de que están apareciendo encuestas que lo califican como uno de los mejores cinco mandatarios estatales del momento él prácticamente ya le declaró la guerra al responsable de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Javier Jiménez Espriú, a quien por cierto urge que le emitan una Alerta Amber porque nomás no aparece y de quien Bonilla Valdez exige su renuncia inmediata de la ese-ce-té porque, explicó, además de que ha brillado por su ausencia para resolver los temas propios de la naturaleza de su cargo, todavía se le nota que lleva bien puestos los colores del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

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