ONU, 25 septiembre 2020.- El Papa Francisco destacó que la crisis originada por el coronavirus nos coloca frente a una doble vía: la que conduce al fortalecimiento del multilateralismo, “como expresión de una solidaridad fundamentada en la justicia y en el cumplimiento de la paz y de la unidad de la familia humana”; y, por otro lado, la que nos encamina “a actitudes de autosuficiencia, nacionalismo, proteccionismo, individualismo y aislamiento”, apartando a los más pobres y vulnerables.
Durante su discurso en el debate de alto nivel de la Asamblea General, el Sumo Pontífice destacó la urgente necesidad de apoyar la salud pública y de garantizar el derecho de cualquier persona a recibir atención médica básica.
Al mismo tiempo, instó a los gobernantes y al sector privado a tomar las medidas necesarias para asegurar el acceso general a la vacuna contra la COVID-19, agregando que, si hubiera que favorecer a alguien sea al “más pobre, el más vulnerable, aquel que normalmente queda discriminado por no tener poder ni recursos económicos”.
El efecto de la COVID-19 y las nuevas tecnologías en el trabajo
Ante un sector laboral que se debate entre la incerteza y la robotización, el Papa reivindicó la necesidad de encontrar nuevas fórmulas laborales que puedan satisfacer el potencial humano y que garanticen nuestra dignidad.
Para alcanzar este trabajo digno destacó la necesidad de “cambiar el paradigma económico dominante que sólo busca ampliar las ganancias de las empresas” y añadió que uno de los principales objetivos de los empresarios debería ser el ofrecer empleo a más personas.
“El progreso tecnológico es útil y necesario siempre que sirva para hacer que el trabajo de las personas sea más digno, más seguro, menos pesado y agobiante”, afirmó, explicando que este proceso requiere un cambio de dirección “sin embargo, este cambio necesita un marco ético más fuerte, capaz de superar la tan difundida e inconscientemente consolidada ‘cultura del descarte’”, acotó.
Atentado contra la humanidad
El Papa defendió que el modelo actual produce “una gran falta de respeto por la dignidad humana, una promoción ideológica con visiones reduccionistas de la persona, una negación de la universalidad de sus derechos fundamentales, y un deseo de poder y de control absolutos que domina la sociedad moderna de hoy. Digámoslo por su nombre: esto también es un atentado contra la humanidad”.
El líder de la Iglesia Católica extendió su crítica a la larga lista de derechos fundamentales de las personas que son violados con impunidad y que “nos hace llegar la terrible imagen de una humanidad violada, herida, privada de dignidad, de libertad y de la posibilidad de desarrollo”.
Hay que acabar con la desconfianza mundial
En clave internacional resaltó la necesidad de interrumpir el clima de desconfianza existente y advirtió que la erosión del multilateralismo “resulta todavía más grave a la luz de nuevas formas de tecnología militar, como son los sistemas letales de armas autónomas, que están alterando irreversiblemente la naturaleza de la guerra, separándola aún más de la acción humana”.
Para ello, abogó por que la ONU se convierta “en un taller para la paz cada vez más eficaz”, una circunstancia que requiere “mayor unidad y determinación” de los miembros del Consejo de Seguridad, especialmente de los permanentes.
El Papa aplaudió la propuesta de alto el fuego de alcance mundial durante la crisis de coronavirus y reiteró la importancia de reducir las sanciones internacionales que impiden que los Estados brinden el apoyo adecuado a sus pueblos.