**HACERLO MEJOR
/ Verónica Baz
Después de semanas de anaqueles vacíos, camiones con productos perecederos que pasaron muchas horas estacionados, transportistas enojados y organizando bloqueos, y personas que perdieron tiempo y dinero, el viernes pasado el Gobernador de Texas, Greg Abbott, por fin suspendió las inspecciones de seguridad vial que causaron un embudo en la frontera.
Para que el Gobernador pudiera retractarse de esta política, que muy pronto se volvió poco práctica causando más daños que beneficios, utilizó el argumento de que suspendía las revisiones porque había llegado a un acuerdo con cuatro gobernadores de entidades fronterizas (Nuevo León, Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas) para mejorar la seguridad y, en particular, el paso de migrantes indocumentados.
La realidad, sin embargo, es que los daños lo alcanzaron y seguir así era insostenible. Al reducir el número de camiones comerciales que transitan de México a Estados Unidos por Reynosa de 3 mil a 500 se generaron otros problemas que empezaban a desvirtuar su iniciativa.
El Gobernador republicano que estará buscando reelegirse en noviembre ha decidido posicionarse como el “protector de los texanos” en contra de las políticas más abiertas a los migrantes que está implementando Biden y que han contrastado con las de Trump.
La migración ilegal no dejará de ser un tema crucial por la cantidad de personas cuyas condiciones de vida se agravaron en los últimos años, aunado a la falta de personas empleables en Estados Unidos derivadas de las ayudas del Gobierno. Mientras Biden buscará relajar las medidas de Trump, habrá siempre actores políticos que querrán beneficiarse de la política contraria.
En el caso del Gobernador de Texas, la idea de las inspecciones de camiones fue la de utilizar lo que estuviera a su alcance para convertir una política federal en una local. Cuidar las fronteras para evitar la migración ilegal es un tema que no es facultad de los estados ni de los condados. Por esta razón, Greg Abbott utilizó la normatividad y las facultades que estaban a su alcance, como la de cero tolerancia en materia de seguridad vial y así fue como, uno de cada cuatro camiones, no pudo seguir circulando al no cumplir con el 100 por ciento de los estándares en el sistema de frenado.
Otro punto que llevó a esta política a ser sólo parte de una campaña por la reelección es el hecho de que los migrantes no cruzan la frontera en camiones que transportan mercancía. Los pueden utilizar para llegar a la frontera o después de haberla cruzado, pero los arcos de rayos gamma por los que tienen que pasar los camiones, entre muchas otras inspecciones del Gobierno federal, hacen que esta sea una opción poco popular para cruzar ilegalmente la frontera.
La política local siempre tiene personas que buscan beneficiarse de políticas que afectan el libre mercado de manera directa o indirecta. Lo que estas semanas nos mostraron fue que, cuando una postura ideológica y fundamentada principalmente en marketing político comienza a afectar a los consumidores, su éxito es limitado.
Asimismo, fueron cruciales los transportistas mexicanos que al hacer sentir su voz a través de sus protestas aceleraron la suspensión de estas revisiones. Igualmente, los gobernadores de los estados fronterizos que, al firmar un acuerdo, le ayudaron a Greg Abbott a retractarse sin tener que incurrir en un alto costo político por su política fallida.
No sólo en México los procesos electorales y los discursos políticos generan dinámicas cuyos resultados están muy alejados del bien común.
