Tercera dosis, una necesidad que crece #Covid19

*El principal motivo para la tercera dosis sería evitar contagios por nuevas variantes, aunque las vacunas siguen funcionando contra la muerte.

Redcacción/

26 mayo 2021.- Una nueva campaña para buscar la tercera dosis arranca cuando todavía no se ha inmunizado al 100% de la población con las dos primeras dosis.

Los inmunólogos están ciertos que las vacunas contra el coronavirus van a necesitar una tercera dosis de recuerdo para garantizar la inmunidad.

Las farmacéuticas como Moderna, Pfizer y Astrazeneca ya avanzan que una tercera dosis reforzaría la inmunidad, sobre todo en aquellos colectivos de mayor riesgo. Una tesis que ahora se ve reforzada por el último anuncio del Gobierno central.

Esta tercera dosis sería necesaria para toda la población vacunada, aunque comunidad científica y administraciones públicas coinciden en la importancia de inyectar una tercera dosis a los colectivos de riesgo después del verano.

Pfizer y Moderna plantean una tercera dosis.

El pasado 27 de abril, el primero en abrirse a esta posibilidad fue el cofundador de la farmacéutica alemana BioNtech, Ugur Sahin. La vacuna ideada en su equipo, la de Pfizer (llamada en Europa Comirnaty), tiene una efectividad máxima del “97%, siete días después de la segunda dosis”, recordó en un encuentro con medios. Pero aseguró que, desde ese momento, empieza a descender por lo que creyó necesaria una tercera dosis “entre nueve meses y un año después de la primera pauta completa”.

Sin que diera más detalles de por qué esto es así, el argumento principal se basa en la evolución del número de anticuerpos neutralizantes que se miden en la sangre de las personas vacunadas. Tienden a decaer con el tiempo. Igual que entre quienes han pasado la COVID-19. Aunque los anticuerpos son sólo una parte de la inmunidad. De ese ‘castillo de las defensas’.

Reino Unido acaba de empezar un estudio para poner una tercera dosis en 3.000 personas vacunadas en pauta completa con cualquiera de las modalidades vacunales con que trabaja en país. “Puede pasar que algunos grupos de edad no la necesiten. Lo que pretendemos no es dictar si una vacuna es mejor que otra, sino si merece la pena poner una tercera dosis y en ese caso cuál es la más indicada para ello”, ha explicado el profesor Saul Faust, jefe del estudio en la Universidad de Southampton.

Moderna, la última vacuna en pedir tercera dosis tras el verano
Moderna, la segunda vacuna de ARNm aprobada tras Pfizer, es la siguiente en plantear la tercera dosis. En una entrevista publicada este domingo por Le Journal du Dimanche, el consejero delegado de la compañía, Stéphane Bancel, afirma que habrá que dar una “tercera dosis de recuerdo” a las personas que ya fueron vacunadas

Según su argumento, sería deseable comenzar “desde el final del verano” con los grupos de riesgo a los que se les dieron las primeras dosis a comienzos de 2021. Pone especial énfasis en personas que viven en residencias de mayores. Tampoco ha dado detalles de estudios que justifiquen esa decisión según la cual la protección habría bajado unos nueve meses después de la primera vacuna.

Existen multitud de vacunas que requieren dosis de recuerdo, algunas espaciadas hasta una década, como la del tétanos. “Podemos dar una inyección de refuerzo si la inmunidad cae con el tiempo, o disminuye, para restaurar la inmunidad de alguien a niveles óptimos”, sigue la profesora Kylie Quinn.

Sin embargo, las vacunas de ARNm son tan nuevas como la propia enfermedad que persiguen evitar. Y aunque los laboratorios han asegurado que la protección conferida por la vacuna puede ser más completa que la que se adquiere tras pasar la COVID-19, inmunólogos y vacunólogos consultados por Newtral.es tienen sus dudas.

Los datos, presentados el 3 de diciembre en la New England Journal of Medicine, vendrían a sugerir una protección duradera pero, sobre todo, más eficaz que la natural. Al menos a corto plazo. A largo plazo, las líneas son descendientes en personas mayores.

“La inmunidad de la vacuna está más dirigida, pero no debería ser muy diferente a la de haber superado la infección natural”, explica el profesor de Microbiología de la Universidad de Zaragoza Carlos Martín-Montañés. En la misma línea se expresó para Newtral.es la inmunóloga del CBMSO-CSIC Margarita del Val al poco de empezarse a inyectar Comirtaty en España. Los propios datos de Moderna refrendan que su vacuna es tan duradera como superar la infección natural: al menos ocho meses.

La especialista en vacunas y epidemias también recordó que el arsenal actual de vacunas anticovid “son de primera generación, muy buenas, pero puede que lleguen mejores”. En este sentido, en una entrevista con Onda Vasca fue más contundente al conocer la insinuación de tercera dosis hecha por el socio de Pfizer y se mostró decepcionada con el grado de protección que, de confirmarse, daría esta vacuna.

Margarita del Val aseguró que “con la segunda debería ser suficiente. Si dicen que no es así, que la Pfizer no está proporcionando la inmunidad necesaria y otras sí lo hacen, es mejor descartarla”. España trabaja en una vacuna intranasal, la del CNB-CSIC, que liquidaría al virus antes de que siquiera entre en las células. Una vacuna ‘esterilizante’, con un enfoque muy distinto a las actuales.

El profesor de Farmacia de la Universidad de Newcastle Nathan Bartlett matiza: “es razonable predecir en los 12 meses posteriores a la vacunación, un número sustancial de personas haya perdido la protección contra el SARS-CoV-2” Su posición en The Conversation es favorable a revacunar con ARN dada la facilidad para actualizar eficazmente su fórmula “si la cepa prevalente que circula en ese momento es muy diferente del virus contra el cual se vacunó originalmente a las personas”.

La tercera dosis de las vacunas: una carrera delante de las variantes
Ni Pfizer-BioNTech ni Moderna han presentado informes concretos que sostengan su propuesta. Pero epidemiólgos como el propio Anthony Fauci de EE.UU. piensan que la inmunidad adquirida por la covid superada o las vacunas, aunque buena, será limitada. Es cierto que apenas se se están observando reinfecciones generalizadas en sitios de gran incidencia, ni siquiera un año después.

El principal motivo para la tercera dosis sería evitar contagios por nuevas variantes, aunque las vacunas siguen funcionando contra la muerte.

Pero mediciones de anticuerpos protectores en sangre dan pistas de que hay personas que van perdiéndolos a gran velocidad, mientras que otras los mantienen. La decaída en el número de anticuerpos medidos a los ocho o nueve meses con vacunas de ARN estaría tras los argumentos a favor de la tercera dosis. Sobre todo, ante la circulación de nuevas variantes que escapen parcialmente de su poder de neutralización.

Para Kylie Quinn, la gran ventaja de revacunar con tercera o cuarta dosis anticovid residiría justamente en la protección frente a nuevas variantes. Como explica en The Conversation, “los fabricantes ya están ajustando sus vacunas para apuntar mejor a las nuevas variantes”. Pero la importancia de una tercera dosis actualizada tendrá más que ver con el grado de circulación de esa variante nueva en un territorio.

En este caso, las vacunas no tendrán que volver a pasar por toda la gama de pruebas clínicas. Los obstáculos regulatorios se simplifican de manera similar con las vacunas contra la gripe actualizadas a las cepas que se pronostican como mayoritarias cada temporada. En gripe sabemos que sí o sí llegará cada año pero desconocemos cuánto y cómo circulará el SARS-CoV-2 desde este otoño, del que hay expertos que creen que se terminará cronificando como estacional.

“Tanto la inmunidad menguante como las variantes virales conspirarán para reducir nuestra protección con el tiempo”, cree Bartlett. Pero hay otra doctora que piensa que nuestro cuerpo sabe manejar muy bien las ‘conspiraciones’.

¿Y si la protección de las vacunas o infección dura varios años?
Los cambios observados en el SARS-CoV-2 no parecen tan importantes como para invalidar ninguna de las vacunas aprobadas. Eso sí, pierden efectividad evitando el contagio asintomático o leve. Aunque todas funcionan bien con cualquier variante, hasta la fecha, evitando muertes.

Si las variantes no son un obstáculo, ¿tendríamos una protección más duradera? Meritxell Genescà, investigadora principal del grupo de investigación en Enfermedades Infecciosas del Vall d’Hebrón cree que sí. Su equipo acaba de presentar un trabajo de seguimiento de personas que pasaron la covid, incluso grave. Y ven que, con o sin anticuerpos, han desarrollado un buen número de células protectoras con el tiempo.

Son las células o linfocitos T. Desde el año pasado sabemos que juegan un papel importante en la inmunidad duradera porque tienden a quedar bien entrenadas a poco contacto que tengan con el SARS-CoV-2 o partes de él, que es justo lo que hacen las vacunas.

«Si vuelve a aparecer el SARS-CoV-2, estas células T que se han quedado allí (en pulmones, por ejemplo) para proteger reaccionan de manera muy rápida para matar a las nuevas células que se pudieran infectar», explica la doctora, tras el trabajo presentado en Nature Communications. Ella confía en que la inmunidad –al menos tras pasar la infección– sea de años. Hasta cinco, si extrapolamos el comportamiento de otros coronavirus.

¿Haría esto absurdo poner una tercera dosis? No lo sabemos por ahora, pero no necesariamente. Para Quinn “con el refuerzo, se puede terminar con un mayor nivel de inmunidad si espera tiempo entre dosis. Esto se debe a que nuestras células inmunitarias necesitan descansar antes de poder responder a dosis adicionales”. Una muralla de ladrillos mejor asentados. Aunque todo dependerá del asedio al fortín de la incidencia de coronavirus tras el verano.