Crónica de una amistad. “EL hombre del Sombrero”.

Elena Córdova Molina.

“Tenías que ser Molina… Ya me caiste mejor”; así empezó nuestra conversación cuando tuve la oportunidad de conocerlo y acercarme a quien en ese entonces era el Secretario del Ingenio “La Gloria” en Úrsulo Galván, hombre de sombrero, de saludo fuerte y bullicioso (como se acostumbra en el rancho), pero también de sonrisa cálida y de corazón humilde. Yo fungía como líder de los jóvenes en el Tecnológico de Galván y al igual que mis compañeros estudiantes, solo queríamos que ese famoso dirigente cañero nos acompañara a vestir nuestro evento, y sin pedir apoyo económico, él no los ofreció.

Varios años después la vida me da la oportunidad de volver a verlo, ahora, para integrarme a las filas de la CNC Estatal y hacer equipo con él, le recordé como lo había conocido y la impresión que había causado en mis compañeros y en mi, cuando sin pedir apoyo, nos los brindó sin titubeos. Desde entonces formarnos una gran amistad que perduraría.
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Hace 4 años que lo veía trabajando por sus hermanos campesinos, “esos que se rompen la madre trabajando en el sol para tener algo que llevar a su casa y su familia” pues así me los describía él, ahí me di cuenta de la gran coincidencia que teníamos. En ese tiempo tuve el gusto de ser testiga del amor que tenía por su familia, por sus padres, sus 5 hijos y por su inseparable esposa, la señora Rosy Guizar, a quien tanto quiero y agradeceré siempre el trató que me da.

Ver como día a día apoyaba a quien lo buscaba. A veces le preguntaba: ¿Señor usted lo conoce? y él me decía: no, pero si me busca es porque me necesita y hay que apoyarlo.

Por 3 años y medio me fui a trabajar a la ciudad de México y un día me llamó y me dijo: te quiero invitar a algo que no me vas a decir que no, decidí que juntaré el sueldo de los 3 años de diputado y pediré cooperación con amigos para comprar aparatos, una unidad móvil con mastógrafo, ultrasonidos, electrocardiograma, entre otros y llevaremos atención a todas nuestras hermanas del campo, no se nos pueden morir de Cáncer.
Ante esa invitación jamás podría decir que no, me vine hace apenas mes y medio a trabajar con él nuevamente y así, puedo dar testimonio de como ese recurso que ganaba como diputado lo iba abonando para adquirir los equipos que anteriormente me había mencionado.

Mi líder: gracias infinitas por sus consejos, por su estima y por tratarme siempre como sólo sabe hacerlo un buen amigo . Lo quiero mucho y viviré agradecida siempre con usted. Que Dios me lo bendiga “El Hombre del sombrero”…

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