Cuando la 4T saca el garrote

Serpientes y Escaleras.

Salvador García Soto

El discurso oficial dice que este gobierno “no reprime” y no usa la fuerza pública “para reprimir al pueblo”. Pero depende de qué pueblo se trate, porque entre el viernes pasado y ayer lunes la 4T dio muestras de que el uso de la fuerza policial y del Estado también es selectiva y se utiliza sólo contra algunos grupos mientras a otros se les tolera hasta la retención del presidente por varias horas.

Y es que mientras a la CNTE se le toleró que retuviera hasta en tres ocasiones al presidente en su camioneta, durante su gira del fin de semana por el estado de Chiapas, sin que ninguna autoridad, ni policial ni de la seguridad presidencial interviniera para evitar esas retenciones, ahí mismo, en territorio chiapaneco, a unos metros de donde pasaba López Obrador en su Suburban negra, agentes del Instituto Nacional de Migración y miembros de la Guardia Nacional golpeaban con brutalidad a grupos de migrantes centroamericanos que intentaban pasar en caravana. La presencia de niños y mujeres no impidió el uso de la fuerza contra los indocumentados a los que se trataba de impedir el paso por territorio nacional.

Las imágenes de los guardias y agentes mexicanos sometiendo y golpeando a los migrantes le dieron vuelta al mundo y confirmaban que esa misma Guardia Nacional a la que pobladores de Aguililla y de otros municipios de Michoacán acusan de no actuar en contra de los criminales del Cártel Jalisco Nueva Generación, que los tienen sitiados y con los accesos carreteros a sus municipios bloqueados, sí son capaces de enfrentar y golpear a migrantes indefensos que si bien están de manera ilegal en el país, no son ni delincuentes ni criminales como sí lo son los narcotraficantes a los que se tolera y no se les enfrenta la Guardia Nacional.

Más cuestionables aún resultan esos esfuerzos desesperados del gobierno mexicano por contener las caravanas de migrantes centroamericanos aun con el uso de la fuerza pública, en un claro afán de quedar bien con los Estados Unidos, cuando esta administración está trayendo a grupos de afganos al territorio nacional en calidad de refugiados para apoyarlos en su intención de huir de la violencia y represión del gobierno Talibán que tomó el control de su país. ¿Acaso los centroamericanos no son también expulsados de la violencia, el crimen y la incapacidad de sus gobiernos para garantizarles su seguridad e integridad? ¿Por qué los afganos sí merecen la compasión y asilo de nuestro gobierno y por qué los hermanos centroamericanos merecen el garrote mexicano?

Y para terminar de completar la falacia del discurso de la “no represión” de este gobierno, ayer en la Ciudad de México, la capital que se jura de “las libertades y los derechos” y en donde su jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, pregona que aquí tampoco ya hay represión y que por eso desapareció al cuerpo de granaderos, a un grupo de alcaldes electos de oposición que se manifestaron afuera del Congreso capitalino, le mandaron a la policía para impedir el acceso al recinto legislativo. En la trifulca que se armó entre los antimotines de la Secretaría de Seguridad Capitalina (que no son lo mismo que los granaderos, pero es igual) resultaron golpeados la alcaldesa electa de Álvaro Obregón, Lía Limón, y el alcalde electo de Miguel Hidalgo, Mauricio Tabe.

Aunque el secretario de Gobierno capitalino, Martí Batres, negó que ellos hayan mandado a la fuerza pública al recinto de Donceles y Allende y aclararon que los uniformados estaban ahí por una petición de la Mesa Directiva del Congreso local, el hecho es que a la panista Lía Limón le lastimaron la nariz y la fotografía de su rostro ensangrentado en medio del cerco policiaco se volvió ayer viral en las redes sociales.

Luego entonces, la 4T y sus gobernantes —que por su origen de activistas de izquierda suelen confundir el uso legítimo de la fuerza pública con la “represión”— podrán decir en el discurso que ellos “no utilizan la fuerza pública para reprimir al pueblo”, pero en los hechos está claro que, como administradores que hoy son del uso de la fuerza y la violencia, en tanto gobernantes, también saben sacar el garrote y aplicar la fuerza de la autoridad cuando así lo deciden. Lástima que no decidan hacerlo contra los criminales y narcos o contra los grupos abusivos cuando éstos son afines a su movimiento. Pero que no se les atraviese un migrante centroamericano o un opositor porque ahí sí se transforman en los mismos gorilas golpeadores del pasado que tanto criticaron.

NOTAS INDISCRETAS…
Dice el presidente López Obrador que las tres veces que la CNTE lo retuvo en Chiapas no es un problema de ingobernabilidad y que todo es parte de una campaña para hacer quedar mal al gobernador morenista de Chiapas, Rutilio Escandón. El presidente no es para nada inocente, pero a veces le gusta parecerlo, porque él sabe muy bien que desde que se fundó la CNTE, en 1979 precisamente en Tuxtla Gutiérrez, es una organización que se ha dedicado a combatir y a cuestionar a todos los gobernadores de Chiapas desde esa época e incluso a los presidentes de la República cuando visitan ese estado. La coordinadora de la disidencia magisterial que nació en Chiapas se expandió después a Oaxaca, Guerrero y Michoacán y apenas unos meses después de su creación, en noviembre de 1979 provocó la renuncia del gobernador Salomón González Blanco, padre de Patrocinio González Blanco que después sería también gobernador y secretario de Gobernación. A partir de ahí no hubo gobernador de la era priista e incluso del PRD que no fuera cuestionado por los maestros de la CNTE con los que todos los mandatarios chiapanecos se han visto obligados a negociar porque son una fuerza real que les puede mantener tranquilo el estado o se los puede desestabilizar con manifestaciones o protestes masivas. Enrique Peña Nieto, por ejemplo, casi no visitó Oaxaca en su sexenio por temor a la CNTE y antes Vicente Fox primero y luego Felipe Calderón enfrentaron la resistencia de este grupo magisterial que mantuvo tomado por varios meses el centro de la capital oaxaqueña. En fin, que reducir a los maestros de la CNTE a un grupo que se mueve por intereses y grillas de políticos locales, como lo hizo el presidente, no solo es simplista, sino burdo… A propósito de grillas, en el Senado de la República se comenta que tras los dos reveses que recibió el presidente en el tema de la Revocación de Mandato, hay molestia en las alturas con el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, de quién dicen los más allegados al Palacio Nacional que “nos falló con la promesa de restarle votos al bloque opositor”. Y es que nunca quedó claro que papel jugó el mandatario jalisciense en el extraño caso de las diputadas Fabiola Loya y de su suplente Adriana Delgado. La primera faltó extrañamente a la primera sesión de la Permanente en la que se votó el periodo extraordinario y la segunda, Medina, que asistió en lugar de la titular, se ausentó de manera aún más extraña pretextando que tenía síntomas de Covid y publicando después en sus redes sociales una prueba positiva que resultó ser falsa. No es coincidencia que ambas diputadas sean jaliscienses y que, tras la ausencia de la suplente, que le restó un voto al bloque opositor, el líder de MC en el Senado, haya tenido que intervenir para exigirla a la titular Fabiola Loya, que se presentara sin pretextos a la segunda sesión en la que de nueva cuenta la oposición le volvió a ganar la votación a Morena y sus aliados. ¿Será que el góber Alfaro se comprometió a sumarle votos a Morena restándoselos a la oposición para que saliera el capricho del presidente? Si ese fue el caso, está claro por qué los de la 4T dicen que Alfaro “les falló”…Los dados mandan Serpiente. Bajón inevitable.

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