/ Por: Zaira Rosas /
¿Qué es ser mujer en la actualidad? ¿Lo determina el género con el que nacemos? ¿Se refiere a cualidades que de manera común se vinculan a la feminidad? ¿Es una elección? ¿Una categoría que se define por un color en el pasillo del supermercado? ¿O acaso es una imposición social en la que se nos asignan múltiples tareas por el simple hecho de nacer como mujeres? ¿Qué características debe tener una mujer? ¿Cuál es el rol propio de una mujer? ¿Acaso es el ser madres? ¿Hay profesiones propias de mujeres? ¿Tareas que sólo las mujeres pueden desempeñar? ¿Existen accesorios o prendas que son exclusivas para el género?
La lista de preguntas podría seguir de manera ilimitada, porque ser mujer en el siglo XXI implica múltiples cuestionamientos, donde indudablemente las generaciones actuales hemos de cuestionar una y otra vez aquello que se nos enseña e incluso lo que no, pero que pareciera que de manera inherente corresponde a nuestro género.
En un mundo capitalista, donde el consumo es uno de los motores de la sociedad, podemos vincular los movimientos sociales también con marcas, cuyos atributos pueden servir para validar la asociación que tengamos con algunos adjetivos, en la actualidad es natural que marcas dirigidas a mujeres tengan el empoderamiento femenino como parte de su línea de posicionamiento, pues si algo tienen claro las mujeres es la necesidad de crecimiento y desarrollo personal, sin embargo no siempre fue así, anteriormente ser mujer era sinónimo de un espacio en el hogar, donde el conocimiento era limitado y la preparación y educación podían ser en su mayoría en áreas específicas que se consideraran de buen gusto.
Con la llegada de épocas donde los hombres se iban a luchar por defender a una nación, también hubo un fuerte cambio en los roles, el pensamiento de la mujer comenzó a ser valorado y entre féminas la opinión se propagó haciéndonos ver cuán necesaria es nuestra voz para un equilibrio sumamente añorado pero que aún se encuentra en construcción.
Hoy en día sabemos que el feminismo es una necesidad, lo hay en múltiples matices, desde los más radicales donde se desdeña al hombre por la opresión que ha representado para muchas durante años, cuya apreciación podría equivaler para muchas personas al mismo yugo que como mujeres hemos sufrido. Pero también hay otros matices que entienden que el feminismo es para la libertad de las personas, para que una mujer pueda ejercer por elección un rol de atención al hogar o el de presidenta de una nación, para que la masculinidad pueda vivirse también bajo distintas formas.
Ese tipo de feminismo es el que retrata Greta Gerwig en Barbie, donde de una manera excelsa nos comparte cuán difícil ha sido el desarrollo de la humanidad en un equilibrio aún en construcción, donde muestra que el androcentrismo es sólo una burla de lo que durante décadas hemos malentendido como masculinidad, no obstante, también se mofa de un mundo a la inversa donde la mujer se olvida de la importancia del hombre, porque al final una sociedad justa se construye de la pluralidad y la aceptación de la diversidad.
En medio de un mundo con tantos matices, hemos de poner atención en eso que posicionamos como nuestros valores, donde exaltamos la belleza, pero nos olvidamos de la empatía y la sensibilidad, lo feminista sería pensar en nuestro ser, en construirnos de manera cotidiana desde la mejor versión, considerando que todas, todos y todes requerimos de movimientos que no nos limiten con etiquetas, sino que nos impulsen a ver hacia donde está el verdadero desarrollo de nuestra humanidad.
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