DE CÓMO LA DANZA DE LOS VIEJOS CONTRIBUYE A LA RESILIENCIA DE LA COMUNIDAD HUASTECA

-Damnificados de Raymond y Priscilla ya están bailando en las calles en Hidalgo, Veracruz, Puebla, San Luis Potosí, y Tamaulipas.

/ Livia Díaz /

El nuevo nombre del Xantolo es resiliencia huasteca.
Bailan con el Cole, Comancha, Mamanina, Comanche negro, Cominito, El Diablo, El Viejo, La Catrina en San Luis Potosí.

Ensayan en El Higo, Tantoyuca, en Tempoal, en Poza Rica y hasta en Huatusco y Coatepec para formar la parranda, comparsa, viejada, o cuadrilla.
Miles, creo que millones, emprendiendo el Xantolo. Aman el baile y la música de la Danza de Los Viejos, desde los más chiquitos hasta los más viejos.

Llegan de todas partes a ver a sus seres queridos a La Huasteca, a los lugares tradicionales y los que se han estado sumando, muchas son comunidades en Estados Unidos de Norteamérica.

La contingencia ambiental que ha sufrido la región Huasteca Alta y Baja en septiembre y octubre mantiene en vilo a centenas de miles de personas, sin embargo, se preparan a recordar a sus Fieles Difuntos y recibieron a Todos los Santos con ofrendas en los días de San Miguel Arcángel, y luego les ofrendaron en San Lucas y San Martín, y los despedirán en San Andrés.

Así se hace y ha hecho desde hace tanto tiempo que es difícil ponerle una fecha de inicio. Más culturas veracruzanas están adoptando y reproduciendo el día de la llegada de difuntos chiquitos y grandes, del ánima sola y ahora le han sumado de mascotas. Y no se sabe por qué. Sólo que es un día de frenesí por la alegría de una reunión con el pan y la sal en la mesa que se siente en la piel y se emprende en toda la familia. Participan en la puesta de la ofrenda o altar, en los desfiles, actividades escolares, danzas, rezos, y ya están dando mantenimiento a panteones y harán compras especialmente mañana domingo llamado de cercas, en el que llegan a los grandes mercados y tianguis de todos los campos a adquirir lo necesario.

En algunos lugares de La Huasteca Veracruzana les compran y ponen cerca de su altar de recibida y llegada, una ropa nueva y zapatos, les llevan música, la que les gustaba, su comida favorita y bebidas. Ponen dulces, fruta, cigarros, licores, y todo lo que pudiera complacer a quienes, según la tradición de la creencia tanto del inframundo como del cielo, asisten a esta reunión una vez al año.

Hay personas que cocinan toda la noche todos los platos favoritos del o los difuntos, hacen comida basada en maíz como tamales, atole, también mole y calabaza en tacha, chilacayota y ponen grandes armazones de carrizo o bambú, con ramas para formar un portal o arco y le prenden fruta, cacahuates, flores de cempasúchil y otras de temporada.
El reencuentro si sana una herida o dos o tres y al ritmo del son y la reunión con todos los vivos que vuelven a casa para estar en familia, honrar amigos y otros seres queridos, es una convivencia sana, respetuosa y que ha ido creciendo y diversificándose por innovaciones y propuestas de las nuevas generaciones.

Últimamente al par de este festejo que en otros países es para brujerías o terrores, se acompaña de Catrinas que son esqueletos que se hacen con papel y harina en agua, pintadas y vestidas de hombre o mujer, también hay las llamadas Calaveritas que son décimas alusivas a los vivos como si estuvieran muertos y amenazados por la muerte en forma jocosa, y epitafios.

Los adornos se acompañan de papel de china de colores picado o calado con imágenes alusivas a lo mismo y guirnaldas, y banderines de colores o más papel picado en torno.
En verdad es algo que es una experiencia por ende he escrito en principio que es un emprendimiento, ya que, por lo visto, no se conforma de una sola acción sino de todo un proceso que inicia el 19 de septiembre y termina el 30 de noviembre. O, al menos, es Lo que la gente ve.

Foto del Altar a Manuel Munguía Castillo QEPD

#liviainforma