De entre Slim y Salinas Pliego

 

/ Héctor Calderón Hallal /

Al arribo de esa nueva era, en los ochentas, la convulsión y la compulsión también que nos trajo esa década por consumir, por endeudarnos como países y como sociedad, dio paso a un lapso de la historia que ya estamos lamentando en el mundo: la muerte del pensamiento, sea individual o colectivo.

“Este dinero que corrompe, que compra, que aplasta”, se quejaba en aquella década Francois Miterrand, uno de los últimos líderes socialistas occidentales digamos, más o menos congruente de pensamiento y acción que se han visto.

Y es que en concordancia con la amarga queja de muchos filósofos contemporáneos, la permisividad del estudio de la historia como materia, sin leyes coercitivas que te exijan para entenderla… esa no puede ser una justificación para dejar de pensar… para abandonar la sensibilidad ante los temas que nos deben preocupar a todos, como la salud del  planeta y la hambruna que sufre el prójimo.

La muerte del pensamiento o de la filosofía en general en el mundo, se dio a partir de los ochentas, a finales de la década. Hoy lo empezamos a resentir.

En México, propiamente, no fue un proceso atribuible al innombrable ‘neoliberalismo’ de nuestros días. Fue un proceso global; seguramente concertado.

La era en que el poder del dinero sería avasallador y sin contrapesos llegó más rápido de lo que se pensaba, precisamente por eso, porque no hubo un equilibrio –a tiempo- en la balanza de los valores humanistas y de súperestructura de nuestras naciones o sociedades.

La ‘metalización’ de la vida, el espíritu trastocado del interés por sobre el de la fraternidad hizo estragos en los primeros años de esta nueva era, en los noventas y, el pensamiento colectivo no solo sucumbió sino que dio paso al surgimiento de los llamados ‘empresarios del pensamiento’.

La inolvidable Ikram Antaki se quejaba amargamente antes de morir (2000) y escribía: “Observen las casas editoras, los directores generales se han vuelto consejeros financieros, los editores se han vuelto banqueros… los redactores y diseñadores se han tornado meros publicistas… los números han ahogado a las letras”.

No obstante este escenario en el mundo y particularmente en México, los ‘empresarios del pensamiento’ han jugado un rol trascendental en la implementación de una democracia dictada a su modo.

Son pocos y muy visbles. Dominan la escena financiera y empresarial del país. Se traspasan entre sí los cargos de dirigencia cupular empresarial. Y gracias al enorme desequilibrio en la composición económica del país, esos muy pocos magnates de la empresa privada son los que controlan la enorme mayoría de la planta empresarial e industrial corporativa instalada. Son los que ‘parten el queso’… son los que ‘ponen y quitan’ autoridades.

Así entonces, en México por ejemplo, esos cuatro o cinco potentados son los mismos que invierten y dominan la escena económica en minería, en industria de transformación, en abastecimiento comercial, en servicios bancarios y financieros, en telecomunicaciones… y hasta en prensa y entretenimiento.

Su enorme influencia ha sido capaz en los últimos timepos de fabricar presidentes como Enrique Peña Nieto…. Y llevar de la mano también, desde el fango de su propio berrinche y desde la nada en que se encontraba en aquellos lejanos 2014 y 2015, a reconstruirle su carrera y llevarlo a la titularidad del Poder ejecutivo Federal, al mismo Andrés Manuel López Obrador, el nuevo ‘reivindicador de los oprimidos’ en este país que hoy gobierna.

Por lo menos fueron dos miembros de esa plutocracia mexicana, Carlos Slim Helú y Ricardo Salinas Pliego, los que deliberadamente han sostenido relaciones más allá de la simple cordialidad polítca con el presidente y su actual administración, a cambio de aquella supuesta  ‘justicia y misericordia’ que endilgaba a sus amigos Benito Juárez.

Complicidades e impunidad, sospecharán otros muchos críticos de este par de personajes y del presidente; nada de eso se ha comprobado de ningún modo. No obstante, destacan detalles en la historia reciente que le atizan a la hoguera de la especulación: Carlos Slim se ofrece voluntaria y súbitamente a reconstruir todo el tramo desplomado de la Línea 12 del STC-Metro en el sur de la Ciudad de México, en una obra de la que nueve o diez años antes fue contratista con su corporativo ‘Carso-Constructores’, como… ¿en descargo de algunas culpas?.

Por su parte Ricardo Salinas Pliego, fue desde el incio del sexenio de AMLO un leal y acrítico apoyador a toda política y acción del presidente. Del mismo modo su banco, (Banco Azteca, se ‘devanaron’ los sesos para encontrarle un nombre original al banco) fue la institución que ‘operó la dispersión de recursos públicos a beneficiarios y becarios, de los llamados programas  sociales (asistenciales) del Gobierno Federal, hasta antes de la entrada en operación del actual ‘Banco del Bienestar’, con presencia a punto de consolidarse en las 32 entidades del país.

Hoy que por cierto, Ricardo Salinas Pliego adeuda casi 40 mil millones de pesos en impuestos al SAT y de los cuales, como ha difundido en sus cuentas de redes sociales… “no piensa pagar un rábano”, se presenta la coyuntura financiera para adquirir un banco en toda la extensión de la palabra, muy superior por cierto al banco de su propiedad: el mismísimo Banco Nacional de México (Banamex) que ha sido abandonado a su suerte por el gigante corporativo neoyorquino, con todo el sello hebreo del poder de Wall Street: Citibank (de unos años a la fecha Citigroup).

Y como bien dice el refrán mexicano, “Nadie vende un caballo por bueno”, las múltiples sospechas de turbulencia financiera asoman ya; han hecho correr mucha tinta y ocupado muchos ‘bytes’ en las últimas horas de la expresión periodística por escrito.

Es aquí cuando Salinas Pliego ha levantado la mano para decir a ofertantes de lo que queda del Banamex: “Digan cuánto quieren por su changarro… y vemos”, en un despliegue de fantochería y zalamería con el presidente y su 4 T.

Es Salinas Pliego el nuevo ‘empresario del pensamiento ‘ en México; alguien que personalmente se dedica a defenderse en las redes sociales hasta con insultos, de cualquier internauta que lo cuestiona; que no admite la crítica y que por lo regular se propone autoensalzarse como el ‘inventor del abono’  en este país y como todo ‘un revolucionario del pensamiento práctico y utilitarista’. Sus retos filosóficos a la población consumidora, giran en torno al ‘¡Están jodidos porque quieren!’. Napoleón Hill y su clásico ‘¡Piense y hágase rico!’, se quedan cortos frente a este nuevo profeta del emprendedurismo, en tiempos de ‘Economía Moral’.

El temor ha empezado a cundir en la planta laboral de Banamex, ante el eventual arribo como nuevo Presidente del Consejo General de Accionistas de Salinas Pliego, quien no se ha caracterizado precisamente por haber sido un jefe sensible a las aspiraciones y necesidades de su personal en el Banco Azteca ni en Elektra.

Se puede decir que hay pánico colectivo por el destino que pueda tener una buena parte de los 30 mil empleados del sistema bancario minorista Banamex, que podrían ser despedidos sin rubor alguno por el magnate también televisivo.

Lo menos que les puede pasar –sospechan- es que trabajen jornadas ‘dobles’ o en ‘días feriados’ sin remuneración justa… o que los pongan a vender motos ‘Itálikas’ en las sucursales.

Y en cambio, lo mejor que les puede pasar, en honor a la verdad, es que adquiera el banco  Carlos Slim Helú , quien es finalmente, el único mexicano que lo puede hacer en este momento.

Porque no le debe al SAT y realmente dispone del instrumental corporativo necesario para un banco de la envergadura del Banamex… que no es un banco-caja de tienda.

Le ha hecho falta a Slim, para consolidar su grupo empresarial un buen banco, con estructura, con presencia, con historia.

La aventura al frente de Inbursa no ha sido –por mucho- digna de evocarse.

Sin experiencia y con muchos ‘acalambramientos’, mantienen el control de ese banco solo para fines de imagen, quizá. No le han dado el impulso suficiente porque han de haber calculado los alcances del mismo de frente a a la competencia feroz con los españoles (BBV) y los asiáticos (HSBC).

15 mil millones de dólares sí los tiene –y a la mano- Carlos Slim, para rescatar uno de las instituciones insignia de la empresa mexicana, que ha sobrevivido al paso del tiempo en sus diferentes etapas históricas de nuestroi país.

Y que si los de Nueva York en 20 años, lo llevaron de valer 12 mil a 15 mil millones de dólares, Slim puede llevar a duplicar su valor fácilmente y en menos tiempo.

También uno de esos nuevos ‘empresarios del pensamiento’, Slim sin embargo es más prudente y humilde que Salinas Pliego.

Aunque ha invertido –de manera tímida aún- en las plataformas de comuniciación, como los canales Claro y UNO TV, donde se ha caracterizado por darles a sus colaboradores y empleados un trato digno y respetuoso, pues no pretende meterse en las decisiones editoriales ni de expansión de la empresa –como lo hacen sus competidores-.

Slim no les dicta el editorial a los titulares de noticieros ni de programas de opinión, ni dicta el capítulo final tampoco a las narco series que produce. Sigue siendo una persona ubicada,  respetuosa y humilde con todos y cada uno de los empleados o colaboradores de los canales Claro y UNO TV… desde el más humilde afanador hasta el más encumbrado productor y director.

Libra por libra… Kilo por kilo… lo mejor que le puede pasar a Banamex, es que lo compre Carlos Slim.

 

Autor: Héctor Calderón Hallal

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