De Guatemala a Guatepior, con las Guerrillas en Plena Marcha

/Nidia Marín/

*Andanzas de la Hija de Jacobo Árbenz en México
*La Serie de Gobiernos Militares y Civiles en Aquel País
*La Multiplicación de los Grupos Guerrilleros en el Siglo XX
*En la Toma de un Poblado por la ORPA y con la Guerrilla Urbana
*El Salvajismo de Romeo Lucas García Contra los Indígenas
*Un Agradecimiento Para don Ignacio López Tarso
Por Nidia Marín

Todo empezó con el golpe contra el gobierno de aquel militar guatemalteco reformista Jacobo Árbenz, tras la revolución de 1944. Lo encabezó el coronel Carlos Castillo Armas, dicen que hubo apoyo de la CIA y de militares estadounidenses. Las consecuencias fueron seis gobiernos militares y civiles peleando por el poder, mientras los guatemaltecos padecían.

Como efectos de aquel golpe, el exmandatario, (descendiente de suizos), se exilió en Cuba. Su hija Arabella Árbenz Vilanova se quedó estudiando en París, estuvo en naciones de Europa y pasado un tiempo se exilió en México. Se convirtió en actriz de la televisión. Era bella y fina. Se hizo novia de Emilio Azcárraga Milmo y muchos otros y otras. La conocí en un salón de belleza de la colonia Condesa, al que ambas acudíamos. Yo ya ejercía el periodismo. Eran los años sesenta, la década de las revoluciones y del abuso de drogas, a lo cual sucumbió Arabella quien, por su conducta escandalosa, en 1965 fue expulsada del país y en ese mismo año se suicidó en Bogotá, Colombia, por el amor a un torero.

Guatemala, sin embargo, continuaba en problemas. De la caída de Árbenz hasta la década de los años ochenta habían ocupado el poder once presidentes, en su mayoría militares, aunque también los hubo civiles.

Como consecuencia de la inestabilidad y la Guerra Fría, se multiplicó la guerrilla. Estaba en su apogeo, con varias organizaciones. El primer grupo fue el de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) fundado en 1962; la Organización del Pueblo en Armas, (ORPA) escisión de las FAR; el Ejército Guerrillero de los Pobres, (EGP), dado a conocer en 1972 y el Partido Guatemalteco del Trabajo, (PGT) el más antiguo, fundado en 1949, rebautizado en 1952 y activista en los años setenta y ochenta.

Era la situación del principio de los años ochenta del siglo XX y en el gobierno guatemalteco presidía el fiero y despiadado militar Romeo Lucas García, quien desde el más alto poder dirigía los asesinatos y la represión, además de que se había ensañado particularmente con los indígenas porque varios de los grupos guerrilleros actuaban en diversos departamentos de aquella nación, de la misma manera que los llamados movimientos de masas.

EN LA TOMA DE UN POBLADO

Esta periodista laboraba ya en Excélsior (1979-2004) cuando le ordenaron viajar a Guatemala para realizar unas entrevistas y un reportaje con la guerrilla de aquel país. Al llegar a la capital me enteré que se trataba de la Organización del Pueblo en Armas.

Al día siguiente, en un jeep, junto al guía designado viajamos a las faldas del volcán Tacaná en el lado guatemalteco (el otro lado es mexicano) y presencié la toma de una población por los guerrilleros, la detención temporal de las autoridades y la participación y arengas de los militantes con aquellos pobladores de la etnia Mam, que habita en la Sierra de los Cuchumatanes del vecino país, pero también en México en la Sierra Madre de Chiapas.

Tras el evento, una vez que dieron el aviso de que el ejército guatemalteco ya descendía hacia las faldas del volcán, esta periodista y su guía se retiraron y en el camino encontraron a guerrilleros sin uniforme, vestidos como lo que eran: campesinos-guerrilleros (posiblemente del Comité de Unidad Campesina -CUC- organización que tuvo un papel de especial importancia en los reclamos) y también camiones del ejército.

GUERRILLA URBANA Y ACCIDENTADO RETORNO

Al día siguiente, la entrevista fue con integrantes de la guerrilla urbana de la propia ORPA. Con los ojos vendados me llevaron hacia un lugar y efectué no una sino varias entrevistas.

Después de tres días llegó el regreso a México. Así, acompañada de un miembro de los movimientos de masas, viajé por carretera los 373 kilómetros que separan a la capital de Guatemala de Tapachula, entre aires dulzones provenientes de la quema de cañaverales y crucé la frontera.

Era marzo y se celebraba la Feria de Tapachula (anual del día primero al 17) los hoteles estaban a reventar. Llegué al Kamico, donde se suponía que la encargada de estos menesteres en el periódico me había reservado una habitación para ese día. No lo hizo y tampoco había espacio.

Molesta, y para reflexionar qué hacer, ya que sólo había un vuelo que partiría hasta el día siguiente, me encaminé con todo y maleta al restaurante del hotel y mientras buscaba en mi agenda el teléfono del corresponsal de Excélsior en aquella entidad, pedí algo de comer.

En esas estaba cuando de la mesa contigua se escuchó una educada y bella voz varonil:

-¿Qué le pasa? ¿Le puedo ayudar en algo? -dijo

-Difícilmente- respondí sin mirar más que al plato y a punto de gritar, pero le expliqué que era periodista y venía de realizar un trabajo en Guatemala. El remate también: no habían reservado habitación y tendría que buscar dónde alojarme.

Al levantar la vista ¡oh sorpresa! Era don Ignacio López Tarso que andaba por aquellas tierras para participar con el espectáculo de versos y corridos, interpretaciones que ofrecía acompañado por un cantante de música folklórica.

Le comenté mi problema de falta de habitación por una noche y me dijo que su acompañante (al parecer el intérprete Roberto Rojas) llegaría hasta el día siguiente y por ello, además de su cuarto, tenía otro disponible por esa noche. Se levantó de su mesa y fue a la administración del hotel para dar las instrucciones correspondientes. Y no lo volví a ver. Después un empleado del hotel fue hasta mi mesa para decirme que la habitación estaba lista. Y así fue.

Al día siguiente, busqué por teléfono a don Ignacio, pero no estaba en su cuarto y como el vuelo salía a las 10 de la mañana y yo tenía que estar a las 9,00 horas, pagué la noche de habitación y me fui al aeropuerto.

Nunca volví a ver al señor López Tarso y, por lo tanto, nunca le di las gracias.

Hoy, cuarenta años después lo hago:

¡Gracias don Ignacio! ¡Muchas gracias por su sensibilidad y su buena fe!

Aquella serie de notas sobre la guerrilla guatemalteca fueron de ocho columnas en Excélsior.

Y por cierto, posteriormente entrevistaría al escritor guatemalteco Luís Cardoza y Aragón, quien estaba en su casa de Coyoacán, acompañado del poeta y escritor, también oriundo de Guatemala, Augusto “Tito” Monterroso, el autor del gran poema corto: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.

Pasados unos meses, una gran poeta y ensayista también guatemalteca, Alaíde Foppa, radicada en México con su familia, fue a Guatemala presuntamente a cambiar su pasaporte, aunque hay quien dice que a integrarse a la guerrilla. Gobernaba, ya lo dijimos, el desalmado militar Romeo Lucas García. Ella fue secuestrada y posteriormente asesinada.

PROCESOS DEPAZ Y FIN DE LA GUERRA

Los procesos de paz en el vecino país del sur principiaron. La primera reunión de representantes del gobierno y de las guerrillas se llevó a cabo durante el gobierno de Vinicio Cerezo Arévalo, auspiciado por el gobierno de España. No fructificó.

Posteriormente, el 26 de abril de 1991 se reunieron los representantes gubernamentales y los integrantes de la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) integrada por los grupos guerrilleros y el Partido de los Trabajadores, en la ciudad de México e iniciaron la fase de negociación directa para solución de conflictos.

Y de ahí para adelante hasta que la paz se firmó el 29 de diciembre de 1986 (hace dos semanas se cumplieron 34 años) cuando se suscribieron los Acuerdos de Paz de Guatemala luego de 36 años de enfrentamientos y tácita guerra civil. Este hecho sucedió en el mandato presidencial de Álvaro Arzú.

Hoy la situación crítica de aquella nación ha amainado, aunque recientemente (en noviembre del año pasado) un grupo de inconformes incendió la sede del Congreso en Guatemala, en protesta contra las medidas del presidente Alejandro Giammattei, de quien dicen es populista.

Y como escribió el premio nobel de literatura 1967, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, en el libro de recuerdos después de una entrevista el 14 de noviembre de 1972 con las integrantes del grupo “20 mujeres y un Hombre”.

“Ella misma. Ella sola y sus sincronizaciones. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? El fuego se hace llama, es la mujer. El mar se hace espuma, es la mujer. La planta se hace flor, es la mujer. ¿Qué otra definición encontrar? El sueño del hombre se hace real y es la mujer. Y un hombre (oh mañana luminosa de México) es, entre veinte mujeres magníficas, un hombre de maíz, el que las sueña”.

Y que tal para terminar estos recuerdos, uno de los versos de la poesía “Ella lo dijo en un Poema”:

“Va pasando esta pena, / la pena de la vida, la pena que no importa, / tú la has sentido larga / yo la he sentido corta / y aún está distante / la tierra prometida”.