Por Ma. Patricia Herrera Gamboa*
A través de la historia de nuestro país, las mujeres han desempeñado diversos roles en el ámbito laboral, desde el trabajo doméstico que, recientemente se reconoció como tal. Se dice que en 1890, una de cada 19 mujeres desempeñaba estos oficios, pero fue hasta la Revolución Industrial que se incorporaron en el mundo laboral, asumiendo un rol trascendente para la economía, hasta que en la década de los 60 empezaron a emplearse en tareas administrativas.
Uno de los primeros empleos para las mujeres fue el de secretaria, que deriva de la palabra secreto, porque la confidencialidad es una de sus mayores virtudes. Pero una secretaria es mucho más que responder el teléfono o concertar citas, eso sólo es algo de lo más insignificante de su labor, porque evidentemente no cualquier persona tiene cualidades para asistir a jefes y directivos, de ahí la frase: “Detrás de un buen ejecutivo, está una estupenda secretaria”.
En la historia de esta profesión, Lilian Sholes, hija de Christopher Latham Sholes, estadunidense inventor de la máquina de escribir, es considerada la primera secretaria de la historia, ya que hacía correctamente las demostraciones de la máquina de su padre y que, unido a la técnica touch typing —escritura rápida mecanografiada—, abrió el camino a las mujeres para que se integrarán a esta nueva profesión. Esta técnica es la antecesora de la mecanografía, en honor a ella el 30 de septiembre —aniversario de su creación— se celebra el Día de la Secretaria en EU.
En México se celebra el tercer miércoles de julio y fue instituido por la presidenta de las Secretarias Ejecutivas de México, María Luisa Rodríguez en 1958, con el propósito de reconocer esta labor, así como promover la formación complementaria, para escalar niveles o mantener la eficacia. Ella fue la secretaria del subdirector del Centro Industrial de Productividad, que más tarde fue absorbido por la hoy Secretaría del Trabajo y Previsión Social.
El impacto de la labor de una secretaria —hoy consideradas acertadamente como asistentes— en una empresa o institución pública o privada, es de vital importancia, por lo que su preparación requiere de estudios específicos en secretariado, considerados como nivel medio superior.
La profesión requiere además de una estricta capacitación y conocimientos administrativos, financieros, de organización y coordinación, perfecta ortografía y redacción, rapidez en la mecanografía y hace algunos ayeres, el perfecto manejo de la taquigrafía (escritura a base de signos) que ya se ha perdido totalmente. Además, debe tener facilidad de palabra, manejo del estrés y las negociaciones, actitud proactiva y con iniciativa, trabajo en equipo, impecable presencia, amabilidad y respeto. Y sin el afán de exagerar —con el paso de los años y la experiencia—, solas podrían manejar una empresa o una institución, ya que el conocimiento que adquieren sobre su campo de trabajo y su empresa las hace indispensables, literalmente, “la mano derecha” de funcionarios y directivos.
En México se calcula que hay aproximadamente 800 mil secretarias y secretarios, porque también ya la ejercen varones, sin embargo, 90% siguen siendo mujeres. De ellas, se estima que al menos 15% son jefas de familia; 42% trabaja en el sector privado y 29% en el ámbito gubernamental.
En nuestros tiempos es difícil aceptar que esta profesión es cada vez más menospreciada, pensando que cualquier persona puede desempeñarla, como carreras truncas o tan sólo la preparatoria, sin ninguna preparación secretarial y, por supuesto, la tristeza de que los avances tecnológicos día a día anulan la profesión con máquinas virtuales.