La inmaculada percepción.
VIANEY ESQUINCA.
¿Por qué lo hacen? ¿Por qué la violencia verbal? Seguramente ellos responderán: Y ¿por qué no? ¿quién lo impide? Y no, no hay nadie que lo haga. El Presidente desde las mañaneras justifica estas acciones diciendo que él seguirá criticando a los conservadores
Es muy frecuente encontrar, ya sea en empresas o gobiernos, los clásicos subalternos que buscan mimetizarse con sus jefes y parecerse a ellos como una forma de ganar su simpatía. Esas personas que, generalmente, son inseguras y de carácter débil, son capaces de moldear su comportamiento para encajar en lo que, supone, su superior espera de él/ella.
En la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador existen muchos casos de floreros, perdón funcionarios, que lo imitan. Lamentablemente lo hacen en una de las características más cuestionadas del Ejecutivo: utilizar su posición para atacar a sus adversarios de forma grosera y/o desconsiderada, por decir lo menos.
Figuras de su partido o gobierno saben que, si él lo hace, ellos tienen campo abierto para mostrar el cobre. Saben que no pasará nada, e incluso habría que preguntarse si no son alentados desde Palacio Nacional a comportarse de esa manera.
El último ejemplo lo protagonizó el subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta, quien decidió postear en su Twitter: “A chillidos de marrano, oídos de chicharronero”, un día después de que la caminata encabezada por Javier Sicilia y Julián LeBarón intentaba hablar con el Presidente. Si a este funcionario le gustan tanto los dichos y frases debería recordar dos: “en boca cerrada no entran moscas” y “es mejor estar callado y parecer estúpido que abrir la boca y disipar las dudas”.
Peralta se suma a una camada de funcionarios sin filtros. El impresentable gobernador de Baja California, Jaime Bonilla, se aventó la puntada de decir que los empresarios que se quejan por los impuestos “Chillan más que un puerco”. ¿Como habla gobierna?
El subsecretario para América del Norte, Jesús Seade Kuri, decidió responder una columna del periodista Carlos Loret de Mola, pero en lugar de hacerlo con argumentos lo hizo con ofensas: “Loretito, como muchos te dicen y ahora entiendo por qué, pierdes una tras otra, pero sabes cómo seguir distorsionando y mintiendo. No me quiero ni imaginar qué te mueve”. Ojalá no haya negociado con ese ánimo el T-MEC.
Una mujer que reacciona igualmente violenta es la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval. Después de exonerar al director de la CFE, Manuel Bartlett, y recibir cientos de críticas, enfiló su enojo contra la politóloga Denise Dresser: “Los mezquinos ataques de los mismos de siempre, como @DeniseDresserG y @sergioaguayo, me hacen lo que el viento a Juárez. La #4T vive y su lucha sigue”. ¿Con esos deditos firma la funcionaria las exoneraciones?
¿Por qué lo hacen? ¿Por qué la violencia verbal? Seguramente ellos responderán: Y ¿por qué no?, ¿quién lo impide? Y no, no hay nadie que lo haga. El Presidente desde las mañaneras justifica estas acciones diciendo que él seguirá criticando a los conservadores, es decir, a los que no están de acuerdo con él, a los que piensan diferente, a los que no le siguen la corriente, los que no comparten sus decisiones.
Estos funcionarios de sangre caliente y mentalidad corta esgrimen, al igual que el mandatario tabasqueño, que sólo están haciendo uso de su libertad de expresión. Sin olvidar que no son cualquier hijo de vecino. Son funcionarios públicos cuyos sueldos salen de dinero público; son personas que ejercen el poder y que, por lo mismo, no pueden asumirse como ciudadanos de a pie.
Tal vez sería bueno que voltearan a ver a sus colegas que, más allá de si tienen buen o no desempeño, piensan dos veces antes de hablar o escribir como Marcelo Ebrard, Alejandro Encinas o Arturo Herrera. Ellos tienen oficio político y experiencia que los hace no cocerse al primer hervor. Lástima que no sea la constante en la 4T.